MOMENTOS ESTELARES DE ESPAÑA (XV): LA VUELTA AL MUNDO DE UNA ESCUADRA NAVAL. IGNACIO MARÍA DE ÁLAVA (1750-1817)
Durante el siglo XVIII España fue muy atacada en el mar, sobre todo por Inglaterra, que poseía una importante flota marítima y que intentaba hacerse con las colonias españolas en América y Asia. Ante este hecho y con el fin de limpiar en lo posible a contingentes marítimos, piratas, bucaneros, corsos y la marinería oficial inglesa, España envió a una Escuadra Naval que diera la vuelta al mundo con el fin de eliminar a los enemigos que impedían el flujo normal de comercio entre España y sus colonias. Al frente de esta Escuadra Naval se nombró al marino y militar Ignacio María de Álava y Sáenz de Navarrete (1750-1817), natural de Vitoria, quien completó una vuelta a la Tierra por mar al mando de su Escuadra en defensa de los intereses de España.
El
segundo Tratado de San Ildefonso, firmado el 18 de agosto de 1796, acordó una
alianza entre España y Francia, que puso fin a la llamada “Guerra de la Convención”,
iniciada en 1793 y finalizada con la Paz de Basilea en 1795. Esta Guerra de la
Convención se llamó así porque en Francia, como consecuencia de la Revolución
Francesa, gobernaba una llamada Convención entre los políticos revolucionarios
franceses y firmaron la paz con España para evitar que nuestro país les invadiera
por el Sur y se introdujera en tierras francesas. Este tratado disgustó a Gran
Bretaña, previendo la guerra que acabó llegando por mar el 5 de octubre de
1796.
Ante
tal circunstancia, el Gobierno español dispuso el refuerzo de los lugares
ultramarinos más susceptibles de ser atacados, sobre todo por la larga
distancia que tenían con la metrópoli, fundamentalmente Cuba, Filipinas y
Trinidad de Barlovento. Para ello se aprestó una poderosa Escuadra compuesta
por los navíos Europa, San Pedro Apóstol y El Montañés, y las fragatas Nuestra
Señora del Pilar, Santa María y Fama, al mando de un brillante marino y
cartógrafo, además conocedor de las aguas caribeñas y filipinas, Ignacio María
de Álava. Las rutas para arribar a Filipinas eran dos: por el Cabo de Buena
Esperanza o por el Cabo de Hornos, este último camino más largo y peligroso
pero mejor conocido. El Jefe de la Escuadra, Ignacio de Álava, consiguió con
gran éxito surcar el Cabo de Hornos.
Zarpó
la Escuadra de Cádiz, en noviembre de 1795, y a finales de enero de 1796 ya
había alcanzado las Islas Malvinas. Doblado el Cabo de Hornos, llegó al puerto
chileno de Talcahuano y después al peruano de El Callao. La siguiente etapa
trasladó la Escuadra a la Isla de Guam, al Sur de las Islas Marianas, en el
Océano Pacífico, para poner proa inmediatamente hacia las aguas del
archipiélago filipino. La navegación por los estrechos canales filipinos fue
harto complicada, dado el calado y la anchura de los barcos españoles; con
todo, la Escuadra fondeó en el puerto de Manila en diciembre de 1796.
Entonces
comenzaron las operaciones navales propiamente dichas, pugnando contra los
vientos huracanados, las tempestades y el estado de la mar más que en lucha
abierta con los británicos, que desistieron de cualquier ataque al comprobar el
refuerzo del apostadero de Manila y la disposición bélica de la Escuadra
española. Asegurada la zona por el Tratado de Amiens de 1802, terminaron las
hostilidades, y la Escuadra regresó a España en el tornaviaje iniciado el 11 de
enero de 1803 y concluido, a través de los mares de China, el estrecho de Son y
el Cabo de Buena Esperanza, el 15 de mayo de 1803 en Cádiz.
Ignacio
María de Álava y Sáenz de Navarrete fue recompensado durante la campaña con
ascenso a Teniente General de la Armada, y a los pocos años, con el de Capitán
General de la Armada.
Estimado
lector, una heroicidad más de la Marina Española del siglo XVIII gracias a la
cual, y a grandes marinos y Almirantes, pudimos sostener el Imperio Español
durante dicho siglo. Desgraciadamente, en el siglo XIX, con la derrota de la
Armada hispano-francesa en Trafalgar (1805) y la independencia de las colonias
americanas, el Imperio periclitó hasta el desastre de 1898, en el que
definitivamente perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas, precisamente las que
había salvado nuestro Ignacio María de Álava en su periplo alrededor del mundo
entre 1796 y 1803.
Este
hecho no es muy recordado en la Historia de España, pero tuvo una importancia
capital para el mantenimiento del Imperio Español, evitando que fuera engullido
por los ingleses.
Un
afectuoso saludo.
Vicente Llopis Pastor
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