El fútbol
es un vocablo inglés cuya traducción al español es balompié, aunque se ha generalizado
con el término “fútbol” y es considerado el deporte más popular del mundo, pues
lo practican más de 270 millones de personas. En España es el deporte más
popular y tiene varias ligas y campeonatos que mueven mucho dinero. No hace
falta explicar los detalles del fútbol, que se significa por una serie de
reglas y que como deporte se practica con una pelota esférica, de cuero u otro
material, con una circunferencia no mayor a 70 centímetros y no inferior a 68
centímetros, con un peso no superior a 450 gramos y no inferior a 410 gramos. En
él contienden dos equipos de 11 jugadores cada uno de ellos con el intento de
traspasar el esférico de una línea final en la que se desenvuelve el guardameta
y que tiene sus propias normas para ejercitarse y otros detalles que son muy
conocidos en nuestro país.
El fútbol,
o mejor, el football, se inició en el Reino Unido a mitad del siglo XIX y
comenzó a practicarse en España a finales del mismo siglo, siendo el primer
equipo creado en nuestro país el Recreativo de Huelva, en el que participaban
los ingleses que trabajaban en las minas de Riotinto. Desde entonces hasta hoy
ha sido una verdadera riada de clubes, equipos, jugadores, entrenadores,
preparadores físicos, médicos, masajistas, árbitros, cuidadores del campo, mantenedores
de las instalaciones deportivas y todos los que intervienen para organizar los
diversos campeonatos que se celebran, tanto nacional como internacionalmente.
Lo que comenzó
como un deporte bastante bien definido se ha transformado en un negocio total. Hoy,
a la hora de definir o admirar la belleza del juego, lo que parece importar más
es el dinero que se gana y los llamados “fichajes”, que están alcanzando cifras
superfabulosas y que se han generalizado tanto que, por lo común, a los equipos
de fútbol se les valoran por los trofeos que han conseguido, pero más por la situación
financiera de cada uno de ellos.
Según información
que he podido leer en páginas especializadas, en España se manejan más de 30.000
millones de euros para mantener este lucrativo negocio. Hay futbolistas que
ganan millones de euros y se da la circunstancia de que la mayor parte de los equipos
de élite de España lo componen futbolistas nacidos en otros países, tanto
europeos como sudamericanos y africanos. Los equipos de mayor presupuesto son:
Real
Madrid C.F., 1.400 millones de euros; Barcelona F.C., 1.000 millones de euros;
Atlético de Madrid, C.F. 500 millones de euros; Real Sociedad, 450 millones de
euros; Atlético de Bilbao, 350 millones de euros, que son los cinco equipos de
mayor presupuesto. A ello hay que añadir los restantes y los de otras categorías
menores que forman diversidad de ligas, tanto nacionales como internacionales,
y que llegan a superar esta cifra de 30.000 millones de euros.
Este aluvión
de dinero no es posible sostenerlo por la simple visión de ver la belleza de
este deporte y se han creado en España y en otros países las llamadas
Sociedades Anónimas Deportivas, que funcionan como tal sociedad anónima en la
que el propietario de dicha sociedad puede ser un extranjero, como ocurre en España
con algunos propietarios chinos, japoneses, indios, etcétera, los cuales no
entienden ni se preocupan por los resultados deportivos y sólo lo ven como una inversión
para ganar dinero. En algunos casos, estas Sociedades Anónimas Deportivas cotizan
en Bolsa. Ante tan voluminoso importe, han de acudir a varias fuentes de ingresos,
entre ellas la publicidad de camisetas en los futbolistas; merchandising;
tiendas oficiales de los equipos; ropa deportiva; derechos de imagen; y muchas
otras fuentes.
Aproximadamente
la mitad de los presupuestos de cada equipo es para el pago de salarios a los
jugadores y el resto hay que sacarlo de algún lado y de ahí el que se esté
considerando como un negocio y que se esté expandiendo por todo el mundo; sobre
todo últimamente, con la incorporación al mercado futbolístico de los países
petroleros del Sureste Asiático, llámese Arabia Saudí, Dubái, Emiratos Árabes
Unidos y otros más, hasta tal extremo de que la competición de selecciones
mundiales de cada país ha jugado la Copa
del Mundo en Dubái.
Esto trae
como resultado que cada vez haya más competiciones y, consecuentemente, los
futbolistas han de jugar más de setenta partidos de fútbol por temporada, lo
que da lugar a que en una temporada que suponga de 10 a 11 meses de duración,
cada semana jueguen dos partidos en una u otra competición, lo cual es un
enorme esfuerzo físico para los futbolistas.
La cifra
que se maneja en España es más del 2% del Producto Interior Bruto (PIB), lo
cual supone un negocio superior al de otras actividades más sólidas, sensatas y
estratégicas, llámese creación de energía, transportes, uso de electricidad, etcétera.
Todo ello se resume en que cada día del año, por medio de la televisión, se puede
estar ocupado viendo fútbol en uno u otro canal televisivo las veinticuatro
horas. El país que más presupuesto tiene parece ser que es Reino Unido, cuyas
Sociedades Anónimas Deportivas cotizan en bolsa y los futbolistas son
mayormente foráneos.
Al socaire
de estas competiciones aparecen los apoderados, representantes, mediadores y
otras personas que juegan con apuestas, resultados de los partidos y cualquier
idea que sea generadora de dinero. En algunos casos, los representantes de los jugadores
suelen tener un grupo propio para ir localizando por todo el mundo algunas
personas que tienen habilidades para el deporte y los suelen “fichar” para un equipo
cuando son menores de edad, y quedan atados durante unos años a participar en
las actividades del equipo que los ha fichado.
En
conclusión, los actuales futbolistas son mercenarios y cada equipo de élite procura
retenerlos a su servicio, para lo cual los fichan con la idea de transformarlos
en “cracks” para venderlos o traspasarlos a otros equipos cuando se encuentren
en su edad idónea para competir.
Por mucho
que se quiera arreglar, los medios de comunicación generalistas, las televisiones,
periódicos deportivos y sistemas de apuestas y de azar son la continuación de
lo que había hace centenares de años en la civilización de la Antigua Roma,
cuya filosofía política era “dame pan y circo”, en la que destacaban los “gladiadores”
venidos de todos los rincones del mundo. Lo equivalente actualmente es “dame
pan y fútbol”, como los nuevos “gladiadiores” que llegaban de todos los
continentes.
El romanticismo
del fútbol ha desaparecido. Parece que es más un negocio del que muñen miles de
personas y son considerados casi como una élite de un país, por encima del
resto de sus conciudadanos.
Vicente Llopis Pastor
18 de diciembre de 2024
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