La Ciencia
Económica ha sido cultivada en España desde el siglo XII hasta la actualidad. En
principio eran meros cálculos para manejar algunas cifras relacionadas con la Hacienda
Pública, la financiación del Gobierno, la emisión de Deuda del Estado y,
generalmente, temas de política económica. Paulatinamente se ha ido
incorporando a la corriente de formación en la economía científica diversos
autores que han brillado a nivel internacional, sobre todo en la llamada
Escuela de Salamanca, entre los siglos XV al XVII, en los que en España nació
lo que se llama economía dineraria, que relaciona la cantidad de dinero en circulación
con el nivel de precios, que hoy se admite de forma esencial con aportaciones
de economistas actuales, entre ellos el estadounidense Milton Friedman
(1912-2006) e Irving Fisher (1867-1947), con su “teoría cuantitativa del dinero”,
y otros más, tanto españoles como extranjeros.
Hoy voy a
citar a José Antonio Alonso Rodríguez (1953), quien estudió con brillantes
notas en la Facultad de Ciencias Económicas y Comerciales de la Universidad Complutense
de Madrid y participó en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y
fue miembro del Servicio de Estudios del Banco de España.
En su ocupación
como economista definió campos tales como Economía del Desarrollo; Crecimiento Económico;
Relaciones Internacionales y Ayuda al Desarrollo. Hay que hacer notar que Desarrollo
Económico no es lo mismo que Crecimiento Económico, ya que el desarrollo supone
el aumento de la economía que tiene aparejado un cambio institucional, mientras
que el crecimiento económico no supone ningún cambio institucional, sino el
aumento de las cifras relacionadas con la economía.
Además de
su trabajo académico ha ocupado varios cargos de relevancia en la política
económica. Es miembro del Commitee for Development Policy de las Naciones
Unidas y experto del Consejo de Cooperación al Desarrollo Español. Es profesor
visitante en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos y director de desarrollo
económico en la Agencia Española de Cooperación Internacional para el
Desarrollo. Está considerado como uno de los mayores expertos a nivel mundial en
cooperación internacional al desarrollo. Ha editado varios libros sobre el
tema, entre ellos Global Governance and Rules for de Post-2015 Era (2016);
Addressing Emerging Issues in the Global Environment (2015); y Development
Cooperation in Times of Crisis (2012).
Sus últimos
trabajos se centran en la eficacia de la ayuda al desarrollo y la relación entre
las instituciones y el desarrollo económico. Ha señalado que en el caso de Sudamérica
la calidad institucional es significativamente menor de la que cabría esperar
dados sus niveles de renta per cápita, debido fundamentalmente a la combinación
de altos niveles de desigualdad y baja movilidad social. Su trabajo se
desarrolla a caballo entre la Universidad de Columbia, en Estados Unidos y la
Universidad Complutense de Madrid.
En su trayectoria
ha ocupado varios puestos en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de
Santander y en el Instituto de Cooperación Iberoamericana, actual Agencia
Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Fue fundador
de la revista “Economía Aplicada” junto con otros economistas españoles de alto
nivel, entre ellos Francisco Comín Comín (1952); Jordi Nadal i Oller
(1929-2020); José Luis García Delgado (1944); Juan Velarde Fuertes (1927-2023) y
Enrique Fuentes Quintana (1924-2007).
A pesar de
que su lengua materna es el español, José Antonio Alonso suele publicar e
impartir clases en el idioma inglés, algo que me parece un esnobismo el que se
margine al idioma español por destacados catedráticos cuando nuestro idioma propio
es el segundo más hablado del mundo, detrás del chino mandarín y muy por encima
del inglés.
A pesar de
que no mantenga el uso del español, sus temporadas en España le sirven para
publicar y tratar con estudiantes y catedráticos sobre temas económicos, lo que
está dando lugar a que el idioma de Cervantes se transforme en el llamado spanglish.
Y así tenemos otra razón para expresar en el idioma español que es el “equilibrio
idiomático”. Es necesario citar que el español, como idioma materno, lo hablan
seiscientos millones de habitantes.
Realmente el
hablar en inglés a quienes no lo han conocido al nacer es un esnobismo facilón
que está llegando a ser algo absurdo e hiriente para personas como yo que han
crecido en la lengua de Lope de Vega (1564-1635), Benito Pérez Galdós (1843-1920)
y tantos otros, y que es para mí un orgullo y como tal la he usado siempre.
Vicente Llopis Pastor
30 de diciembre de 2024
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