Estimado lector, según comenté en el artículo titulado “Anecdotario (L)”, voy a seguir incorporando nuevas anécdotas cada lunes. La anterior entrega fueron diez anécdotas. Así que comencemos:
501)
Rey
Francisco I de Francia.
Francisco I
(1494-1547), rey de Francia, fue derrotado por Carlos I de España y V de
Alemania (1500-1558), en la Batalla de Pavía
y fue conducido prisionero a Madrid, en donde se firmó después entre los dos
monarcas la paz de Madrid.
El cautiverio
del rey francés fue muy relativo, pues el prisionero fue tratado con todos los
honores debido a su alto rango.
Cuando era
prisionero del rey español, se le acercó un arcabucero español y le dijo:
“Señor, sepa vuestra majestad que ayer,
cuando supe que hoy se daría la batalla, hice seis balas de plata y una de oro
para mi arcabuz; las de plata para seis de vuestros musiures y la de oro para
vos. Usé muchas de plomo contra vuestros soldados y cuatro de las de plata para
cuatro musiures que se me pusieron a tiro. Me sobraron las otras dos de plata y
la de oro, que no os pude disparar, pues no os eché la vista encima en toda la
batalla. Pero os la destinaba y aquí la tenéis, para que os sirva de ayuda en
pago de vuestro rescate, que su peso es de una onza y bien puede valer ocho
ducados”.
502)
Francisco
José I, emperador austro-húngaro.
El emperador de
Austria y rey de Hungría, Francisco José I (1830-1916), reinó durante muchos
años y tuvo que soportar grandes desgracias familiares. Su hijo, el archiduque
Rodolfo, murió junto a su amante en Mayerling. Su esposa, la emperatriz Isabel,
entendida como “Sissi”, estuvo muy afectada por el fallecimiento de su hijo y
para aliviarse recorrió buena parte de Europa, fue asesinada en Lucerna por un
anarquista.
Francisco José
tenía un muy buen cocinero, que consiguió de una manera muy especial. Estuvo el
emperador a cenar en la mansión de un noble amigo. Le gustó mucho la cena que
le dieron y felicitó a su amigo por el
cocinero. El amigo aceptó la felicitación y, al otro día, el emperador recibió
una caja grande con agujeros en la tapa y con la palabra “frágil” escrita en
letras muy grandes. La abrieron y dentro de la caja había un hombre vestido de
blanco, con un gorro blanco muy alto y una carta para el emperador. La carta
era del amigo en cuya casa el rey había cenado días antes y decía:
“Os ruego, majestad, aceptéis lo que más os
gusta de la cena que me hicisteis el honor de aceptar”.
Era el cocinero.
503)
César Frank,
músico y compositor belga.
El músico belga
César Frank (1822-1890) tenía, desde niño, mucha afición a la pintura. Pero su
padre era músico y quiso que el hijo lo fuera. También estaba muy bien dotado
para la música y a los doce años dio su primer concierto en público.
Frank tenía muchos
discípulos y siempre que terminaba alguna obra musical la daba a conocer a sus
discípulos y les rogaba que le dieran sin miedo su opinión, diciéndoles:
“Es la opinión que más me interesa, puesto
que les conozco bien y sé hasta dónde son capaces de juzgar con acierto”.
La opinión que
menos le interesaba era la de los críticos, y de ellos decía:
“Todos juzgan según moldes establecidos.
Nada es tan difícil para quien carece de capacidad creadora como admitir y
ponderar en otros esta capacidad”.
504)
Sacha Guitry,
escritor francés.
Sacha Guitry
(1885-1957), fue actor, dramaturgo, escenógrafo, director de cine y guionista
cinematográfico francés. Fue tan famoso como su padre, llamado Lucien Guitry
(1860-1925), igualmente actor. Sacha Guitry en el colegio era un mal
estudiante, pero razonablemente malo. Nunca quiso estudiar nada de matemáticas,
historia ni geografía.
Una vez adulto se
dedicó al teatro, música y otras bellas artes. Tenía tal agilidad mental que,
tanto en el teatro como fuera de la escena, encontraba siempre la manera de
resolver una situación apurada. Una vez uno de los admiradores le invitó a
comer. Estaban en el camarín de Guitry. La invitación fue hecha con tanto deseo
que Guitry no se atrevió a decir que no. Y en cuanto que el admirador se fue le
ordenó a su secretaria:
“Mandad una nota a este imbécil, diciéndole
que no puedo comer con él”.
Y justo entonces
advirtió que el “imbécil” estaba ahí
todavía y que lo había oído. Guitry volvió el rostro hacia él y añadió
solemnemente:
“Porque como con este señor”.
Y comió con aquel
señor.
505)
George
Bernard Shaw.
George Bernard
Shaw (1856-1950) era hijo de un almacenista. Era aún un niño cuando se peleó
con el hijo de un tendero, comerciante al por menor. Cuando su padre lo supo,
le dijo:
“Te prohíbo que en adelante te mezcles, ni
aunque sea para pelearte, con los de otra clase social”.
Le preguntaron a
Shaw cómo se explicaba que hubiese tenido tanto éxito. Y dijo:
“Lo debo a la casualidad de haber nacido en
mi país”.
Y daba esta
aclaración:
“Observo la parte cómica de la gente y la
explico tal como la veo. La gente que yo veo todos son ingleses. A los ingleses
que tienen sentido del humor les gusta reírse de sí mismos. Han descubierto que
mis libros les ayudan en esta diversión y los compran. Eso es todo”.
506)
Brigitte
Bardot, actriz.
Brigitte Bardot
(1934), actriz, cantante, escritora y ex–modelo francesa. Reconocida como icono
de la moda y símbolo sexual de mediados del siglo XX.
Estuvo en México rodando
una película y de regreso a Francia aseguraba que, en México, alguien que
conocía muy bien lo de ahí, le había contado que Dios, después de crear México,
admirado por su propia obra se dijo a sí mismo:
“Me he excedido. Tanta belleza, este cielo
tan azul, esta tierra tan fértil y este subsuelo tan rico rompen el equilibrio
de la creación”.
“Y entonces, en un impulso de justicia y para
reestablecer el equilibrio roto, creó a los mexicanos”.
507)
Andrew
Carnegie.
Andrew Carnegie (1835-1919),
uno de los millonarios más famosos del mundo en su tiempo; había nacido en
Escocia e hizo los millones en los Estados Unidos de América, donde empezó con
un empleo en Pittsburg, Pensilvania, por el que sólo ganaba diez dólares al
mes. Gracias a tu tesón y su seriedad en los negocios llegó a ser el más famoso
millonario de Estados Unidos.
Carnegie era
coleccionista de autógrafos y llegó a tener casi todos los VIP de su tiempo. Le
faltaba el de un naturalista llamado Ernst Haeckel (1834-1919) y se lo pidió a
través de un alumno. Haeckel accedió enseguida y en el álbum de Carnegie
escribió:
“Ernst Haeckel agradece, conmovido, a Andrew
Carnegie el microscopio que ha regalado al laboratorio de biología de la
Universidad”.
Carnegie regaló el
microscopio y decía después:
“No sé si Haeckel es el personaje más
importante entre aquellos cuyos autógrafos tengo, pero su autógrafo es el que
más caro me ha costado”.
508)
Nicolás
Maquiavelo.
Nicolás Maquiavelo
o Niccolo Machiavelli (1469-1527) se hizo famoso, principalmente, por su obra
“El príncipe”. Bajo el dominio de los Médici, en Florencia, en un registro se
encontró el nombre de Maquiavelo en la lista de conspiradores a favor de los
enemigos del partido de los Médici. Maquiavelo fue encarcelado y sometido a
tortura. Se le tuvo después por inocente y fue puesto en libertad.
Maquiavelo
escribió un tratado sobre la manera de ordenar y dirigir un ejército. Un
capitán paisano suyo quiso ver cómo se las arreglaba Maquiavelo para mandar a
un ejército, no sobre el papel, sino de verdad. Puso a su disposición tres mil
soldados y le rogó que los ordenara. Maquiavelo luchó una hora con los soldados
y no consiguió que le obedecieran, puesto que no llegaba a hacerse oír de todos
a la vez. Y entonces, el capitán tomó su puesto, llamó a un corneta de órdenes
que, a toque de corneta, en pocos minutos dejó en orden a los tres mil
soldados. Y, una vez ordenados, le dijo a Maquiavelo:
“Con lo cual queda demostrado que vale más
la práctica que la gramática”.
Frase que en
algunos sitios de Italia se sigue usando como proverbio.
509)
Iósif Stalin.
Iósif Stalin
(1878-1953) fue un dictador revolucionario, Secretario General del Partido
Comunista de la Unión Soviética y Presidente del Consejo de Ministros.
Se contaba en la
Unión Soviética, aunque en voz baja, que Stalin ya llevaba tiempo de mandamás y
todavía no habían aparecido sellos con su efigie. Stalin llamó al Director
General de Comunicaciones y le dijo:
“¿Y mis sellos?, ¿Por qué no se han puesto
en circulación?.
Le contestó el
Director General de Comunicaciones:
“Sí que se han puesto; pero nadie los usa”.
“¿Por qué?”, dijo Stalin.
“Es lo que trato de averiguar y aún no lo he
conseguido”.
Stalin mandó a un
agente de su confianza a averiguar en la calle. El agente hizo sus
averiguaciones y las comunicó confidencialmente a Stalin:
“Nadie usa esos sellos, porque no hay manera
de pegarlos a los sobres, dicen”.
Stalin mandó a
traer algunos sellos y él mismo los pegó en un papel. Todos se pegaron muy
bien.
Stalin dijo:
“¿Cómo que no?, ¡Mira cómo se han pegado
todos!
“Así sí, claro. Pero es que la gente que los
compra intenta pegarlos al revés y en vez de escupir sobre la goma, escupen
sobre la imagen de Stalin, y así no hay cómo”.
510)
Ramón María
del Valle-Inclán.
Ramón María del
Valle-Inclán (1869-1936) fue un dramaturgo, poeta y novelista español, que
formó parte de la corriente literaria del Modernismo.
Algunas veces,
Valle-Inclán iba a sentarse a leer en la biblioteca que había, al aire libre,
en El Retiro de Madrid. Aquella biblioteca era un quiosco con libros y un
encargado de prestarlos. Acudían los lectores, pedían un libro y se sentaban a
leer en unos bancos que había frente al quiosco. Una de las páginas del libro
que leía una mañana Valle-Inclán le gustó mucho. Y, disimuladamente la arrancó
y la guardó en el bolsillo. Cuando devolvió el libro fue con una advertencia:
“Vea; aquí falta una página”.
“Alguien la habrá cortado, hay mucho
gamberro, incluso aquí”, dijo el encargado del quiosco.
Valle-Inclán dijo:
“¡Mentira parece!, destrozar así un libro”.
Y se fue
tranquilamente con la hoja en el bolsillo.
Estimado lector, habrá diez nuevas anécdotas el próximo lunes.
Un afectuoso saludo. Continuará…
Vicente Llopis Pastor
31 de enero de 2022
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