Es conocido que la primera circunvalación del planeta Tierra fue obra de españoles. Hace algunas fechas publiqué un artículo respecto a los avatares de aquella inmensa gesta, tal vez la mayor que ha existido en la historia, y que llevaron a cabo los españoles entre 1519 y 1522, en la que Magallanes (1480-1521), junto con una pequeña flota española, intentó dar la primera vuelta al mundo; sin embargo, no alcanzó la dicha de lograrlo porque falleció en Filipinas en la lucha contra los nativos de este país en el año 1521, que pasó a ser una colonia española. A su fallecimiento, el mando pasó a ser de Juan Sebastián Elcano (1486-1526). La expedición estuvo compuesta por 5 naos y 245 tripulantes, habiendo partido desde Sevilla el 10 de agosto de 1519 y durante los tres años de la expedición atravesó tres océanos y bordeó otros tantos continentes hasta llegar a España, alcanzando por fin San Lucas de Barrameda y Sevilla, con solo 18 hombres supervivientes a bordo de la nao “Victoria”, que comandaba Juan Sebastián Elcano. Esta primera vuelta al mundo fue muy celebrada y el propio rey Carlos I de España y V de Alemania felicitó a la dotación y a
Juan Sebastián Elcano, ofreciéndole una esfera terrestre que actualmente está ubicada en la biblioteca del Monasterio de El Escorial, en la que se lee “primus circumdedisti me”, traducida en español “fuiste el primero que me circundaste”, lema que aceptó el propio Juan Sebastián Elcano. Fue un importante paso en la historia de la humanidad y, al igual que muchos otros temas de la época del Imperio Español, fuimos los pioneros en esta travesía que también sirvió para demostrar que la Tierra no era totalmente plana.
Lo cierto es que dicha gesta fue conocida por todo el mundo y contó con la admiración hacia los españoles por la dureza y circunstancias de tan larga navegación, sin un puerto definido de llegada y que estuvo plagado de luchas, ambiciones, ataques de los habitantes de los países por los que atravesaron, etcétera.
A raíz de ello surge un comentario, que todavía hoy se admite como cierto, de que la segunda circunnavegación del mundo fue realizada por los ingleses. Concretamente por Francis Drake (1540-1596), quien fue un corsario, explorador, comerciante de esclavos, político y vicealmirante inglés. Inglaterra entonces tenía una manifiesta enemistad con España y Francis Drake fue uno de los peones de la Corona inglesa para atacar nuestro país y para robar y quitarnos todo lo que poseíamos en América, e incluso los productos que de allí traíamos a nuestra península. Drake fue un sanguinario pirata al que la propia Corte inglesa lo ennobleció y le nombró vicealmirante de la Marina Real inglesa, gracias a lo cual fue miembro del Parlamento inglés en tres ocasiones: 1572-1583; 1584-1585; y 1593.
Durante los siglos XVIII, XIX y XX, el Imperio Británico estaba fundamentado en su dominio de los mares y era la potencia predominante en nuestro planeta, y se permitieron difundir las heroicidades de sus ciudadanos, elevando a Francis Drake como uno de los más grandes marinos de la historia, fundador de ciudades, vencedor de batallas en el océano Pacífico, guerras contra España, expediciones belicosas a la península ibérica y otros menesteres que nos demuestran la falta de escrúpulos de los hijos de Albión, que elevaron a Drake como uno de sus héroes, cuando no fue otra cosa que un malhechor cuya obsesión era hacer caer al Imperio Español. Cuestión que no es más que una propaganda que crearon los propios ingleses para contener los ataques que podían sufrir y llevar a cabo toda clase de expediciones marítimas contra el Imperio Español. Hasta tal extremo llegó esta enemistad entre España e Inglaterra, que nuestro escritor y poeta, Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635), escribió la obra “La dragontea”, que ocupó un lugar de importancia en su carrera literaria y las inmortales gestas de algunos valientes españoles que combatieron los ataques del sanguinario inglés. Pero este hecho histórico de la segunda vuelta al mundo no fue precisamente el de Francis Drake y sus mesnadas, sino que fueron también los españoles quienes llevaron a cabo la segunda circunnavegación de la Tierra.
Hace pocas fechas el escritor español Santiago Juega, profesor de historia, publicó su libro “Periplo al Maluco. La casa de contratación de especiería de A Coruña (1522-1529)”, publicada por Ediciones Boreal, en el que fija todo tipo de detalle de esta segunda vuelta al mundo. Con esta obra se demuestra que la segunda circunnavegación fue también española y fue tan dura y exigente como la primera. Esta nueva expedición, llamada la de García Jofre de Loaisa, zarpó el 24 de julio de 1525 del puerto de La Coruña y muy mermada regresó a España el 26 de junio de 1536, es decir, que duró once años. Esta armada estuvo formada por siete barcos. Cuatro eran naos: Santa María de la Victoria, capitaneada por García Jofre de Loaisa; Sancti Espíritu, por Juan Sebastián Elcano; Anunciada, por Pedro Vera; y San Gabriel, por Rodrigo de Acuña. Había dos carabelas: Santa María del Parral, por Jorge Manrique y San Lesmes, por Francisco de Hoces. Completaba la flota el patache Santiago, por Santiago de Guevara. El objetivo era alcanzar Las Molucas, que hoy forman parte de Indonesia, para expulsar a los portugueses que ya estaban asentados ahí y hacerse con el dominio de aquella zona, lo que suponía controlar la producción de especias, pues en todo el planeta solo se daban en siete pequeñas islas de esa zona. La singladura de la flota y la lucha contra los portugueses fue debilitando la capacidad belicosa de los españoles. En su transcurso falleció Juan Sebastián Elcano y finalmente en las Islas Molucas, entonces llamado El Moluco, solo quedaron diecisiete españoles. No todos quisieron regresar. Para el viaje de vuelta se repartieron en tres naos portuguesas. El 26 de junio de 1536, Andrés de Urdaneta y Macías del Poyo, arriban a Lisboa. Pocos días más tarde llegan a esa misma ciudad, a bordo de la nao Gallega, Hernando de la Torre y otros cuatro marinos, mientras otro marinero, Francisco de París, lo hace en otro barco. En total ocho supervivientes. Habían transcurrido once años menos veintiocho días desde que zarparon de La Coruña el 24 de julio de 1525, se cierra el círculo. Se completaba así la segunda circunnavegación de la Tierra. Sin recibimiento. Sin gloria. Sin blasones. En silencio.
Este es un momento más de la confusa historia de España que a veces es nuestra madre pero casi siempre nuestra madrastra. Lo que es indudable es que las gestas y heroicidades de muchos españoles no son conocidas y, en ocasiones, son atribuidas a ciudadanos de otros países, ya que el actual auge de los anglosajones no favorece la consideración que han tenido los españoles durante algún tiempo.
Pasados quinientos años, España puede enorgullecerse de estas dos primeras circunnavegaciones del planeta Tierra; a pesar de que la mayoría de los españoles de cualquier edad no lo saben ni lo reconocen.
Un afectuoso saludo.
Vicente Llopis Pastor
30 de octubre de 2022
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