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XIII. LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE (1561-1627). SIGLO DE ORO DE LA LITERATURA ESPAÑOLA. AFORISMOS, PROVERBIOS, MÁXIMAS, ADAGIOS, REFLEXIONES Y OTROS CONCEPTOS SINÓNIMOS DE GRANDES LITERATOS Y DESTACADAS PERSONALIDADES (XIII)

            Tal como expresé en el número I de las frases, aforismos y proverbios de grandes escritores, voy a ir publicando algunas expresiones de grandes personaje, fundamentalmente escritores que han tenido resonancia mundial. Comencé en su momento con Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), al que han seguido otros autores del Siglo de Oro de la literatura española, y con este actual número XIII me voy a referir a Luis de Góngora y Argote (1561-1627), poeta y dramaturgo español del Siglo de Oro, máximo exponente de la corriente literaria conocida más tarde y con simplificación perpetuada durante siglos como “culteranismo” o “gongorismo”, cuya obra ha sido imitada a lo largo de los siglos en Europa y América. El culteranismo trata de intensificar los elementos sensoriales; de ahí procede el gusto por la adjetivación, la metáfora, los efectos rítmicos y otras características de tendencia barroca, cultivada por Góngora y es lo contrario al conceptismo, cultivado por Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645), que en realidad es otra cara de la estética barroca, con complicación formal; buscando la condensación expresiva, utilizando polisemias, los juegos de palabras y, sobre todo, la combinación de contrarios cuya máxima expresión es la antítesis.

 Luis de Góngora y Argote nació en Córdoba el día 15 de junio de 1561, falleciendo en dicha ciudad el 23 de mayo de 1627. Era hijo del juez de bienes confiscados por el Santo Oficio de Córdoba. Estudió en la Universidad de Salamanca, donde llamó la atención como poeta. Tomó órdenes menores en 1575 y fue canónigo beneficiado de la Cátedra cordobesa, donde fue amonestado por el obispo Pacheco (1521-1579) por acudir pocas veces al coro y por charlar en él, así como por acudir a diversiones profanas y componer versos satíricos. Viajó en diversas misiones de su cabildo por distintas regiones de España, componiendo numerosos sonetos, romances y letrillas satíricas y líricas, y algunos músicos se interesaron en componer piezas musicales para sus poemas. Durante una estancia en la Corte de Valladolid se enemistó con Francisco de Quevedo y Villegas, a quien acusó de imitar su poesía satírica bajo pseudónimo. De ahí viene la diferenciación entre el culteranismo de Góngora y el conceptismo de Quevedo.

 Debido a su forma de entender la vida, la católica España no imprimió la mayoría de las obras de Luis de Góngora, las cuales circulaban manuscritas de mano en mano; aunque tuvo un valedor en su favor, el conde-duque de Olivares (1587-1645), valido del rey Felipe IV (1605-1665), que autorizó la impresión de los manuscritos de Góngora en la obra llamada “Manuscrito Chacón”, por haber sido copiado por Antonio Chacón, señor de Polvoranca.

 Sus obras son numerosas, tanto en poemas, redondillas, dramaturgia, teatro y otros ensayos, que se siguen editando en la actualidad. Como suele ser en la crítica literaria española, la figura de don Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912) es la que más ha estudiado las obras de Luis de Góngora; distinguiendo tradicionalmente dos maneras: el “Príncipe de la Luz”, que correspondería a su primera etapa como poeta, donde compone sencillos romances y letrillas alabados unánimemente hasta época Neoclásica, y el “Príncipe de las Tinieblas”, a partir de 1610, en que compone la oda “A la toma de Larache”, se vuelve autor de poemas oscuros e ininteligibles. Hasta época romántica esta parte de su obra fue duramente criticada e incluso censurada. Pero la intención de este artículo es citar las expresiones de Luis de Góngora y paso a citarlas durante mis artículos próximos, por ejemplo:

 

-  Amistad.

“Y por vida de tus ojos, que son de mis ojos vida, que nuestra amistad despida cualquiera ocasión de enojos”.

 -  Amor.

“A las batallas de amor, campos de plumas”.

 -  Amor.

“Manda amor en su fatiga que se sienta y no se diga; pero a mí más me contenta que se diga y no se sienta”.

 -  Carácter.

“El mayor fiscal de mis obras soy yo”.

 -  Carácter.

“Las palabras, cera; las obras, acero”.

 -  Defectos.

“Esto de enmendar costumbres es peligroso y violento”.

 -  Dinero.

“Que junte un rico avariento los doblones ciento a ciento bien puede ser; mas que el sucesor gentil no los gaste mil a mil, no puede ser”.  

 -  Pragmatismo.

“Ándeme yo caliente y ríase la gente”.

 -  Salud.

“Que sea médico más grave quien más aforismos sabe, bien puede ser; mas que no sea más experto el que más hubiere muerto, no puede ser”.

 -  Tiempo.

“Mal te perdonaran a ti las horas, las horas que limando están los días, los días que royendo están los años”.  

 -  Vejez.

“Las flores a las personas ciertos ejemplos les dan; que puede ser yermo hoy el que fue jardín ayer”

 -  Vejez.

“Mira que la edad miente, mira que del almendro más lozano parca es interior breve gusano”.  

 -  Soledad.

“Pasos de un peregrino son, errante, cuantos me dictó versos dulce musa en soledad confusa, perdidos uno, otros inspirados”.  

 -  Voluntad.

“Si basta un solo cabello para atar mi voluntad, sin que haya necesidad de echarme cadena al cuello”.

 -  Caudales.

“Arrollo, ¿en qué ha de parar tanto anhelar y subir?, acabar sin caudales y sin nombres, para ejemplo de los hombres”.

 -  Discreción.

“Que se emplee el que es discreto

en hacer un buen soneto,

bien puede ser.

El que en hacer dos se emplea

no puede ser”.

 -  Vida.

“La vida es ciervo herido que las flechas le dan alas”.

 -  Horas.

“Mal te perdonarán a ti las horas”.

 -  Ciego.

“Celosa estás, la niña, celosa estás de aquel dichoso, pues lo buscas, ciego, pues no te ve”.

 -  Verdad.

“Dame ya, sagrado mar, a mis demandas respuesta, que bien puedes, si es verdad, que las aguas tienen lenguas”.

 -  Ausencia.

“Llorando la ausencia del galán traidor la halla la luna y la deja el sol, añadiendo siempre pasión a pasión, memoria a memoria, dolor a dolor”.

 -  Amor.

“Argos es siempre atento a su semblante, lince penetrador de lo que piensa, cíñalo bronce o mírelo diamante, que en sus paladiones amor, sin romper muros introduce fuego”.

 -  Narciso.

“Venus hipócrita es. La fuente deja el narciso que no es poco para él, y ya no se mira a sí, admirando lo que ve”.

 -  Cantar.

“Ya no canto madre, y si canto yo, muy tristes endechas mis canciones son; porque el que se fue, con lo que llevó, se dejó el silencio, y llevó la voz”.

 -  Amor.

“Manda amor en su fatiga

que se sienta y no se diga

pero a mí más me contenta

que se diga y no se sienta”.

 

            Estimado lector, mañana continuaré con las frases del culteranismo de Luis de Góngora y Argote.

 Un afectuoso saludo.

 

Vicente Llopis Pastor

26 de febrero de 2022

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