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LA FACILIDAD DE LEGISLAR Y GOBERNAR DEL ACTUAL PRESIDENTE DEL GOBIERNO ESPAÑOL

 

Digo “facilidad” por las fórmulas que está usando el Presidente del Gobierno español como Órgano Ejecutivo; pero también como Órgano Legislativo según el modelo aceptado por países democráticos occidentales que dividen el poder del Estado en: Legislativo, Ejecutivo y Judicial; basándose en la obra “El espíritu de las leyes” del francés Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu (1689-1755), que es la guía para el sano ejercicio de la democracia en la organización del Estado.

El Poder Ejecutivo, consiste en las tareas fundamentales del Gobierno o Consejo de Ministros, que toma las decisiones inherentes a los temas de hacer realidad hechos y circunstancias con las que se ha de enfrentar el Estado. Este poder ha de cumplir lo que emane de los poderes restantes, el Legislativo, que dicta las leyes que han de ser aprobadas previamente, y el Judicial, que verifica el correcto cumplimiento de las leyes y de la legislación aplicable.

El Poder Legislativo, consistente en el Parlamento, concretamente en España el Congreso de Diputados, y el Senado, que dictamina y aprueba las leyes. Estas leyes pueden ser ordinarias o leyes orgánicas; estas últimas de mayor trascendencia porque crean o modifican nuevas normas básicas en la función gubernamental. En la legislación española, las leyes ordinarias han de ser aprobadas por mayoría simple en el Congreso de Diputados, y para las leyes orgánicas, necesitan tres quintos de los votos de la Cámara.

En casos esporádicos, y por una necesidad de urgencia, el Gobierno puede crear los llamados “Decreto-Ley”, que en España se denominan “Real Decreto-Ley” en los que el Gobierno legisla, es decir, que asume un poder que normalmente no le corresponde, pero que, pasado un tiempo prudencial, ha de ser convalidado por el órgano legislativo, es decir, nuestro Congreso de Diputados, quien actualmente siempre da su conformidad a los dictados de los Reales Decreto-Leyes que han salido de los órganos (ojo con esta palabra) del Gobierno español, ya que para ello necesitan la mayoría simple de la Cámara, y en estos tiempos, nuestro Presidente del Gobierno está muy avezado y apoyado por los partidos políticos segregacionistas, independentistas y otros partidos muy locales, de provincias o Comunidades Autónomas, que aceptan estos Reales Decretos porque posiblemente el Presidente del Gobierno español les haya concedido algunos beneficios a cambio de su voto. Algún día nos enteraremos de cuál es el precio que está pagando el Gobierno por esta aprobación de los Reales Decretos gubernamentales.

El Poder Judicial, es el conjunto de jueces, magistrados, tribunales de justicia y otros organismos, incluyendo los Tribunales Superiores de Justicia de cada Comunidad Autónoma, Audiencias Provinciales, Tribunal Supremo e, incluso, Tribunal Constitucional. El organismo que desarrolla el Poder Judicial en nuestro país es el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que actualmente está en candelero, por el empuje del Gobierno actual a asegurarse de que la composición de dicho CGPJ accederá a los dictados del Gobierno.

Ante este panorama, me cabe meditar sobre la llamada “democracia española”, que parece ser que está plenamente asumida según los estándares internacionales. Sin embargo, tengo mis dudas por el frecuente uso de Reales Decreto-Leyes que está usando nuestro Gobierno. Realmente se trata de asumir una forma de gobernar excesivamente legislada, que no nace del Poder Legislativo, sino del Poder Ejecutivo, aunque pasado algún tiempo el Congreso de Diputados lo convalide.

Según he podido leer en el diario especializado “El Economista”, el uso de estos Decreto-Leyes ha llegado a ser tan numerosos que superan las propias leyes ordinarias u orgánicas que se han dictado durante el Gobierno de don Pedro Sánchez Pérez Castejón (1972) y nos encontramos que, en lo que va de año, han aprobado un total de sesentainueve leyes ordinarias y treintaicuatro leyes orgánicas y mediante Decreto-Ley doscientas treintaicinco, que superan en ciento treintaidós el número de leyes ordinarias y orgánicas establecidas. Para el próximo año 2023, último de la legislatura de Pedro Sánchez, pero que puede ser nuevamente un Gobierno como el actual, se tiene previsto un Plan Anual Normativo de la Administración General del Estado que incluye ochentaiuna leyes ordinarias; noventaidós leyes orgánicas y ciento sesentaitrés Reales Decretos.

Entre los Reales Decretos dictados por el Gobierno actual durante los últimos más de cuatro años, se encuentran temas como el establecimiento de nuevos sistemas de cotización para los trabajadores autónomos; adopción de medidas urgentes en el ámbito de la contratación laboral; prevención del blanqueo de capitales en entidades de crédito; telecomunicaciones; medidas tributarias; prevención y reparación de daños medioambientales; desplazamiento de trabajadores en servicios transnacionales; defensa del consumidor; medidas de protección social para hacer frente a situaciones de vulnerabilidad social y económica; modificación del texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores; etcétera, etcétera, etcétera, que son de suma importancia y suponen parte de la estructura del Gobierno y de la Administración Pública. A ello hay que añadir el que las Comunidades Autónomas también pueden legislar mediante Decreto-Ley, lo cual nos parece un exceso de legislación generada por el Gobierno y otras instituciones políticas y sociales.

Los actuales gobernantes están muy ocupados en elaborar normas y Reales Decreto-Leyes. Creo que se está llegando a emitir más leyes y Reales Decretos obligatorios que en la dictadura del General Franco (1892-1975), tildándolo de “fascista”, aunque jamás se llamó a sí mismo como tal. Y a quienes tienen simpatías hacia aquel régimen, actualmente se les llama “fachas”, tal vez el más grave insulto que pueda percibir un ciudadano español en estos tiempos, concepto generado e impuesto por el propio Estado español actual.

No tengo suficiente conocimiento de la razón de esta forma de gobernar, tal vez sea la más oportuna y eficiente en los tiempos actuales; así que para mí no se me ocurre otra palabra que la calificación de la política española actualmente como “democracia despótica”.

 

 

Vicente Llopis Pastor

30 de diciembre de 2022

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