Se suele
considerar que los españoles tienen poca capacidad de producir. Es decir,
trabajan menos o tal vez con peores técnicas de organización que todos los
países punteros. Consecuentemente, la rentabilidad es muy baja, tanto en la
economía material como en la economía financiera. Craso error, sobre todo si
analizamos concienzudamente el planteamiento fiscal en nuestro país y
concretamente los impuestos. Según las últimas lecturas que he podido
llevar a cabo, encuentro datos tales como que España es el número uno del mundo
en reducir el porcentaje de economía “en negro”, que actualmente está situado
en el 15,8% del Producto Interior Bruto (PIB) español. Enhorabuena y un fuerte
aplauso a esta labor del Gobierno.
Pero estos
logros no son casuales, sino que son el resultado de variados funcionarios de
la burocracia de nuestro país. Téngase en cuenta que el Ministerio de Hacienda
está utilizando las más modernas tecnologías para reducir la “picaresca” de los
españoles, que es algo estructural y que desde hace algo más de seis siglos se
mantiene una clase de literatura de pícaros, engaños y de acciones que han dado
lugar a la llamada literatura picaresca, en la que destaca el idioma español con
obras como “El lazarillo de Tormes”, anónima; “La vida del buscón llamado don
Pablos”, de Francisco de Quevedo Villegas (1580-1645) o “La Celestina,
tragicomedia de Calisto y Melibea”, de Fernando de Rojas (1465-1541).
Actualmente
el Gobierno español parece que va a crear nada menos que cincuentaicinco nuevos
tipos de impuestos. Y está estudiando sobre “inventar” nueva figuras
tributarias, que llegarán a ser más de cien porque legislan todos para recaudar
más dinero, tanto el Estado Central como las Comunidades Autónomas, los
Ayuntamientos y múltiples organismos oficiales que hacen uso de Impuestos
Directos, Indirectos, Tasas y todo cuanto se les ocurra. El actual Gobierno
español ha creado una tupida red de telarañas que alcanza a todos los
ciudadanos. No se le resiste nadie y llegará mucho más lejos. Actualmente, en
la ocupación de grabar, revisar, sancionar e incluso trasladar al Poder
Judicial, nos encontramos que la actividad burocrática para llevar a cabo estas
funciones está alcanzando un enorme nivel de empleados públicos.
Según mis
cálculos, derivados de estadísticas públicas tanto nacionales como de la Unión
Europea, España ocupa más de 48.000 empleados públicos; por ejemplo, más de
2.000 inspectores de Hacienda pertenecientes al grupo A1; 25.000 empleados
públicos de la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT); 15.000
subinspectores, gestores y técnicos del grupo A2 y unos 6.000 entre conserjes,
informáticos y empleados en tareas adicionales, todo ello para los 48 millones
de habitantes que, divididos por grupos familiares, pueden suponer unas 12
millones de familias, lo que implica un empleado público por cada 250 familias
que vigila, controla, espía y busca de dónde poder hacerlas tributar. Para mí
es una presión fiscal exagerada, pero lo cierto es que hay que llevarla a cabo
para evitar la economía sumergida. Estas actividades no suelen ser motivo de
conversaciones o de actividades sociales, aunque algunas personas sólo se dan
cuenta de la exagerada tributación que tienen que llevar a cabo cuando notan el
aliento en su cogote de algunos de estos empleados públicos.
En fin,
toda una heroicidad del Sector Público, que también está pensando cómo meter su
mano en el “cupo vasco”, el “cupo navarro”, las dádivas que ha entregado a la
Comunidad Autónoma de Cataluña, a la que financia el Estado de manera
extraordinaria y con menoscabo del resto de Comunidades Autónomas.
Precisamente, contra estas Comunidades Autónomas no puede actuar directamente y
por el momento, ya que tienen una tradición de odiar a España y no poner
facilidades a la Hacienda Pública española para integrarse en un sistema
equitativo entre las Comunidades Autónomas españolas.
A fin de
cuentas, España tiene la mayor productividad en el negocio del fútbol, siempre
con multitud de futbolistas extranjeros. Añadamos a ello esta capacidad
recaudatoria en la que brillamos más que la luz del sol. Puede ser que España
llegue a ser la envidia de todos los países del mundo. La alegría de todos los
españoles. Recuérdese la canción “Que viva España”, compuesta por un
extranjero. Y que viva su alegría.
Recuérdese
que “si vives alegre, rico eres”.
Vicente Llopis Pastor
10 de noviembre de 2024
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