El pasado 21 de diciembre escribí un artículo
titulado “Temperamento, carácter y personalidad”, en el que destacaba las
diferencias entre los citados conceptos que, resumidos podrían ser:
La “materia prima” sobre la que se modelan el resto
de conceptos. Surgen de la Antigüedad, prominentes de los llamados humores del
organismo humano, que son invariables y no podemos cambiar.
Resultado de actuar sobre la “materia prima” citada
en el temperamento, que podemos variar según el entorno y las personas que nos
rodean.
El nivel superior alcanzado por los dos anteriores,
construida como integración de diversos hechos físicos y psíquicos.
También me refería a lo que se llama “caracterología y tipología” de las personas es un hecho, para mí, muy seductor y prometía ir publicando periódicamente algunos artículos sobre este tema, al que se han acercado numerosos médicos, científicos, psicólogos y psicosociólogos, que han dado sus aportaciones e incluso han formalizado determinadas clasificaciones de las personas según sus rasgos físicos; estructura corporal; genotipo; y otras manifestaciones mentales y físicas, tanto en situación de salud como de enfermedad. Seguiré escribiendo sobre ello, de cuando en cuando, comenzando en este artículo de hoy titulado “Teoría de los biotipos de Ernst Kretschmer (1884-1964)”, como una iniciación válida para el tema.
Ernst Kretschmer fue un médico psiquiatra y neurólogo alemán. En 1929 estuvo nominado al Premio Nobel de Medicina y Fisiología, sin poder alcanzarlo. Después de haber estudiado medicina en la Universidad de Tubinga, fue discípulo de Robert Gaupp (1870-1953) y, posteriormente, profesor de Neurología y Psiquiatría en la misma universidad. A partir de 1946, al tiempo que desarrollaba su función docente, le dedicaba su labor a la investigación. Reinstauró en Alemania, después de la Segunda Guerra Mundial, los congresos neuropsiquiátricos y la Sociedad Germana de Neurología y Psiquiatría, cuya presidencia ocupó durante muchos años; también fue fundador y presidente de la Sociedad de Investigaciones Constitucionales y de la revista de igual título. En los últimos años de su vida realizó investigaciones en Psicoterapia y Criminología.
El fundamento de su “Teoría de los biotipos” incluye la relación entre la estructura física de una persona y su derivación en características psicológicas; es decir, una combinación de lo físico con lo psíquico. Para ello utiliza el término de “genotipo”, como información genética que posee un organismo en particular, en forma de ADN. Normalmente el genoma de una especie incluye numerosas variaciones y poliformismos en muchos de sus genes. Las fuentes ambientales que estudian sobre el genotipo y su adaptación al entorno, determina la característica del organismo, es decir, su “fenotipo”, que es la expresión del genotipo en función de un determinado ambiente. Es decir, que cuenta tanto con rasgos físicos como conductuales. El fenotipo puede conocerse por medio de la observación y de la apariencia externa de un organismo. Kretschmer fue conocido sobre todo por sus investigaciones sobre la relación que existe entre el temperamento y la constitución corporal. Habló de varios conceptos y adjetivos aplicables al temperamento de una persona, por ejemplo, grupos de temperamento ciclotímicos o esquizotímicos; la teoría clínica de la paranoia; la insatisfacción sexual; la psicosis endógena y otros conceptos. Pero de lo que voy a hablar en este artículo es de su “Teoría de los biotipos”, que no es otra cosa que combinar lo somático con lo psíquico y del que el autor deriva la siguiente clasificación de temperamentos:
1. Leptosómico
La teoría de Kretschmer describe al leptosómico
como una persona de brazos largos, cuello alto y mentón hundido. Una especie de
Don Quijote, tanto en físico como en temperamento. El leptosómico es tímido,
hipersensible, excéntrico y tiende a vivir en su propio mundo de fantasía.
2. Pícnico
Este tipo es descrito como una persona rechoncha y
barrigona. Tiene la cabeza esférica y una cara redonda, con el cuello y las
extremidades cortas y los dedos cortos y gruesos. Retomando las características
quijotescas del leptosómico, el pícnico se asemejaría a Sancho Panza. Es
cálido, extrovertido, alegre, bueno por naturaleza, práctico y con los pies en
la Tierra.
3. Atlético
El atlético tiene unos músculos potentes, los
huesos duros y fuertes, hombros anchos y cintura estrecha. Corresponde a un
tipo de físico parecido al de “Superman”. El temperamento de los individuos con
tipo atlético se asocia a la implacabilidad, la frialdad emocional y la
agresividad. Son individuos altamente competitivos.
4. Displásico
Este es el tipo constitucional más raro, todas las
proporciones corporales están desequilibradas y, como corresponde, también está
su temperamento. Este tipo, según las observaciones de Kretschmer, se asocia a
trastornos endocrinos y, muy frecuentemente, con esquizofrenia severa.
Estas constituciones descritas no son taxonómicas, sino que deben entenderse como dimensiones, según Kretschmer la mayoría de personas tienen una amalgama de tipos y cada uno se sitúa más cerca de un extremo en un tipo y más lejos de otro. Por esto no todas las personas muestran un perfil que corresponda exactamente a un tipo u otro, solo que se acercan más o menos en función de su fenotipo. Siguiendo esta línea investigó, a través de metodología experimental, qué diferencias individuales existían entre los distintos tipos. Kretschmer puso a prueba la variabilidad de características como la sensibilidad al color y la forma, la formación de conceptos o la velocidad psicomotriz en los diferentes tipos constitucionales.
Como es natural,
ningún modelo queda libre de críticas, y la “Teoría de los biotipos” de Kretschmer
no es una excepción. Es de esperar que un modelo que bebe directamente de ideas
tan acientíficas como los humores de Hipócrates (460 a.C.-370 a.C.) tenga
serias carencias en su validez. Esto es debido, en parte, a que la muestra que
utilizó Kretschmer para elaborar su modelo fueron pacientes psiquiátricos,
fundamentalmente esquizofrénicos y varones. El modelo, ignorando los problemas
de consistencia interna y coherencia, no es extrapolable a la población
general. En resumen, aunque el esfuerzo de Kretschmer por modernizar la
relación entre cuerpo y personalidad es loable y no carece de espíritu
científico, su teoría queda como un vestigio de una forma anticuada de entender
la personalidad.
Como conclusión,
amable lector, la “Teoría de los biotipos” de Kretschmer fue un paradigma
dominante aceptable hace años, pero que no ha creado escuela. Y es que el tema,
por definición, resulta muy difícil. Se trata de clasificar a una persona por
su “somatismo” o, incluso, por su “apariencia física”, lo cual resulta muy
aventurado. Con un estudio más intenso de la interioridad del individuo, sus
secreciones internas y aspectos biológicos más firmes, basados en avances tecnológicos
en la aplicación de la medicina, tal vez se pudiera acercar de una forma más
perfecta la “Teoría de los biotipos”, que en tiempos de Kretschmer no se
conocían y, por tanto, no se pudieron usar.
De todas formas,
conocer esta “Teoría de los biotipos” nos puede ser útil para acercarnos al
conocimiento del temperamento de las personas. En cierto modo podría
considerarse como un principio para el estudio de la “Sinergología”, que es una
disciplina de decodificación y lectura de la comunicación no verbal y no
consciente de una persona, fundada en el año 1994, por Philippe Turchet (1961),
a través de la cual podemos comprender mejor a nuestro interlocutor mediante la
observación y análisis de su lenguaje corporal.
Todos estos temas
que nos permiten conocer el temperamento o el carácter de una persona son
cautivadores. Además, si logramos ser expertos en ello, puede que la vida nos
sea más cómoda, mejor atendida y no caigamos en las trampas, trucos o estafas
que cualquier persona ose permitirse en contra de nosotros.
Estimado lector. Seguiré
informando.
Un afectuoso
saludo.
Vicente
Llopis Pastor
31
de diciembre de 2020
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