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ECONOMISTAS ESPAÑOLES: DIEGO DE COVARRUBIAS Y LEYVA (1512-1577)

 

Dentro del cultivo de la Ciencia Económica, España está incluida como la verdadera creadora de ésta. Sobre todo durante los siglos XV al XVII, en los que, en la Universidad de Salamanca, hubo tratadistas sobre la Economía y sus consecuencias, sobre todo en la relación entre el oro y la plata que traíamos de América y su repercusión sobre los niveles de precios. Entre los más destacados podemos contar con Francisco de Vitoria (1483-1546); Domingo de Soto (1494-1560); Martín Pérez de Ayala (1504-1566); Tomás de Mercado (1523-1575) y otros. Entre esos otros, me permito incluir a Diego de Covarrubias y Leyva (1512-1577), que fue jurista, político, eclesiástico y uno de los difusores y representantes de la Escuela de Salamanca en el Siglo de Oro de la Literatura Española.

Aunque su carrera profesional estuvo muy ligada a la judicatura, la política y el mundo eclesiástico, también incorporó ciertas novedades en el estudio de la Ciencia Económica, a la que dedicó menos tiempo que a los otros menesteres que he citado. Nacido en el seno de una familia acomodada y con ciertos cargos públicos, por ejemplo, su padre, Alonso de Covarrubias (1488-1570), fue arquitecto de la Catedral de Toledo, y su hermano, Antonio de Covarrubias y Leyva (1514-1602), fue profesor de Derecho en la Universidad de Salamanca y Consejero de Castilla.

Diego de Covarrubias aprendió latín con el maestro Alonso Almofara. Siendo todavía un niño, se trasladó a Salamanca, en 1527, a casa de su tío Juan de Covarrubias, racionero en esa Catedral, a estudiar en su Universidad Derecho Canónico con Martín de Azpilicueta (1492-1586) y Teología con Francisco de Vitoria y Domingo de Soto. Tuvo ocasión de aprender Griego y Latín con Clenardo (1495-1542), gramático y viajero flamenco.

En 1538 obtuvo el título de Bachiller en Cánones y una plaza en el Colegio del Salvador, en Oviedo; al año siguiente obtuvo el título de doctor, y en 1540, una Cátedra que desempeñó durante ocho años. De 1548 a 1559 ejerció el cargo de Oidor en la Real Chancillería de Granada. Ya Obispo civitatense recibió el encargo del Rey Felipe II (1527-1598) de visitar la Universidad de Salamanca para hacer la reforma de sus Estatutos, visita que realizó el 12 de agosto de 1560.

Tuvo una brillante trayectoria en el mundo eclesiástico y episcopal, siendo Arzobispo de Santo Domingo, Obispo de Ciudad Rodrigo, Obispo de Guadix, de Álava y de otros lugares en donde se manifestó por el establecimiento de un régimen económico de las catedrales y lugares de culto que dependían de él por su jurisdicción episcopal.

Es de destacar que fue uno de los más brillantes intervinientes en el Concilio de Trento (1545-1563), en el que intervinieron los Papas Paulo III (1468-1545), Julio III (1487-1555), Pío IV (1499-1565) y, posteriormente, una vez finalizado, el Papa Gregorio XIII (1502-1585). En dicho Concilio se aprobó la Contrarreforma frente a la reforma luterana que se había establecido previamente. Muchas de las cuestiones que se trataron en el Concilio tridentino fueron aportadas por Diego de Covarrubias, y algunas todavía se mantienen. Asistió a la clausura del Concilio de Trento en 1563, formando parte de la delegación española. Allí, junto con Hugo de Buonocompagni (1501-1585), el futuro Papa Gregorio XIII, redactó los decretos de “reformatione”. Terminado el Concilio y firmadas por él las actas, regresó a España, y el 25 de octubre de 1564 fue nombrado Obispo de Segovia y formó parte de distintas instituciones eclesiásticas y civiles que gobernaron España hasta su fallecimiento en el año 1577.

Pero en este artículo me quiero referir, fundamentalmente, a sus aportaciones a la Ciencia Económica. Al igual que otros Teólogos y Catedráticos de Salamanca, abogó por la llamada Teoría cuantitativa del dinero, que significa que la abundancia de los metales nobles que se aceptaban como dinero repercutía, proporcionalmente, en los precios. Es decir, cuanto más dinero metálico abunda, suben los precios; algo que hoy es asumido y que se explica como una fórmula que genera inflación. Fue uno de los grandes estudiosos del llamado “bullionismo”, del inglés “bullion”, que quiere decir “lingote de oro”, que es una doctrina económica que definía la riqueza como la cantidad de metales preciosos de los que se es propietario. Su práctica se basó en la acumulación de metales preciosos, en monedas o en lingotes, como única riqueza posible.

El bullionismo también es conocido como “metalismo”, y es considerado como un mercantilismo arcaico según el cual no se permitía la emisión de papel moneda con libertad por el banco emisor, sino que debería reflejar fielmente la existencia en metal precioso que lo respalde y, de esta forma, impedir la inflación. Ésta era la identificación con la política económica de la Monarquía Hispánica durante el Antiguo Régimen, especialmente por los Habsburgo, siglos XVI y XVII, mediante la obsesión reglamentista y el control sobre los metales preciosos que se extraían de América. Se pretendía su acumulación al identificar riqueza y existencia de oro o plata que llevaban asociado el prestigio y poder. Se intentaba impedir la salida de oro y plata, lo que contribuía aún más al proceso de inflación, denominado “Revolución de los Precios”. Buena parte de los economistas españoles de aquella época, agrupados bajo la denominación de “arbitristas”, pueden ser considerados bullionistas.

Diego de Covarrubias escribió diversas obras, tanto en latín como en español. La mayoría de ellas relativas a la moral y el buen gobierno. Solamente citaré las que se referían a la Ciencia Económica, entre las cuales incluiría: “Quanvis pactum. De pactis” (1553); “In regulae possessor malae fidei, de regul juris” (1553); “Veterum numismatum Collatio (de re monetaria)” (1556); “Variarum resolutionum ex jure pontificio regio et caesareo” (1570) y otros muchos en los que combina la cantidad de dinero en circulación con normas jurídicas y de contenido moral propio del catolicismo.

Mi especial reconocimiento a Diego de Covarrubias que fue uno de los creadores de la Ciencia Económica y cuyas aportaciones fueron superiores a las que hicieron los escoceses del siglo XVIII, los llamados “padres” de la Ciencia Económica, entre ellos, Adam Smith (1723-1790) y algunos más.

 

 

Vicente Llopis Pastor

29 de marzo de 2023

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