Con este artículo completo mi visión
de la hispanofobia, considerada como el antiespañolismo, una aversión a la
población española, su cultura e idioma. En el artículo de hace dos días me
refería a la llamada “hispanofobia externa”, citando a varios países que fueron
nuestros rivales durante el Imperio Español. Hoy haré un comentario sobre la “hispanofobia
interna”, generada dentro de nuestro propio país, y que lleva camino de
cuartear España, porque política y socialmente, el actual Gobierno Central de
España está permitiéndolo, pactando e, incluso, manteniendo un gobierno de
coalición con el antiespañolismo, que cada vez es más duro en algunas
Comunidades Autónomas, a las que les está entregando su soberanía.
Todas
las Comunidades Autónomas quieren mayor soberanía y conseguir una mejor
financiación del Gobierno Central, ya que todas manifiestan que están
infrafinanciadas. Para ello usan estadísticas, datos, población, producción,
servicios y otros sectores económicos que siempre interpretan que el Estado
español les debe dinero y sus reivindicaciones son continuas. El Tribunal
Constitucional ha de resolver las continuas demandas jurídicas que plantean las
Comunidades Autónomas y no da abasto a las numerosas demandas planteadas.
La
hispanofobia interna se originó a finales del siglo XIX, en el contexto de la
consideración de los Estados como Naciones y la crisis de la conciencia
nacional española, puesta de manifiesto tras el desastre de 1898 con la pérdida
de las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Estos factores, junto con
otros, contribuyeron al florecimiento dentro de España de los nacionalismos y
regionalismos. Algunas de estas concepciones presentaban, en sus orígenes,
componentes hispanófobos más o menos acentuados, que, aún en la actualidad, se
mantienen en algunos casos, de acuerdo con la definición de antiespañolismo.
Los
más beligerantes de esta hispanofobia interna son los siguientes:
País Vasco.
La aversión por España es uno de los
fundamentos históricos del nacionalismo vasco, surgido a finales del siglo XIX
como un movimiento que ensalzaba las cualidades étnicas de los vascos, en
contraposición a otros pueblos vecinos, especialmente a los españoles.
El
padre del nacionalismo vasco fue Sabino Arana (1865-1903), quien fue el máximo
exponente de este planteamiento. Sabino Arana solicitó abiertamente la
independencia del País Vasco con respecto a España y manifestó claramente su
hispanofobia a partir de un discurso de carácter étnico y racista en el que
achacaba a los inmigrantes de otras zonas españolas que pasaban a vivir en el
País Vasco, y que les denominaban “maketos”, la pérdida de los rasgos propios
vascos. Su reivindicación por el reconocimiento de una nacionalidad vasca le
llevó a fundar el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y a crear las aún actuales
señas de identidad del nacionalismo vasco, como la ikurriña.
En
el contexto de su época y siguiendo el estilo imperante en los diferentes movimientos
políticos y socioculturales, sus discursos políticos eran directos y
frecuentemente insultantes. En uno de sus artículos iniciales, titulado “La ceguera de los vizcaínos”, publicado en
1894, argumentaba de la siguiente forma: “Vuestra raza vasca, singular por sus
bellas cualidades, pero más singular aún por no tener ningún punto de contacto
o fraternidad con la raza española, que son sus vecinos, ni con raza alguna del
mundo, era la que constituía a vuestra Patria Bizkaya; y vosotros, sin pizca de
dignidad y sin respeto a vuestros padres, habéis mezclado vuestra sangre con la
española o maketa”.
Aún
más contundente se mostraba en una arenga a los vascos en la que incluía la
siguiente expresión: “Os habéis hermanado y confundido con la raza más vil y
despreciable de Europa, que son los españoles, y estáis procurando que esta
raza envilecida sustituya a la vuestra en el territorio de vuestra patria”.
Actualmente se mantiene esta idea por parte de la mayoría de los vascos y, en
algunos casos, con inusitada violencia, como fue el caso de la ETA, que llegó a
matar a más de ochocientas personas por esta idea de su supremacía. ETA ha
dejado las armas pero sus ideas continúan en una serie de partidos políticos
del País Vasco, entre ellos EH-Bildu y Euskoalkartasuna (EA), quienes se
autodenominan izquierda abertzale. El fundamento de su su hispanofobia es el de
que los vascos son una raza superior y que su fuerza la trasladan a la
violencia y el asesinato, como fue el caso de ETA. En estas acciones y sus
fundamentos aparece la religión y los curas como defensores de este
pensamiento, e incorporar a Navarra como parte del País Vasco y usar el euskera
como idioma propio.
Cataluña.
A
diferencia del nacionalismo vasco, el nacionalismo catalán no esgrimió en sus
orígenes la bandera de la hispanofobia, al menos desde el punto de vista de la
contraposición étnica. Su actuación ha sido más diplomática y política que la
violencia y el asesinato. Se ha permitido realizar un referéndum para separarse
de España, algo que no está permitido constitucionalmente. Cataluña manifiesta
una exaltación de la contribución socioeconómica de la sociedad catalana al
conjunto de España. La percepción de que Cataluña era la “punta de lanza de la
industrialización en la Península”, en un contexto de “fracaso organizativo y
político en el conflicto militar, sobre todo en la plena crisis de la guerra de
Cuba, generando una demanda de regeneración que el catalanismo hizo suya”. Para
mí, esta idea de los catalanes que, en ocasiones, han manifestado que gracias a
ellos pueden comer los extremeños, andaluces y otros ciudadanos españoles es
incorrecta, ya que el desarrollo industrial de Cataluña fue gracias al arancel
Cambó, debido al político catalán Francisco Cambó (1876-1947), en el que los
aranceles de los tejidos que venían de Inglaterra, India u otros países eran
muy altos, mientras que los textiles catalanes no pagaban arancel, con lo cual
la demanda se derivó en favor de Cataluña y le permitió desarrollarse y
diferenciarse del resto de España; incluso en la dictadura del General Franco
(1892-1975) hubo un especial trato para que las inversiones nacionales, e
incluso extranjeras, se situaran en Cataluña, lo que permitió florecer la
industria automovilística y la textil.
El
fenómeno de la hispanofobia catalana alcanzó, en otoño de 2007, una amplia
repercusión mediática. Diferentes manifestaciones celebradas en distintos
puntos de Cataluña, en la que los asistentes quemaban fotografías del Rey Juan
Carlos I (1938), generaron un intenso debate político. La quema de banderas de
España ha ocurrido, y sigue ocurriendo, en diversas ocasiones y actos públicos
catalanes. Ciertos sectores de la sociedad catalana consideran que la
hispanofobia no se limita a los grupos independentistas, sino que se encuentra
arraigada en las instituciones públicas.
Algunos
catalanes han criticado que la hispanofobia haya sido promovida desde las
escuelas, desde algunos medios de comunicación y desde una parte muy notable de
la cultura catalana. En el año 1934, la Generalitat de Cataluña declaró su
independencia total de España, algo que no consiguieron porque el Gobierno de
la II República Española no permitió mediante las armas. En 2017, de una forma
sibilina y con cierta alevosía, planteó un referéndum, el día 1 de octubre de
2017, en el que, parece ser, según las declaraciones de los gobernantes
catalanes, había sido aprobado por los votantes, algo que no está documentado.
Uno
de los temas más lacerantes es el ataque al idioma español, llegando al extremo
de que la enseñanza y la educación han de ser en el idioma catalán, marginando
a la lengua española; incluso la rotulación en español de alguna institución,
tienda o comercio es multada por el Gobierno de la Generalidad Catalana e,
incluso, en las escuelas de niños, cuando juegan en el recreo, han de usar el
idioma catalán y los maestros han de vigilar y denunciar a los niños que usan
el español en los momentos de ocio y de juegos en el recreo de las escuelas.
Recientemente se ha adoptado el término “supremacismo catalán” para referirse a
las manifestaciones hispanófobas que ponen énfasis en el desprecio al resto de
los españoles por considerarlos inferiores; por ejemplo, tratándoles en sus declaraciones
públicas de incultos, antidemocráticos, fascistas, económicamente atrasados o
moralmente despreciables.
Galicia.
El
caso de Galicia es más suave que los dos anteriores, pero también manifiestan
una cierta hispanofobia. En el año 1936 se aprobó el Estatuto de Autonomía de
Galicia, redactado durante la Segunda República Española, que fue plebiscitado
el 28 de junio de 1936, pero que no llegó a ser aplicado debido al estallido de
la Guerra Civil Española, dado que Galicia quedó en manos de los sublevados
desde su inicio. Desde el punto de vista político han aparecido diversos
partidos, entre ellos el Bloque Nacionalista Galego (BNG), una formación
política cuya ideología se fundamenta en el nacionalismo gallego y en el
independentismo de izquierdas de Galicia. Su principal ámbito territorial se
circunscribe a la Comunidad Autónoma de Galicia, aunque se ha presentado a las
elecciones generales españolas ininterrumpidamente desde 1986 y a las
elecciones al Parlamento Europeo desde 1987, en solitario o en coalición con
otros partidos. El independentismo tiene amplio apoyo entre la militancia,
especialmente en el sector juvenil de “Galiza Nova”. Junto al BNG existen otros
partidos independentistas, como son Unión do Povo Galego (UPG); Movemento
Galego ao Socialismo (MGS); Fronte Obreira Galega (FOGA); y el colectivo
Abrente-Esquerda Democrática Galega. En este último colectivo el setenta por
ciento de su militancia está compuesta por afiliados independentistas.
El
uso del idioma gallego es obligatorio en la mayoría de las instituciones y centros
de enseñanza de Galicia. Los medios de comunicación social, e incluso los
políticos, usan el gallego como su lengua principal. El intento de los
independentistas gallegos incluye incorporar a ellos una parte norte de
Portugal y sustituir la hora común de Europa Central y España por la hora de
Portugal.
Països Catalans.
Igualmente
existe cierta hispanofobia en el conjunto de la Comunidad Autónoma de Cataluña
con las Islas Baleares y con la Comunidad Valenciana. Se fundamenta en que el
idioma propio de estas Comunidades no es el español, sino unas modificaciones
de la lengua catalana y, en tal sentido, se presentan como Països Catalans, que
pueden tener una identidad propia y un destacado antiespañolismo. Barcelona se
considera como la capitalidad de estos Països Catalans y afecta profundamente
al idioma español, por ejemplo, en las Islas Baleares, si no hablas el
mallorquín no puedes ser funcionario, profesor, médico u otras profesiones
destacadas; en la Comunidad Valenciana se aboga por la descentralización de la
Administración Pública y los Ministerios deben estar distribuidos por
Comunidades Autónomas y desaparecer su sede central en Madrid.
Otros.
La
puesta en funcionamiento de las Comunidades Autónomas ha tenido un “efecto
contagio” y todas las Comunidades Autónomas consideran que están
infrafinanciadas y se comparan entre ellas para reivindicar muchísimos temas ante
el Gobierno Central, y con muchas frecuencia se presentan demandas y
expedientes ante el Tribunal Constitucional para solventar algún tema por
mínimo que sea. También este efecto contagio ha llegado incluso a provincias
concretas, cual es el caso de Teruel Existe, partidos políticos provinciales
que defienden a la mayoría de las provincias que tiene España, por ejemplo
Zamora, Cáceres, Almería, Granada y, en general, casi todas. Incluso existe un
partido que defiende el regionalismo alicantino, también llamado alicantinismo,
que es un movimiento político y social que persigue el reconocimiento de la
provincia de Alicante como Comunidad Autónoma de España, separada del resto de
la actual Comunidad Valenciana. Asimismo, también defiende la identidad
histórica y cultural propia de Alicante y de los alicantinos. Los límites del
País Alicantino no son del todo precisos, ya que algunos sectores regionalistas
alicantinos incluyen en él territorios ajenos a la provincia. En Alicante se ha
constituido el Partido Cantonalista del País Alicantino (ALICANTON); la Unión
Democrática Alicantina (UNIDA), sucesora de ALICANTON; Los Verdes del País
Alicantino (LVPA); la Unidad Alicantina (UA); Alicante Unida (AU); la Unión
Provincial Alicantina (UPRA); o la coalición Esperanza Ciudadana-Juntos por
Alicante (EC-JxA), teniendo resultados testimoniales en elecciones municipales
y en elecciones a las Cortes Valencianas.
Ante
estos hechos y basándome en la idea de la hispanofobia y antiespañolismo, me
permito dar mi propia conclusión, que sería: “Pobrecita España. Fuiste un Imperio dominante durante tres siglos en
todas las tierras y mares del mundo. De aquella época sólo te queda la
desnudez, porque tus ropajes han desaparecido. De momento todavía conservas tu
nombre, pero ¿quién sabe? Tu futuro es algo incierto y puede que estés cada vez
más cerca de fenecer”.
Vicente Llopis Pastor
21 de abril de 2023
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