XXXII. JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, MÁS CONOCIDO POR SU SEUDÓNIMO “AZORÍN” (1875-1967). ESCRITOR DE LA GENERACIÓN DEL 98. AFORISMOS, PROVERBIOS, MÁXIMAS, ADAGIOS, REFLEXIONES Y OTROS CONCEPTOS SINÓNIMOS DE GRANDES LITERATOS Y DESTACADAS PERSONALIDADES (XXXII)
Tal como dije ayer, continúo con las expresiones, adagios,
reflexiones y demás conceptos, del gran escritor de la Generación del 98, José
Martínez Ruiz (1875-1967), más conocido por su seudónimo “Azorín”. A partir del
año 1902 comienza una etapa de mayor rigor en sus escritos, continúa con la
crítica literaria y la crítica parlamentaria al tiempo que aparecen novelas propias
de acción y se fijan caracteres algo apasionados en sus figuras literarias. Es
una época en la que traba una gran amistad con Pío Baroja y Nessi (1872-1956),
quienes conforman los, para mí, dos novelistas más trascendentes de la
Generación del 98. Entre las obras de Azorín destacaría “La voluntad” (1902);
“Antonio Azorín” (1903), continuación de la anterior; “Las confesiones de un
pequeño filósofo” (1904) y “Los pueblos” (1905). A partir de entonces ya
firmaría con el pseudónimo “Azorín” y comienza su época de plenitud creadora,
en la que Azorín cultivó los más variados géneros: crítica literaria, novela,
ensayo y teatro, concebidos todos ellos de una manera muy peculiar. De esta
época tan creadora, podemos obtener numerosas expresiones, adagios, frases,
etcétera, entre las que cito las siguientes:
- Amor.
“Yo amo a Yecla, este
buen pueblo de labriegos / Los veo amar, amar a la tierra / y tienen una fe
enorme, la fe de los antiguos místicos / Esta es la vieja España, legendaria,
heroica”.
- Lectura.
“Las lecturas que se
hacen para saber, no son, en realidad, lecturas. Las buenas, las fecundas, las
placenteras, son las que se hacen sin pensar que vamos a instruirnos”.
- Conciencia.
“No hay más realidad
que las imágenes ni más vida que la conciencia”.
- Cine.
“El cine tiene que
producir sosiego”.
- Vejez.
“La vejez es la
pérdida de la curiosidad”.
- Elegancia.
“La elegancia es
fuerza contenida”.
- Ataque.
“¿Y es que saben
muchos de los que atacan el motivo por el que atacan? Unas palabras cordiales,
un simple apretón de manos, disiparían en el enfurruñado su encono”.
- Vivir.
“Vivir es volver”.
- Vida.
“La vida fluye
incesable y uniforme, duermo, trabajo, discurro por Madrid, hojeo al azar un
libro nuevo, escribo bien o mal, seguramente mal, con fervor y con desmayo. De
rato en rato me tumbo en un diván y contemplo el cielo, añil y ceniza. ¿Y por
qué había de saltar de improviso el evento impensado?”.
- Literatura.
“¿Qué sería un
escritor sin esa traba que le obliga a sutiles vueltas y revueltas para decir
lo que no se puede decir? La técnica literaria sale ganando”.
Las frases
de Azorín son una especie de sentencias que usó con mucha frecuencia, sobre
todo en las descripciones de lugares, paisajes y referencias a personas. Tuvo
especial éxito en sus crónicas parlamentarias, ya que amén de ser parlamentario
durante cinco legislaturas, también fue periodista acreditado en el Congreso de
Diputados y fue un espectador privilegiado de lo que fue España desde que
perdimos lo que quedaba de nuestro imperio colonial en 1898 hasta su
fallecimiento en 1967.
Para mí, como novelista tiene un cierto interés, pero no
mueve una acción entre sus personajes, es más comentarista que creativo. En
novelística se pueden distinguir tres etapas, en la primera de ellas predominan
los elementos autobiográficos, propios de su juventud, con obras tales como
“Diarios de un enfermo” (1901). En una segunda etapa, abandona los elementos
autobiográficos, si bien continúa reflejando sus propias inquietudes en los
personajes; la fatalidad, la obsesión por el tiempo, el destino, etcétera. A
este período pertenecen “El licenciado Vidriera visto por Azorín” (1915), “Don
Juan” (1922); “Doña Inés” (1925) y otros. En la tercera etapa escribe novelas
fuertemente experimentales, propias de la visión rupturista de las vanguardias,
a pesar de que ya es un experimentado escritor. Entre ellas se incluyen “Félix
Vargas” (1928), “Superrealismo” (1929) y “Pueblo” (1930). Esta última novela es
considerada por el escritor peruano Mario Vargas Llosa (1937) como una de las
mejores novelas de Azorín. Igualmente se podría hablar de una cuarta etapa,
pero que se define como un relativo silencio profundamente marcado por la
Guerra Civil Española, en la que escribe “El escritor” (1942), “El enfermo”
(1943), “Capricho” (1943) y su última novela, “Salvadora de Olbena” (1944).
En el ensayo es en
donde tiene más éxito, ya que los dedica fundamentalmente a la situación
española y observa el mismo proceso evolutivo que marcó a toda la Generación
del 98, que no es otra que el pesimismo; destacaría su obra “Castilla” (1912),
cuyo objetivo es profundizar en la tradición cultural española con reflexiones
que surgen espontáneamente a partir de pequeñas observaciones del paisaje,
además de incorporar un sentido del tiempo cíclico inspirado en Friedrich
Nietzsche (1844-1900).
En cuanto al teatro, Azorín siempre sintió una gran
afición; sin embargo, sus obras no gozaron del favor popular. De su pluma
salieron las obras “Old Spain” (1926), “Brandy, mucho brandy” (1927), “Comedia
de arte” (1927) y la trilogía “Lo invisible”, “La arañita en el espejo” y “El segador
- Doctor Death, de 3 a 5”. Según el crítico teatral Francisco Ruiz Ramón (1930-2015),
el teatro de Azorín señala la importancia y la libertad creadora del director
de escena y de los actores, llamando la atención sobre las nuevas relaciones
entre la técnica cinematográfica y la técnica teatral. Es el mundo interior, el
mundo de las ideas y de los problemas del espíritu y de la imaginación, quien
debe suministrar sus materiales al dramaturgo. A pesar del favorable análisis
de Francisco Ruiz Román, lo cierto es que el teatro de Azorín fue un auténtico
fracaso y apenas se le cita como dramaturgo; todo lo contrario de sus
compañeros de la Generación del 98, Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) y
Miguel de Unamuno y Jugo (1864-1936).
En general, Azorín cultivó diversos géneros desde una
perspectiva muy peculiar, siendo ante todo un paisajista, tanto de la
naturaleza como de las almas. Sus obras son eminentemente descriptivas y están
trabajadas sin prisa, como deleitándose morosamente en lo que escribe. En ello
está presente su estilo, uno de los más claramente definidos de la literatura española
del siglo XX: frases breves, períodos sintácticos convertidos en yuxtaposición
simple, empleo muy selectivo de recursos retóricos, descripciones en presente y
todo ello encuadrado, de forma absolutamente coherente, en la delicada
minuciosidad con que se manifiesta todo lo que nos quiere transmitir. En suma,
un estilo en apariencia claro y sencillo, pero que encubre un enorme trabajo y
una construcción llena de dificultad; no era otra la intención de Azorín.
La provincia de Alicante, en donde nació, le tiene una
especial atención a su figura, apareciendo calles de muchísimos de sus pueblos
rotuladas con el nombre de José Martínez Ruiz “Azorín”. En Monóvar se mantiene
la “Biblioteca Azorín”, en la que se exponen los trabajos, escritos, vida y
obra de nuestro autor y la Excma. Diputación Provincial de Alicante convoca
anualmente el “Premio Azorín de Novela”, que suele ser muy competido y al que
se presentan novelas en lengua española procedentes de todo el mundo. Existe un
convenio entre la Excma. Diputación Provincial de Alicante y Editorial Planeta
para difundir las obras ganadoras del Premio Azorín.
La labor de José Martínez Ruiz “Azorín” es un gran orgullo
para los alicantinos.
Un afectuoso saludo.
Vicente Llopis Pastor
29 de abril de 2022
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