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CAÑONES O MANTEQUILLA

 

           

            Cuando yo era un mozalbete de ocho o nueve años de edad, tuve la gran dicha de conocer la interesante biblioteca de mi tío Carlos Antón Pastor (1915-1973), que me aficionó a la lectura. Era una biblioteca generalista y pude leer libros como “El médico en casa”, un tratado de varios tomos que habla de la fisiología y enfermedades de las personas; las obras completas del escritor austríaco Stefan Zweig (1881-1942); las de Emil Ludwig (1881-1946), escritor y biógrafo alemán; el noruego Knut Hamsun (1859-1952); la autobiografía de Santiago Ramón y Cajal, y otros muchos autores. Me impactaron profundamente los libros de Stefan Zweig, del que, de vez en cuando, voy releyendo.

            Pero talvez el que más me afectó fue un antiguo libro titulado “Economía Política”, editado hace más de cien años, que es el título que entonces se daba a las materias económicas, antes de que la evolución y análisis de la Ciencia Económica comenzara a presentarse en apartados, tales como: Hacienda Pública; Teoría Económica; Microeconomía; Macroeconomía; Ciclos Económicos; Estructura e Instituciones Económicas; Historia Económica, y otros enfoques.

            En aquel arcano libro se hacía uso de la expresión “cañones o mantequilla”, que no era otra cosa que los países y sus dirigentes habían de elegir entre fortalecer su situación militar (cañones) y olvidarse de ella, con el fin de poder alimentar a la población (mantequilla).

            Esta cuestión es muy trascendente, ya que influye en la seguridad y alimentación de los ciudadanos de un país. En el fondo es una sempiterna cuestión de decidir qué es lo que hay que hacer, constreñido a un determinado límite, ya que no hay capacidad para todos los gastos en cañones y mantequilla que pueden ser necesitados. De ahí el que la definición de la Ciencia Económica es “la forma de satisfacer las necesidades humanas por medio de recursos limitados susceptibles de usos alternativos”.

            Este paradigma económico fue muy estudiado por Paul A. Samuelson (1915-2009), Premio Nobel de Economía de 1970, autor del libro “Curso de Economía Moderna”, que ha servido de manual para el estudio de la Ciencia Económica durante muchos años y en todo el mundo. Lo cierto es que en política económica, el Ejecutivo no puede hacer lo que le viene en ganas, sino que ha de fijar previamente un “techo de gasto” aprobado por el Parlamento y del que no puede excederse. Este es el caso del Gobierno español, que ha fijado un techo de gasto en el mes de julio, aprobado por el Consejo de Ministros, refrendado por la Unión Europea, que se presentará como límite de los Presupuesto Generales del Estado (PGE) del año 2023 y que serán debatidos en el último trimestre del actual 2022.

            España no es ajena a este tipo de cañones y mantequilla y hace unos meses tuvo lugar en Madrid la Asamblea General del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que consiste en la defensa militar de los países occidentales que han querido incorporarse a dicho tratado. El actual Presidente de Estados Unidos, Joe Biden (1942), al igual que su antecesor Donald Trump (1946), abogan por que cada país que forma parte de la OTAN aporte más dinero a la defensa colectiva de Occidente, ya que hasta ahora fundamentalmente la OTAN está financiada en gran parte por los Estados Unidos. Para el caso de España, nuestro Presidente del Gobierno, Don Pedro Sánchez Pérez-Castejón (1972), se ha comprometido en aumentar la aportación financiera española hasta alcanzar un 2% del Producto Interior Bruto (PIB), hasta aumentarla en 2.500 millones de euros en unos años. Para el próximo 2023, el compromiso es de aumentar el gasto militar español en la OTAN en 1.000 millones de euros, lo cual no ha sentado muy bien a algunos ministros del gabinete español, ya que por su ideología son antibelicistas y no están dispuestos a gastar un solo céntimo en actividades bélicas y en su lugar entienden que ese gasto ha de aplicarse a temas sociales. Es decir, la metáfora de los cañones de Pedro Sánchez y la mantequilla de Yolanda Díaz (1971) y Alberto Garzón (1985).

            Esta cuestión del incremento del gasto militar español va a generar debates muy intensos en la tramitación en el último trimestre de este año de los PGE para 2023 y posiblemente ponga a prueba la capacidad de permanencia del actual Gobierno español en coalición, lo cual añadiría una incertidumbre adicional a algunos conceptos entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Unidas Podemos, Izquierda Unida y otros partidos que le apoyan y que podría poner en crisis al actual Gobierno español. Todo ello como consecuencia del compromiso personal de nuestro Presidente con el Presidente de Estados Unidos durante la Cumbre de Madrid. Con ello, España se situaría en una polémica, ya que quizás tenga que enfrentarse a algunos enemigos o, a su vez, suministradores de gas y otras materias para España. Estoy hablando de Argelia, Marruecos y otras misiones que la OTAN nos ha encomendado en el suroeste de Europa.

            Pues, estimado lector, esta afirmación de nuestro presidente del Gobierno está teniendo una controvertida respuesta por algunos de los políticos que forman la coalición de gobierno. Y ello no es muy favorable a un gobierno estable y que pueda codearse con las potencias más desarrolladas del mundo. Resulta curioso que el material bélico de España se haya incrementado en mil millones de euros gracias a una breve entrevista entre el Presidente español y el Presidente estadounidense que apenas duró un minuto. Creo que en estos temas hay que ser más cautos y no comprometerse tan fácilmente; sobre todo cuando España está teniendo grandes dificultades económicas y necesidades sociales, entre ellas una hiperinflación, algo desconocido desde hace más de treinta años; limitación del gasto de electricidad, gas y otros productos energéticos; ayudas necesarias, tanto municipales como autónomas y estatales, e incluso la atención financiera que se está realizando a los refugiados de Ucrania.

            La oposición y algunos representantes de los partidos políticos que gobiernan en coalición en España, ya han manifestado que votarán en contra del incremento armamentístico, porque va en su ADN y el dinero ha de entregarse a espuertas a los inmigrantes que han llegado a las costas españolas y resultan intocables, amén de tener que mantenerlos a cambio de nada. Es la política del “buenismo”, que al paso que lleva va a dejar la caja de caudales del Gobierno español totalmente vacía. Dios no lo quiera, pero en situaciones como la que he descrito es el propio Gobierno quien está disconforme y algunos ministros lo justifican. Aunque, para mí, esta justificación no es otra que figurar España dentro del grupo de países más bondadosos que existe y así aparecer como uno de los más pródigos entre todos los habitantes del planeta.

            Estimado lector, lo que he expuesto es una metáfora que lleva visos de transformarse en una realidad objetiva. Así se conduce la política desde hace miles de años y aunque cambiemos sus nombres, siempre estará pendiente sobre nuestras cabezas el filo de la espada de cañones o mantequilla.

           

Vicente Llopis Pastor

 28 de octubre de 2022

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