Este artículo titulado Currency School, describe a uno de los dos grandes grupos en que se dividieron los teóricos monetarios ingleses en el siglo XIX por razón de los principios de convertibilidad o no convertibilidad en la emisión de dinero.
Tal como manifesté ayer con el artículo Banking School este artículo actual complementa al redactado por mí ayer. Esta situación bancaria de la Inglaterra del siglo XIX ocurrió por razón de los principios que debían regular el sistema monetario. Esencialmente, se trataba de defender un sistema monetario automático con el que todos estaban de acuerdo. Pero había diferencias en lo tocante a las normas que deberían regularlo. Al igual que la Banking School, la Currency School defendía el patrón oro, con la consiguiente administración de la convertibilidad de los billetes en oro. Sin embargo, esta escuela sólo admitía el dinero efectivo y desconocía la función monetaria de las cuentas corrientes a la vista, sosteniendo la necesidad de que el volumen de dinero se ajustara a las variaciones del volumen de oro monetario, lo cual debería efectuarse a través de reajustes por mediación de desequilibrios de la balanza de pagos.
La disminución de precios por insuficiencia de dinero provocaría un exceso de exportación y una entrada de oro, lo cual, a su vez, permitiría un aumento de la circulación de billetes de banco y de monedas de oro, con la consiguiente elevación de los precios y viceversa. De ello se sigue la necesidad de ajustar debidamente la emisión de billetes a la cantidad de oro, ya que de lo contrario no actuaría este mecanismo automático. Los principales representantes de esta escuela fueron Samuel Jones-Loyd (1796-1883) junto con John Ramsay McCulloch (1789-1864) y sus principios hallaron la consagración práctica, si bien no completa, en la Ley de Peel (1844), que reguló el sistema de emisión monetaria británica y ejerció, posteriormente, una poderosa influencia en otros países.
Dicha Ley establecía una llamada emisión fiduciaria, cuyo volumen fijaba; mas era reajustable con el tiempo y respaldada la emisión por deuda pública e independiente del volumen de oro. Este era, precisamente, el rasgo de la Ley que no encajaba en las teorías.
Por otra parte, se autorizaba la libre emisión de billetes siempre que estuvieran respaldados por oro en un 100%, por lo que tales billetes constituían un verdadero certificado de oro. Precisamente, a través de efectos correctores sostenidos por la Currency School.
El principal inconveniente de este principio consistía en el reajuste del volumen de billetes a los movimientos de oro, ya que debía producirse un movimiento inflacionista o deflacionista para que alterase la balanza de pagos y se produjera una salida o entrada de oro y un reajuste del volumen de billetes.
Por otra parte, limitaba excesivamente el volumen de medios de pagos, por lo cual constituían una perpetua amenaza inflacionista, si bien ésta se obtuvo en Inglaterra por el empleo, cada vez más difundido del llamado “dinero bancario”, que eran los depósitos a la vista que los particulares tenían en los bancos comerciales, como medio de pago al que la Currency School no había prestado atención alguna y también ampliando la emisión fiduciaria.
En el caso de la Currency School, a los billetes de papel les llamaba dinero corriente, frente a la Banking School que los denominaba papel moneda.
Vicente Llopis Pastor
22 de mayo de 2024
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