En los últimos tiempos la palabra “resiliencia” se usa
con cierta frecuencia para fijar las situaciones en que se encuentran algunos
grupos sociales, familias y ciertas organizaciones para definir la aceptación
que estos últimos tienen ante dificultades y perjuicios que se presentan,
fundamentalmente económicos.
Este vocablo no es nuevo y comenzó a usarse tímidamente
en la década de los años sesenta del siglo pasado. La resiliencia es la
capacidad para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos.
En un principio se interpretaba como una condición innata, luego se enfocó en
los factores no sólo individuales, sino también familiares y comunitarios,
actualmente se aplica también a cuestiones culturales.
Los investigadores de este siglo XXI entienden la
resiliencia como un proceso de baño comunitario y cultural, que responde a tres
modelos que la explican: un modelo “compensatorio”; otro de “protección” y por
último uno de “desafío”. Igualmente, la resiliencia es la capacidad de tener
éxito de modo aceptable para la sociedad a pesar de un estrés o de una
adversidad que implica normalmente un grave riesgo de resultados negativos.
También se define como un proceso de competitividad donde la persona debe
adaptarse positivamente a las situaciones adversas.
El vocablo resiliencia viene del término latino “resilio”,
que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar, cuyo uso se adaptó
a la psicología y otras ciencias sociales para referirse a las personas que a
pesar de sufrir situaciones estresantes no son afectadas psicológicamente por
ellas.
Actualmente se ha generalizado su uso en las ciencias sociales y sobre todo en la Ciencia Económica. Esta palabra procede de las escuelas de pensamiento de la antigua civilización griega y, sobre todo, del estoicismo del filósofo Zenón de Citio (334 a.C.-260 a.C.) del que mañana escribiré. Podría decirse que la resiliencia es la capacidad de sobreponerse a un estímulo adverso, más allá de lo que permite la entereza. Dicho de otro modo, “un proceso dinámico que tiene como resultado la adaptación positiva en un contexto de gran adversidad”. Se considera que la resiliencia incluye conceptos tales como:
A) Adversidad: hace referencia a que el individuo logre una adaptación positiva a pesar de estar o haber pasado por una situación de adversidad.
B) Adaptación positiva: el individuo llega alcanzar expectativas sociales asociadas a una etapa de desarrollo y cuando en esta etapa no ha tenido signos de desajustes.
C) Proceso dinámico: interacción dinámica entre múltiples factores de riesgo los cuales pueden ser familiares, bioquímicos, fisiológicos, cognitivos, afectivos, biográficos, económicos, sociales y culturales.
La resiliencia es un término que se construyó para definir o caracterizar a personas que a pesar de haber tenido o vivir experiencias negativas en la vida, han logrado sobreponerse e incluso sobresalir de su condición creándose y desarrollándose en un ambiente positivo, contrario al propósito que podía pensar si hubieran tenido una situación adversa. Cada persona tiene un nivel distinto de resiliencia, desde alto hasta bajo, normalmente basado en lo siguiente:
1) Identificar la situación: se genera una expectativa de que toda persona optimista pueda superar las dificultades. El optimismo sistemático sólo conduce a continuos “choques de situación”.
2) Acertar: Las personas resilientes deben contar con una misión, visión y valor, con sentido común para ofrecer maneras de interpretar y encauzar los acontecimientos.
3) Organizar estrategias: saber hacer el máximo con lo que se tiene a mano. Ver posibilidades donde los demás sólo ven confusión. Ahora bien, la improvisación más efectiva es la que se elabora sobre la base de unas normas y unas rutinas sólidamente fijadas.
La resiliencia puede tener un límite y en tal caso el aguante de las personas queda limitado. Se me ocurre el caso de la Guerra Civil Española, en la que, en sus últimos meses, camino de la derrota del bando republicano, se podía ver alguna que otra vaca muerta en un camino y con un cartel escrito a mano en el que decía “Manuel Azaña, no he podido resistir más”.
Como he dicho anteriormente, mañana escribiré sobre estoicismo.
Vicente Llopis Pastor
20 de septiembre de 2024
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