El Banco
Central Europeo (BCE) es el ejecutor de la política monetaria de la zona euro
de la Unión Europea (UE). Comenzó a operar con dinero físico el 1 de enero de
2002, aunque ya trabajaba como unidad de cuenta en los cálculos de las
macromagnitudes, liquidez, control bancario y otros menesteres que tienen el
objetivo último de controlar la inflación. Está instalado en Fráncfort,
Alemania, y sigue una política parecida a la del Bundesbank alemán de ser
independiente de las decisiones de los Estados, que se ocupan de la política
económica en cuestiones de gasto, fiscalidad, tributación y otros menesteres, y
que no pueden enmendar la plana ni intervenir en la política monetaria, es
decir, en la cantidad de dinero y tipos de interés que fija el BCE para toda su
zona operativa. Actualmente, su Presidenta es Christine Lagarde (1956), francesa,
quien tiene una trayectoria en las finanzas internacionales de notable éxito y,
entre otros cargos, ha sido Directora del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Hoy en día
está apareciendo un crecimiento de la inflación, y el BCE debe tomar medidas
para que, en lo posible, ésta no se dispare, cuestión que va a ser bastante
difícil de conseguir, ya que el Índice de Precios al Consumo (IPC) lleva más de
medio año con tasas de alrededor del 10%, algo inaudito, tanto en Europa como
en Estados Unidos, y el BCE, de momento, ha realizado unas “recomendaciones”
que debe llevar a cabo la banca europea. Estas “recomendaciones” pudieran ser
de obligado cumplimiento si la inflación no se reduce a una tasa adecuada, que podría
ser, como en los últimos veinte años, de un 2% anual.
De esta
forma, el BCE ha aumentado la presión sobre algunos bancos europeos para que
sean comedidos en el pago de dividendos y bonus a sus altos ejecutivos en el
actual contexto de inflación y frenazo económico. El BCE, como supervisor de
los bancos europeos, está transmitiendo a las entidades que se comporten con
moderación, ya que le preocupa que la crisis energética provoque una ola de
impagos. En su opinión, Europa se enfrenta a “un shock macroeconómico
persistente y en toda regla”, que requiere que los supervisores “ejerzan
extrema precaución”. Se calcula que para el año 2023, la banca europea pueda
necesitar 110.000 millones de euros y aboga por crear un fondo suficiente para
dichas provisiones y, por el momento, recomienda que no se faciliten los
dividendos a sus accionistas y los bonus a los altos ejecutivos, lo cual supone
una manera de retener la liquidez en el BCE y evitar situaciones impropias en
la banca e incentivar la inflación.
El BCE se
refiere, sobre todo, a los bancos de mayor dimensión, entre los cuales están
los españoles Caixabank; Bankinter; Sabadell; BBVA y Santander.
La
situación actual de la banca europea es parecida a la del periodo de la
pandemia de la Covid-19, en la que ésta tuvo que realizar una montaña de
provisiones, que finalmente no se utilizaron porque la recuperación fue igual
de intensa que la caída. Y porque las moratorias y ayudas gubernamentales
congelaron la tasa de morosidad. Sin embargo, casi todos los expertos coinciden
en que el escenario actual es más peligroso por la inflación y la posibilidad
de recesión.
La banca
europea cerró el año 2021 con un colchón de provisiones de 55.000 millones de
euros. Para el año 2023 se calcula que necesitarán 110.000 millones de euros,
tal como he dicho anteriormente.
En el caso
español se estima que el 90% de los ingresos extra que llegarán a la banca
gracias a la subida de tipos de interés se evaporará por culpa de las
provisiones, del impuesto especial a la banca, de la inflación y de la presión
para volver a remunerar los depósitos.
Tan sólo
me falta añadir que el Gobierno español quiere aplicar un nuevo impuesto
especial a la banca del 4,80% de los ingresos
financieros de la banca local, que
no son los beneficios directos, sino una cuantía mucho mayor, lo cual
mermará sus beneficios y es una forma de reducir los dividendos a repartir, ya
que el Estado español desviará hacia él cantidades enormes de dinero y se
retribuirá en menor cuantía a los accionistas. Se espera que los próximos años
se dé un importante giro al destino de los beneficios bancarios en España.
Vicente Llopis Pastor
19 de noviembre de 2022
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