Entendemos como “salario medio” a la retribución que reciben los trabajadores por sus tareas. Este llamado salario medio consiste en dividir el total de los salarios percibidos por los trabajadores por el número de ellos. Es decir, es la media aritmética simple de dos magnitudes. Esta información no suele ser muy explicativa o rigurosa, ya que lo más correcto sería usar la media aritmética ponderada, la mediana, la moda u otros cálculos estadísticos que son más perfectos y que identifican una función estadística.
Sin
embargo, me voy basar en el salario medio porque resulta más fácil de
comprender e, incluso, de comparar, tanto en el tiempo como en la actividad
productiva a la que se dedica. He recogido alguna información sobre
macromagnitudes económicas elaborada por el sacrosanto Instituto Nacional de
Estadística (INE); el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), que es el
sustituto del extinto Instituto Nacional de Empleo (INEM); y las Encuestas de
Población Activa (EPA) que se realizan trimestralmente por organismos del
Ministerio de Trabajo.
De su
lectura, análisis e interpretación, referidas a finales del tercer trimestre
del actual año 2022, obtengo las siguientes conclusiones y añado un comentario
adicional para mejor comprensión de las cifras que he manejado para escribir
este artículo.
Concretamente
tenemos los siguientes datos:
Número
de trabajadores en España: 23,5 millones de personas, que son los que tienen,
como mínimo, dieciséis años de edad, hasta los sesentaisiete años de edad, que
la legislación española admite como trabajadores potenciales, de los cuales nos
encontramos con 20,5 millones de trabajadores con empleo y 3,0 millones de
parados, lo que supone una tasa de paro del 13%.
También
existe la llamada tasa de actividad, que consiste en el número de personas que
han cumplido dieciséis años de edad hasta los sesentaisiete años que se
considera la edad de jubilación y que no trabajan voluntariamente en empresas u
otros puestos laborales. Generalmente se trata de amas de casa que no
participan en el mercado laboral, aunque hay que reconocer el importante papel
que desarrollan en las unidades familiares y en la cohesión social. En España,
la tasa de actividad es del 59%, bastante más lejos que las de los países nórdicos,
séase Dinamarca, Noruega, Suecia, Finlandia, Alemania y otros, que suelen
superar la tasa del 72%.
Pero
mi intención en este artículo no es la de incidir en la tasa de empleo en
España, que se manifiesta en el “mercado laboral”, frente al “mundo laboral”
que se denominaba en el antiguo régimen dictatorial español desaparecido con la
Constitución de 1978. Este tema no es baladí, ya que en el anterior régimen
solían resolverse cuestiones laborales con cierta cadencia en favor del
trabajador. Actualmente, el “mercado laboral” resuelve las incidencias
derivadas de convenios, peticiones sindicales, convenios colectivos y otras
cuestiones, en su mayor parte (80%), en favor del empresario, y en el anterior
mercado laboral las resoluciones de los tribunales solían ser de un 80% en
favor de los trabajadores en sus decisiones y sentencias, con menoscabo del
empresario.
Pero
paso al tema que me ocupa, “El salario medio en España”. Y para ello he de
matizar la familia y la cuantía de los sueldos y salarios de los 20,5 millones
de personas que tienen un empleo en nuestro país. Según la estadística que he
manejado, se distribuyen de este modo:
He de
señalar que en el “Ancienne Regime” el mundo de funcionarios era de 700.000
personas y que la democracia ha traído la acromegalia de 3,5 millones de
funcionarios a los que hay que añadir los 500.000 políticos que cobran del
Estado, séase Gobierno, Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y otros
organismos.
Pues
bien, los salarios medios que consisten en las retribuciones totales que
figuran en el Producto Interior Bruto (PIB) y en el llamado “Cuadro Económico”
del Estado fijan estas retribuciones antes de impuestos:
Estas
cifras pueden ser engañosas para quien las lea, ya que los estratos o sectores
de la actividad económica y las categorías laborales, séase Jefes, Oficiales,
Auxiliares, Ordenanzas, Aprendices y demás calificaciones, hacen el cálculo mediante
una media aritmética simple, y no pondera el peso de cada categoría o
cualificación.
Si
pasamos a las cuantías anuales de las retribuciones con las pagas
extraordinarias, antes de impuestos, sería:
A este respecto he de citar que, hace siete años, concretamente en el año 2015, las retribuciones eran:
Lo que demuestra que la evolución de los salarios pagados por las empresas no alcanzará nunca la de los funcionarios y siempre habrá una diferencia en favor de estos últimos de 900 euros mensuales. En este tema hay que destacar los logros de los sindicatos de funcionarios frente a los sindicatos de trabajadores de empresas y los autónomos, que no han conseguido grandes logros. Además de que los funcionarios suelen tener una mayor preparación individual, suelen ser universitarios y conocen en todos sus detalles la legislación, normativa y protocolos del llamado “mercado laboral”.
He
sido profesor durante veintiocho años de la Facultad de Ciencias Económicas y
Empresariales de la Universidad de Alicante y siempre he sentido y comprendido
que los estudiantes, sobre todo los más brillantes, al acabar la carrera,
optaban por concurrir a oposiciones a Organismos del Estado español, no sólo
por su mayor retribución, sino también por algunos aspectos adicionales, tales
como:
-
Control flexible de su trabajo.
-
Horarios ad-hoc.
-
Amplio horario para el desayuno o tomar café.
-
El que el Estado nunca los va a despedir de su puesto
de trabajo.
-
El Estado siempre les pagará, en tiempo y forma, su
sueldo, ya que por definición, el Estado no va a suspender pagos o quiebra.
-
No se les mide la ergonomía de su trabajo.
-
Los jefes son muy condescendientes.
-
Otras ventajas en cuanto a la cantidad y calidad de sus
tareas.
O séase, “Dios me ponga donde “haiga”, que de lo demás ya me encargo yo”.
Vicente Llopis Pastor
25 de diciembre de 2022
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