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LA FLEXIBILIDAD LABORAL EN ESPAÑA

       La flexibilidad laboral es el desdoblamiento de un conjunto de medidas que actúan sobre los derechos laborales, planteando un modelo de armonía entre empresarios y trabajadores. El modelo de la flexibilidad laboral, ante las trasformaciones sociales y culturales plantea, como elemento crucial para su materialización, una “desregulación” del mercado de trabajo. Realmente, el mundo laboral no es otra cosa que la aplicación al mercado del trabajo de las características propias de lo que es un mercado, como intercambio de bienes y servicios. Esta flexibilidad ha sido la forma utilizada durante los periodos de crisis económica. Su práctica se justifica en base a que ella, en estas situaciones de crisis, permite evitar que los trabajadores puedan perder su trabajo y las empresas disminuyan su producción.

          Para que exista una verdadera política de flexibilidad laboral se requieren algunas características; por ejemplo: aumento o disminución de los niveles de empleo en las empresas con libertad legales; movilidad geográfica de los puestos de trabajo; aumento o disminución de los niveles salariales según la situación dada; y modificación de horarios de trabajo.

          El concepto de flexibilidad en Economía se deriva de la Física, en la que supone la capacidad de doblarse un cuerpo fácilmente y sin que exista peligro de que se rompa. En el pensamiento oriental se pone el ejemplo de que los cultivos de cereales, con sus espigas y sus plantas, pueden sufrir una enormidad de fuerza del viento que los mueve pero que jamás los rompe; frente a la rigidez de los árboles, que no soportan la fuerza del viento y caen destruidos. Es el eterno problema del mercado laboral en el que se contraponen flexibilidad y rigidez.

       La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), ha publicado un estudio titulado Employment Flexibility Index 2020 del Lithuanian Free Market Insitute, en el que incorpora la flexibilidad laboral de treintaiséis países de la OCDE.

         Aunque las medidas de flexibilidad laboral han sido duramente criticadas por aquellos partidos políticos en los que prima la ideología sobre la realidad económica, lo cierto es que los países más desarrollados son los que tienen menor regulación expresa del Estado y tienen más amplio margen los empresarios para negociar con sus trabajadores todas las cuestiones profesionales, e incluso familiares, que motivan a los empleados y que generalmente aparecen en los países más creativos y dominantes. Entre dichos treintaiséis países cito los de mayor flexibilidad laboral, por ejemplo los diez primeros, que son:


 
       España se sitúa en el puesto número 22, con 60,8% de flexibilidad; 39,2% de regulación y 13,8% de desempleo. España es, con diferencia, el país con mayor desempleo que existe, y cercano a Grecia y Turquía. El resto de los países de la OCDE se sitúan en tasas de desempleo inferior a una cuarta parte de la de nuestro país. Como curiosidad, he de decir que el país menos flexible y con mayor regulación es Francia, con 38,4% de flexibilidad, 61,6% de regulación y 8,2% de tasa de paro.

        Todos estos datos demuestran que los países punteros en industria, creatividad, trabajo, novedades, resultados y dominio de los mercados son los que dan mayor liberalidad a los trabajadores, mientras que aquellos que regulan, a veces en exceso, el mercado laboral, suelen ser los de menos rendimiento y aportan pocas novedades en productos y servicios, limitándose a copiar o fabricar lo que han inventado o diseñado los de mayor flexibilidad.

      Según el informe al que he hecho referencia, también se tiene en cuenta la indemnización por despido, el salario mínimo y los costes de contratación; lo cual demuestra que la flexibilidad en la contratación laboral impacta positivamente sobre los trabajadores, siendo sus principales ventajas: menores tasas de desempleo, salarios más altos y mayor facilidad para encontrar ocupaciones que se ajusten mejor a los intereses y condiciones personales de cada trabajador, lo cual dota a quienes optan a un empleo de un mayor poder negociador frente a las empresas.

         Entre otros motivos, los desastrosos resultados del mercado laboral español se deben al exceso y a la ineficacia de las regulaciones a las que se ve sometido. Algunas medidas adoptadas por el Gobierno en los últimos años, como la subida del Salario Mínimo Interprofesional y algunas propuestas como la de derogar la Reforma Laboral de 2012, perjudican la penosa situación en que se encuentra el empleo en nuestra nación. Cuestión que se ha agravado todavía más con la nueva legislación laboral aprobada hace unos meses con cierta polémica en el Congreso de Diputados, cuya consecuencia es reducir todavía más la flexibilidad y llegar a absorbentes regulaciones del Estado español en cuestiones de contratación laboral, trabajo temporal, dificultades para despedir a los trabajadores, convenios generales y globales frente a los convenios de empresa que existen y otras medidas que, para mí, son consecuencia de la metodología marxista que abandera la Vicepresidenta Segunda del Gobierno y Ministra de Trabajo, quien se manifiesta comunista, y cuya ideología viene a decir que el empresario es un explotador que “roba” la “plusvalía”, que es el trabajo del operario y, por lo tanto, la nueva legislación del Gobierno español creo que va a entorpecer el nivel de empleo, a pesar de las manifestaciones del Gobierno de que van en la línea de ser la mejor legislación laboral del mundo.

      Una vez se cierre definitivamente el tema de la pandemia de la Covid-19, los ERTEs y otras cuestiones menores, la puesta en práctica de la nueva legislación laboral de nuestro país nos va a situar a la cola de los países de la OCDE.

          No puedo anticipar la situación concreta en la que va a quedar nuestro mercado laboral pero por la información facilitada por el citado Institute, los países donde hay más libertad para establecer contratos entre trabajadores y empresas suelen gozar de niveles de empleo mayores. Esto pone de manifiesto que, a la hora de contratar, los abusos regulatorios y una excesiva protección de los trabajadores ante el despido provocan el efecto contrario al pretendido, al desincentivar la contratación por parte de los empresarios. El miedo a afrontar impresionantes indemnizaciones ante una hipotética necesidad de reducir la plantilla por una crisis disuade a los empresarios de crear empleo, al ser menos arriesgada la inversión en la automatización robótica de los procesos.

       La nueva información de favorecer a las mujeres en el mundo laboral con el llamado “efecto menstrual”, y otras cuestiones familiares, creo que van a entorpecer la creación de empleo en nuestro país. Los países que ocupan los primeros lugares en flexibilidad laboral tienen tasas de empleo sorprendentemente altas, en parte porque permiten a sus empresas y sus trabajadores establecer libremente las relaciones laborales que deseen, sin dictar cuáles deben ser las condiciones del despido, sin dificultar la contratación, sin decidir cuál debe ser la remuneración ni el número de horas de trabajo. En el caso de España cada vez está más controlado y regulado el mercado laboral y a los inspectores de trabajo y a sus colaboradores el Gobierno ha reglamentado en favor de estos últimos para que puedan entrar en las empresas, a cualquier hora y por cualquier medio para controlar la abundante y constreñida labor de los trabajadores. Creo que la nueva legislación laboral española se ha decantado más en favor de los trabajadores y sindicalistas que de los empresarios.

         Además de lo que he expuesto, nuestro país cuenta con miles de trabajadores liberados del trabajo porque forman parte de los sindicatos y que, en algunos casos, en toda su vida laboral, en una misa empresa, no han llegado a su puesto de trabajo ni una sola vez por dedicación administrativa a sus sindicatos.

          Un afectuoso saludo. 

Vicente Llopis Pastor

29 de mayo de 2022

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