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LAS CURVAS PARA MEDIR LA ALTA COSTURA Y LA ALTA ECONOMÍA

 

           

            Mi madre, Luisa Pastor Ferrándiz (1912-2001), fue una modista de elevado nivel que tuvo taller propio con numerosas aprendizas y empleadas. Por la calidad de su confección, sus múltiples clientas residentes en la provincia de Alicante, e incluso, en algunos casos, en Valencia o en Madrid, se desplazaban hasta su taller. Creo que fue una gran profesional, con una vocación muy volcada a la confección de vestidos femeninos. Para ella era muy fácil la sisa, corte, bies, remate, festón, ribete y todos los menesteres necesarios para elaborar vestidos de señora y, sobre todo, de trajes de novia, hasta tal extremo que las novias solían regalarle la fotografía de estudio del día de su boda. Este hecho dio lugar a que mi madre poseyera una enorme colección de dichas fotografías que suponían el agradecimiento y felicitación de las recién casadas a mi madre, que era la modista que les había confeccionado los trajes de novia. Puedo decir, sin equivocarme, que mi madre fue una modista de Alta Costura, reconocida por afamadas clientas.

            Comenzó a coser a los doce años de edad y su fama fue muy grande desde el principio, teniendo que dejar la escuela primaria para dedicarse a coser con mucho éxito. Como curiosidad he de señalar que, prácticamente, fue una autodidacta. Aprendió viendo trabajar a modistas de mayor edad. No asistió a ninguna academia o escuela de “corte y confección” que tanto abundaban y en ella se dio la maravillosa circunstancia de que no usaba patrones y cortaba la tela de acuerdo con las medidas que tomaba, que consistían en: largo, talle, manga, cintura, espalda, pecho y cadera. Es decir, las más significativas curvas del cuerpo de una mujer y que estaba configurado por la textura pelviana propia de la naturaleza del género femenino. Por eso, me he permitido titular este artículo con “Las curvas para medir la Alta Costura…”. Pero, le he añadido “…y la Alta Economía”. Ya que yo no sé siquiera cómo se cose un botón pero, al igual que mi madre, a los doce años de edad comencé a leer libros de economía política; balances mensuales del Banco de España; la revista “De Economía” y múltiple literatura económica editada por el Instituto de Estudios Económicos Sancho de Moncada, así como biografías de los llamados “Padres” de la Economía. Creo que en mi caso he tenido una trayectoria en la Ciencia Económica parecida a la de mi madre en la Alta Costura. Además, ambos comenzamos nuestras tareas a los doce años de edad y nos retiramos a los cincuenta y seis años de edad.

            Ante esta circunstancia, me permito explicar cuáles deben ser las curvas a medir en la Alta Economía; es decir, en la Macroeconomía, que sirve para conocer el nivel de equilibrio de las variables que conjuntan la situación económica de un país. Al igual que las siete curvas de la Alta Costura, traslado a la Alta Economía siete curvas. Para mí, éstas son las siguientes:

-        Incremento anual del Producto Interior Bruto (PIB), que mide el crecimiento económico de un país mediante una determinada tasa. Lo aceptable como Alta Economía sería una tasa entre el cinco y el diez por ciento. Una tasa por debajo del cinco por ciento es insuficiente para un correcto desarrollo económico, que es más que el crecimiento económico. La diferencia entre el desarrollo y el crecimiento económico de un país es el cambio institucional que pueda aparecer y la democracia que lo sostiene.

Según diversos Servicios de Estudios, el crecimiento del PIB español para el año 2023 apenas alcanzará el 3%.

-        Inflación. Medida por el Índice de Precios al Consumo (IPC), que significa una de las grandes y poco explícitas condiciones negativas para la economía del país. Para mí resulta aceptable un IPC por bajo del 3% anual y supone una cierta estabilidad de precios con la que se encuentra su economía y permite que otras variables macroeconómicas no varíen.

En el caso de España, hemos tenido en los treinta últimos años un IPC aceptable y nuestro desarrollo económico ha sido correcto. Actualmente la inflación española está por encima del 10% y puede que se incremente de aquí a finales del año 2022, lo cual va a perjudicar tanto a nuestro país como a sus ciudadanos.

-        Deuda soberana. Mide el endeudamiento que tiene el Estado con acreedores de todo tipo, normalmente extranjeros, que optan por adquirir título de crédito en el que el deudor es un determinado país y que suele tener un tipo de cotización muy estable. Creo que un endeudamiento aceptable sería aproximadamente de un sesenta por ciento del PIB.

En el caso de España, para poder integrarse en el Sistema Europeo de Bancos Centrales y en la moneda “euro”, en el año 2001, su Deuda Soberana era del dicho sesenta por ciento. Actualmente, por mor de todo tipo de necesidades y por las políticas que han llevado a cabo diversos gobiernos, nos encontramos con una Deuda Soberana cercana al ciento sesenta por ciento, lo que supone 1,8 billones de euros. Opino que, dada la política económica que sigue el actual gobierno, a finales de año nos situaremos en un ciento ochenta por ciento de Deuda Soberana, que supone 2,0 billones de euros, algo muy difícil de pagar por parte de España, además de que el tipo de interés está subiendo, con lo que la Deuda Soberana española se va a transformar en una “Deuda Perpetua”.

-        Balanza de pagos. Consiste en tres apartados que miden las diferencias entre ingresos y pagos del y al exterior, consecuente con el tráfico mercantil, son la llamada “balanza comercial”, que es la compraventa de productos con el resto de países; “balanza de capital”, que mide las inversiones extranjeras y la “balanza de servicios”, que contiene los ingresos y pagos a instituciones y trabajadores extranjeros.

Cobros a instituciones extranjeras que, en el caso de España, suponen una situación bastante favorable, gracias a la entrada de turistas extranjeros y de ingresos recibidos por empresas multinacionales españolas que están operando en muchos países, aunque los dos últimos años han flojeado por causas de la pandemia de la Covid-19.

-        Interés. Es la retribución del capital. Debe estar equiparado al crecimiento anual del PIB. Este tipo de interés es una de las variables más importantes de la política monetaria y en Estados Unidos lo fija la Reserva Federal (FED) y en Europa el Banco Central Europeo (BCE). Ante la situación inflacionaria que estamos iniciando, la política clásica para reducir la tasa de inflación es aumentar el tipo de interés y de esta manera reducir la demanda de inversión que repercute en el nivel de precios.

En el caso de España, el incremento del tipo de interés se va a notar, sobre todo en la cuantiosa Deuda Soberana que mantiene y en las inversiones empresariales. Hasta ahora la Deuda Soberana española no pagaba intereses, pero por las nuevas medidas antiinflacionarias van a tener que pagar un determinado tipo de interés.

-        Inversión. Es la parte del PIB de un país que no se dedica al Ahorro y que supone aumentar el capital productivo. Para que haya una aceptable inversión, el país ha de mantener una seguridad jurídica y una estabilidad tributaria. La ortodoxia económica suele fijar un quince por ciento del PIB como inversión aceptable.

En el caso de España, nos encontramos con que el Gobierno ha creado impuestos extraordinarios sobre la banca y lo va a hacer con empresas petroleras, de energía, gas y electricidad, algunas de ellas con carácter retroactivo y que hará huir de nuestro país a los inversores extranjeros e institucionales. Sus efectos se notarán a largo plazo. Estimo que la inversión para este año 2023 no pasará del 5%.

-        Nivel de empleo. Es el número de personas que están trabajando y que se sitúan entre los 16 a los 67 años de edad, cifra depurada por situaciones de ser estudiantes o prestando servicios de todo tipo. El número de personas que están trabajando en los países desarrollados se sitúa en la llamada “tasa de actividad”, que es aproximadamente de un 70% de la población activa de dicha franja de edad.

 En España la situación es de las peores de Europa, ya que de una cifra de población activa de unos veinticuatro millones de personas, están trabajando veinte millones, es decir, una tasa de paro del 16%, a pesar de los esfuerzos que hace el Gobierno español para una más fácil contratación de personal por las empresas. Esta curva de medida es la más lamentable, ya que lo que hace es la discriminación de los españoles según la posibilidad que tienen de trabajar.

 

            Mi madre dejó la Alta Costura a los cincuenta y seis años de edad; al igual que yo he dejado mis ocupaciones en el sistema financiero español y el ser profesor de la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Alicante a la misma edad. Una vez retirada, mi madre, cuando veía en televisión a las presentadoras, locutoras y otras mujeres, siempre tenía una definición sobre los vestidos que lucían en la pantalla. Para todas tenía una opinión, por ejemplo: las mangas las tiene largas; el cuello del vestido no es uniforme en sus extremos; el plisado de la falda es exagerado; la cintura la tiene muy alta; la blusa está arrugada; el color de la chaqueta no combina bien con la falda; etcétera, etcétera.

            Yo ya no ejerzo como economista, pero todavía tengo opinión y soy tan español que siento la economía de España como si fuera mi propia economía doméstica y particular. Al igual que mi madre, encuentro algunos detalles que no son de mi agrado. Por ejemplo, la situación de la Deuda Soberana, el nivel de empleo, la falta de inversión y el enorme incremento de la inflación que se avecina, así como otros detalles que sería muy prolijo el explicarlos.

            En fin, estimado lector, este artículo es “una faena de aliño”, como se dice de los toreros cuando les falta forma y maneras para actuar y en las que el espada realiza su labor sin adornos. Salvando las distancias, mi “faena de aliño” no es muy trascendente, tan solo una mezcla de especias y condimentos que pueden servir para conocer mejor la ensalada económica en la que se encuentra España.

            Un afectuoso saludo. 

Vicente Llopis Pastor

 27 de septiembre de 2022

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