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DISCRIMINACIÓN DE PRECIOS

 

Se entiende por “discriminación de precios” una decisión de los fabricantes o de los Estados, los cuales, ante mercados determinados, segregan, separan, dividen y segmentan el destino de los bienes que producen y que venden.

Es una práctica que se suele usar en algunas circunstancias y de las que España es la líder mundial. Por ejemplo, en la discriminación de precios del fabricante siempre se inventa algunas ideas para fijar distintos precios de una misma mercancía. Esta mercancía puede ser de un mercado perfecto, según la clasificación de mi artículo “Mercados” que publiqué hace algunos días.

Normalmente, la discriminación de precios por parte del fabricante suele ser por algunos motivos no demasiado sólidos; por ejemplo, haciendo uso de la publicidad en la que reducen los precios ocasionalmente durante uno o dos días y que en el fondo no son totalmente ciertos, pues hay un vaivén de precios que habría que conocer. Por poner un ejemplo, podemos ver que, en los transportes de personas, según la edad, pagan más o menos, y hay discriminación entre jóvenes, adultos, ancianos, etcétera. También puede ser por el tipo de trabajo que realizan los consumidores, y hay acuerdos de empresas que venden más barato a una asociación de productores o de cooperativas de consumo. Y así sucesivamente.

El Gobierno español está haciendo un infinito uso de la discriminación de precios por la vía de ayudas, subvenciones y obligatorio descuento de precios a determinados sectores; normalmente buscan una ayuda a los consumidores y no suelen favorecer a las empresas; al contrario, les obligan a tributar sobre la diferencia de precios que han aplicado a algún que otro sector y, a este paso, estamos llegando a una economía de mercado en España en la que casi todo está condicionado y subvencionado, lo cual desvirtúa la fijación de precios por la ley de oferta y la ley de demanda.

Hay otras cuestiones que no se llaman “discriminación de precios” pero que son equiparables, cual es el caso de que el Gobierno o las Comunidades Autónomas fijen alguna subvención o ayuda a los compradores. Aunque no se llame discriminación de precios, para mí es el caso de algunos acuerdos que toma el Gobierno con ciertos sectores y, sobre todo, con algunas Comunidades Autónomas. El pasado día 29 de julio se firmó un acuerdo entre Esquerra Republicana de Catalunya y el Partido Socialista de Cataluña por el que la Generalitat Catalana pasa a ser la única autoridad para el uso de la Hacienda Pública en Cataluña, desapareciendo de forma automática la Hacienda Pública Española, que queda marginada y totalmente desplazada de la fiscalidad recaudatoria de nuestro país y pasa a estar totalmente en manos del Gobierno catalán.

Para mí es una decisión muy fuerte que puede servir de base para la independencia de Cataluña de España, lo cual viene manifestándose desde hace siglos en todo tipo de actividades económicas. Esta decisión de ser la Generalitat Catalana la única que pueda manejar su política fiscal creo que es muy dura para nuestro país y rompe varios siglos de la existencia de la Hacienda Pública Española.

La discriminación de precios suele ser legal, aunque a mí no me parece muy correcta, ya que se trata de diferenciar unos destinatarios o lugares de otros, e inclusive, con distinta soberanía. No preveo lo que vaya a ocurrir durante los próximos años, pero sí recuerdo algunos apotegmas que clarifican esta situación. Por una parte, la expresión de “la pela… es la pela”, muy genuina de los catalanes; o esta otra, “divide… y vencerás”, que se ha demostrado válida durante los miles de años de Historia de la Humanidad.

Estimado lector, ésta es una opinión mía en la que aplico el refrán: “cuando el río suena… agua lleva”.

 

 Vicente Llopis Pastor

31 de julio de 2024

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