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PACTO DE RENTAS


Una de las primeras y amplias divisiones de la Economía es la separación entre Microeconomía y Macroeconomía. Microeconomía estudia las unidades económicas de decisión y las reacciones que individualmente llevan a cabo los poderes económicos. Macroeconomía es una concepción global en la que se incluyen amplios conceptos que se relacionan formando modelos de ecuaciones para explicar el conjunto de la Economía; en este último, se incluyen Oferta Monetaria, Demanda Monetaria, Tipos de Interés, Inversión, Nivel de Empleo, etcétera.

La Microeconomía se explica mediante cuatro apartados, concretamente los siguientes:

a) Consumo.- Que trata de las necesidades de recursos que tienen las personas y que lo solventan acudiendo a los correspondientes mercados. También se le llama demanda.

b) Producción.- Que es la cantidad de productos que ponen a disposición las empresas para cubrir las necesidades que he citado anteriormente. También se les suele llamar oferta.

c) Precios.- Que consiste en la relación de intercambio entre los bienes y productos medidos por una unidad común que es el dinero. También se le llama mercados.

d) Rentas.- Consistente en los ingresos que reciben las personas por su trabajo o por su participación en el proceso productivo. También se le llama distribución.

     Este último apartado, rentas o distribución, es el más problemático que existe en la Ciencia Económica, ya que incide en las propias personas y es frecuente que sea inestable. Si la economía tiene un notable crecimiento, no necesariamente va a equilibrar las rentas de los ciudadanos, sino que algunos serán o estarán más beneficiados que otros. Concretamente, es el índice de desigualdad entre empresarios, trabajadores, funcionarios, operadores, etcétera, etcétera. Cuando existen grandes diferencias se genera un cierto malestar social que puede llegar a huelgas, cierre de empresas, concentraciones, manifestaciones y otros tipos de relaciones empresariales no deseadas. Según leo en la prensa especializada, últimamente se están generando grandes diferencias entre los operadores económicos y se suele denominar que algunos ciudadanos cada vez son más pobres, mientras que otros son cada vez más ricos. Es algo consecuente con el liberalismo económico, que deja al albur del mercado la distribución de la renta entre los ciudadanos y por un principio de equidad los Gobiernos y los Estados han de tomar decisiones para que haya un cierto equilibrio entre los ciudadanos. Esta es la llamada “política de rentas”, que es uno de los instrumentos de política por medio del cual los gobiernos pueden intentar manejar la formación y evolución de los distintos tipos de renta y ser aplicados según su criterio a los diversos agentes económicos.

        Los objetivos de la política de rentas suelen ser el lograr la estabilidad de precios; reducir el rango de la inflación; mejorar dicha distribución de rentas; disminución del desempleo; y otras cuestiones que equilibran las variables macroeconómicas del país. Estas políticas de rentas normalmente han de ser voluntarias, por acuerdos entre el Gobierno y los distintos agentes económicos afectados; obligatoria a través de leyes, normas u otras regulaciones; y establecer una especie de acuerdos de contrato social entre el Gobierno y algunos afectados. O séase, la política de rentas no se puede llevar a cabo si no hay un pacto entre Gobierno, empresarios y sindicatos. En España se han llevado a cabo pactos de renta con éxito; el más destacado, los llamados “Pactos de La Moncloa” del año 1977, en los que los diversos partidos políticos, sindicatos y el propio Gobierno español cedieron en sus deseo para que todos aportaran sus ideas y revitalizar la economía de nuestro país que entonces, a principios de la transición democrática española, estaba sufriendo situaciones poco favorables y que había que comprometer a todos para que no se hundiera la economía española.

       Como he dicho al principio, leo en los medios de comunicación social que estamos camino de algo parecido a la década de los 70 y que se solucionó con la política de rentas englobada en los llamados “Pactos de La Moncloa”. Si estamos en una situación parecida a la de hace más de cuarenta años, parece lógico que se establezcan unos nuevos “Pactos de La Moncloa”, pero tengo mis serias dudas sobre que esto vaya a ocurrir. Hoy los sindicatos son más fuertes que en el año 1977, existe un exagerado antagonismo entre partidos políticos, el Gobierno está tomando decisiones por Real Decreto y poco debate en el Congreso de Diputados; además, han aparecido las Comunidades Autónomas que paulatinamente son cada vez más opuestas a las directrices estatales.

     Estimado lector, los pactos de rentas son necesarios para evitar que se desboque el caballo de la estabilidad económica de España, pero no veo con claridad que se pueda llevar a cabo por la idiosincrasia de los propios españoles, quienes a la hora de trabajar en equipo dejamos bastante que desear. No obstante, seamos optimistas y esperemos que los asesores, expertos y especialistas que tiene el actual Gobierno español tengan la lucidez suficiente para volver a la estabilidad económica.

       Un afectuoso saludo.

Vicente Llopis Pastor

 26 de julio de 2022


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