España no es cualquier cosa. Es algo importante que destaca en actividades tales como fútbol, tenis, waterpolo, baloncesto, balonmano y otras actividades, sean o no deportivas, y que últimamente está teniendo numerosos éxitos en el deporte femenino.
Pero no es sólo líder en dichas actividades, sino que también lo es en algunos temas, entre ellos en el llamado Impuesto de Sucesiones y Donaciones (ISD), que aplican algunos Estados, no todos, pero que en nuestro país forma parte de la idiosincrasia genuina de nuestra Historia y nuestra forma de ser.
Este impuesto grava el importe de las herencias que recibe un heredero o beneficiario y que, para su cálculo, se han de tener en cuenta muchas variables; por ejemplo, la línea ascendente o descendente de padres e hijos; la de sobrinos, primos y así sucesivamente, hasta incluir a un determinado grupo familiar o con otros vínculos. Según sean parientes o familiares más cercanos, la tributación es menor, y si son más lejanos, la tributación aumenta. Este impuesto actualmente está bastante desacreditado, y son muchos los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) que no lo aplican, por entender que las propiedades, dinero o beneficios que ha conseguido el testador ya han estado sujetas a impuestos directos o indirectos previos, séase el Impuesto del Valor Añadido (IVA), Impuesto de Renta a las Personas Físicas (IRPF); Impuesto de Sociedades (IS) y otras fórmulas tributarias según sectores y personas beneficiarias.
Este impuesto está siendo muy discutido, sobre todo porque grava el patrimonio que ha conseguido una persona y que, al cederlo a sus herederos, resulta en una especie de doble imposición, que los especialistas en tributación no aceptan; a pesar de lo cual, en España, está muy implantado, desde siempre.
Según esta idea de los especialistas en fiscalidad, consideran que es un impuesto “confiscatorio”, que no mantiene una sólida doctrina y que, además, en el caso de España, está manoseado por las Comunidades Autónomas, a quienes el Gobierno Central les ha otorgado competencias y que hacen un uso que a veces parece exagerado y que destroza la homogeneidad y uniformidad de la tributación según el lugar en el que vive el ciudadano y el sitio en el que mantiene su patrimonio.
Normalmente, según ha dictaminado la OCDE, el ISD se sitúa alrededor del 34%. Así ocurre en España, pero al cederlo a las Comunidades Autónomas, cada una de ellas actúa a su manera; por ejemplo, la Comunidad de Madrid fija una exención del 100%, es decir, que no se tributa nada por este concepto en dicha Comunidad; mientras que en otras, entre ellas la Comunidad Valenciana, lo que hacen es multiplicar dicho 34% por un número positivo, normalmente entre el 2 y el 3, es decir, que pueden duplicar o triplicar la citada cuota del 34%. Esto está dando lugar a que, en algunos casos, la tributación por ISD alcance la mayor cuota que existe en el Universo, concretamente el 81,6% del caudal a recibir por el beneficiario, según apunta el último informe internacional de Ernst&Young sobre estos tributos, en su estudio “World Wide State and Inheritance Tax Guide”, del año 2021. En esto somos los primeros del mundo.
Por eso no nos extrañe que algunos beneficiarios rechacen la herencia o el patrimonio que se les dona porque, para recibirlo, hay que pagar su fiscalidad antes de poseerlo, y no les interesa o no pueden hacer frente a las exigencias de la Hacienda Pública. Para hacernos una idea de lo que supone dicha tributación del 81,6%, que es casi una expropiación total, cito a algunos países europeos. Por ejemplo, la tributación en los que existe, que no son todos, se sitúa en casos como Francia, 60%; Dinamarca, 52%; Alemania, 50%; Suiza, 50%; Países Bajos, 40%; Reino Unido, 40%; y así va descendiendo en el resto de países europeos, siendo los más bajos los de Italia, con el 8%; Bulgaria, con el 6,6%; y Croacia, con el 4%.
Así está este tipo de tributación en España. Y rememorando la inmortal novela “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, del genial don Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), en una de las conversaciones que tiene don Quijote con Sancho Panza le dice: “… y más cosas veredes, amigo Sancho”, esto último como consecuencia de una reforma fiscal que el Gobierno va a incluir en los presupuestos del año 2023 y que van a aumentar la tributación personal de todos y cada uno de los españoles, según edad o condición en, tal vez, entre un cinco y un diez por ciento anual, sumando todos los conceptos impositivos. Éste es mi cálculo, pero tal vez yo no esté muy acertado.
Estimado lector, hasta el próximo artículo.
Vicente Llopis Pastor
22 de julio de 2022
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