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CAPITALISMO COMO RELIGIÓN

 

Este título, “Capitalismo como religión”, parece un juego de palabras, pero no lo es. Se trata de una obra escrita por el filósofo marxista alemán Walter Benjamin (1892-1940), publicada póstumamente con el título en alemán de “Kapitalismus als Religion”, obra escrita en 1921 y considerada como uno de los más penetrantes escritos del autor. El texto indaga en la naturaleza religiosa e inhumana del Capitalismo. Esta obra fue muy estudiada por los grandes intelectuales de su época. Michael Löwy (1938), filósofo marxista franco-brasileño no aceptó el contenido de dicha obra. Cabe señalar que este filósofo franco-brasileño era marxista y una de sus obras más respetadas es “El pensamiento del Ché Gevara”. Estudió en la Universidad de Sao Paulo, en la Universidad de París V y en la Escuela de Estudios Superiores de Ciencias Sociales.

Michael Löwy hizo su interpretación anticapitalista y contraria al pensamiento de Maximilian Karl Emil Weber (1864-1920); alemán, sociólogo, economista, jurista, historiador y politólogo, considerado como uno de los fundadores del estudio moderno de la Sociología y de la Administración Pública, con un marcado sentido antipositivista.

De la traducción al español de la obra Walter Benjamin, “Kapitalismus als Religion”, se puede deducir que el Capitalismo hay que verlo como una religión. Esto significa que el Capitalismo sirve para satisfacer las mismas necesidades, tormentos o inquietudes a las que antaño daban respuesta las llamadas religiones. Esta estructura religiosa del Capitalismo no es sólo similar a “una imagen de estilo religioso”, sino a “un fenómeno esencialmente religioso”, según la interpretación de Maximilian Karl Emil Weber. Pero si hoy intentáramos dar la prueba de esa estructura religiosa del Capitalismo acabaríamos en un callejón sin salida de una polémica universal.

También la teoría del psicoanalista austríaco Sigmund Freud (1856-1939) tiene que ver con el señorío clerical de ese culto. Lo reprimido, la representación pecaminosa y condenada es con mucho la analogía más luminosa del Capital que cobra interés del dinero del inconsciente. La forma del pensamiento religioso capitalista se encuentra magníficamente expresada en la filosofía del alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900), la idea del superhombre empuja el salto apocalíptico, no hacia la conversión, sino hacia la expiación, purificación y penitencia, hacia un crecimiento constante que en sus últimos tramos se desmesura. No podemos abarcar la red en la que estamos, pero más tarde nos daremos cuenta de ella.

No obstante, hoy ya es posible reconocer tres rasgos de esa estructura religiosa del Capitalismo:

a) En primer lugar el Capitalismo es una religión puramente de culto, quizás la que mayormente ha usado el culto a lo largo de la Historia. No tiene una teología dogmática específica; en él todo cobra significado sólo a través de una referencia inmediata a la adoración. Desde esta óptica adquiere el utilitarismo toda su coloración religiosa.

b) Un segundo rasgo del Capitalismo está relacionado también con esa concreción que se vuelve explosiva y discontinua. Por eso, crecimiento y desarrollo resultan inconciliables en el sentido del adagio “Natura non facit saltus”, traducido como “la Naturaleza no da saltos”; el superhombre es el hombre histórico, construido sin arrepentimiento y que atraviesa el cielo.

c) En tercer lugar, se trata de un culto culpabilizador. El Capitalismo es quizás el primer caso de un culto que no es expiatorio, sino culpabilizador.

Como conclusión podemos decir que el cristianismo induce a la culpabilización y a la desesperación que parece que ya hemos conseguido y en la cual todavía seguimos esperando su redención.

Ahí reside lo históricamente inaudito del Capitalismo, que la religión ya no significa la reforma de la vida, sino su destrucción, la desesperación se transforma así en el estado religioso del mundo, del cual hay que esperar la salvación.

Estas notas que he escrito vienen a justificar la trascendencia de Dios que ha desaparecido, pero Dios no ha muerto, sino que se ha incrustado en el destino humano.

Ésta es una forma de entender el Capitalismo como religión y que nos aboca a que dicho Capitalismo quiera ser cada vez más poderoso.

           

 

Vicente Llopis Pastor

21 de octubre de 2024

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