Jesús de Aragón y Soldado (1893-1973), fue un traductor, economista, escritor y profesor español.
Cuando he escrito sobre economistas españoles destacados en la historia de la Ciencia Económica, con mucha frecuencia me he referido a los “arbitristas”, que es el nombre que se le dio en el Siglo de Oro español a los que trataban, materializaban, aconsejaban y comunicaban a las autoridades las consecuencias económicas de las situaciones que veían en su momento. El estudio de las Ciencias Económicas hasta el siglo XX era una interpretación de lo que se llama Hacienda Pública, como referencia a la forma de obtener y mantener los ingresos de un Estado y evitar el endeudamiento o recurrir a impuestos especiales. Desde el siglo XV al XVIII, ya en la época de la Ilustración, muchos autores españoles estuvieron por encima de algunas explicaciones y tesituras de la llamada “Economía de los clásicos”, entre estos últimos se incluye como “padre” de la Economía al economista escocés Adam Smith (1723-1790).
En el siglo XX surge una revisión de la Ciencia Económica en España que se dedica a explicar los fenómenos económicos por sus causas, apareciendo la llamada Teoría Económica, que viene del griego “theorien”, que quiere decir “observación”. Estas observaciones se materializan en modernas metodologías derivadas de filósofos y tratadistas que hacen uso de las matemáticas, estadística, cálculo de probabilidades y otros argumentos. Con ello, los economistas españoles llegan a alcanzar un nivel parecido a los más destacados anglosajones o ciudadanos europeos.
Me voy a referir a uno de los grandes, que no es suficientemente conocido a pesar de sus méritos como “arbitrista” y después “economista”. Me refiero a Jesús de Aragón y Soldado, que vivió la mayor parte del siglo XX y que aportó numerosas aplicaciones al estudio de la Ciencia Económica. Jesús de Aragón cursó estudios de Ingeniero de Ferrocarriles. Tras ser director financiero de Gas Madrid, organizó el departamento de contabilidad de la editorial Aguilar, y publicó varios tratados de contabilidad, algunos de los cuales fueron prestigiosos libros de texto en la materia durante muchos años. Su padre, Marcos de Aragón, había estudiado la carrera de Ingeniero en Francia, y cuando una empresa francesa se hizo cargo de la explotación maderera de la zona, lo contrataron para la construcción y dirección del aserradero de La Pradera de Navalhorno, emplazada en la provincia de Segovia. Jesús de Aragón era el menor de nueve hermanos. Su padre falleció cuando él contaba tan sólo seis años de edad y su madre regresó a Madrid con sus nueve hijos. Jesús destacaba por tener una muy cuidada caligrafía, lo que hizo que dos años después entrara al servicio de un noble como amanuense y ello le permitió aficionarse a la lectura, ya que tenía a su disposición la estupenda biblioteca del noble.
Cursó con facilidad sus primeros estudios y empezó a trabajar como administrativo en Gas Madrid, entidad en la que llegó a ser director financiero. Pero como solamente trabajaba por las mañanas, por las tardes lo hacía en el Centro Español de Estudios por Correspondencia (CEDECO), que en un principio dirigían los estadounidenses y se llamaba Centro Internacional de Enseñanza, hasta que lo adquirió el Conde de Pedecáns y le dio el nombre de CEDECO. En CEDECO entró Jesús de Aragón como contable y terminó siendo profesor titular de tributos y contabilidad, además de asesor de economía. También se graduó estudiando por correspondencia en Ingeniería de Ferrocarriles, título otorgado por la Escuela Scranton, de Estados Unidos de América. Durante un tiempo fue corrector de estilo de la editorial Viuda e Hijos de Sanz Calleja, traductor de la editorial Aguilar y articulista. Sus obras sobre contabilidad tuvieron bastante aceptación y un gran reconocimiento, alcanzando varias ediciones y siendo muy apreciadas por los profesores por su sencillez y claridad. Su carrera como escritor de novelas de aventuras y ciencia ficción se inició cuando Manuel Palomeque, responsable editorial de Viuda e Hijos de Sanz Calleja, adquirió un manuscrito de Emilio Carrere (1881-1947), que resultó bastante incompleto y desordenado, y que, a pesar de los requerimientos del editor, el autor se negó a completar, por lo que no le quedó al responsable de la editorial más remedio, para no perder el dinero que había entregado al autor, que encargar a otro su puesta en orden y su terminación, siendo el elegido Jesús de Aragón. Éste llevó a cabo la faena con plena satisfacción del editor publicándose con el título de “La torre de los siete jorobados” que, aunque estaba firmado por Emilio Carrere, tenía mucho de Jesús de Aragón.
Jesús de Aragón dejó su actividad literaria en 1964 y apenas sabemos algo de él hasta su muerte, en el año 1973. Sus obras se llegarían a traducir al francés y al húngaro. También recibiría críticas elogiosas en Estados Unidos de América.
Entre las numerosísimas obras y textos que escribió encontramos algunos títulos curiosos, por ejemplo, “Cuarenta mil kilómetros a bordo del aeroplano fantasma” (1924); “Viaje al fondo del océano” (1924); “Los piratas del aire” (1929); “Una extraña aventura de amor en la luna” (1929); “Nuevos sistemas de partida doble” (1929); “La ciudad sepultada” (1929); “El continente aéreo” (1930); y muchos otros, tanto en narraciones de hechos extraordinarios como en temas de administración, contabilidad y administración de empresas.
En conclusión, fue un escritor que combinó aspectos del futuro de la sociedad con posibles avances tecnológicos que fueron muy leídos y reconocidos en su momento. Desde el punto de vista económico considero que Jesús de Aragón y Soldado es uno de los “padres” de la Ciencia Contable de la actualidad.
Honremos al español Jesús de Aragón y Soldado por sus aportaciones y referencias, tanto literarias como económicas.
Vicente Llopis Pastor
25 de febrero de 2024
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