Estimado lector, según comenté en el artículo titulado “Anecdotario (XLV)”, voy a seguir incorporando nuevas anécdotas cada lunes. La anterior entrega fueron diez anécdotas. Así que comencemos:
451)
Petronio.
Publio Petronio
Nigro (27-66) fue famosos por un único libro, “El Satiricón”. Vivió en tiempos
de los emperadores Claudio (10 a.C.-54 d.C.) y Nerón (37-68).
Petronio
era uno de los hombres más elegantes de Roma y le llamaban “Arbiter
elegantiae”. Nerón le mandó encarcelar por acusaciones no comprobadas y
Petronio se abrió las venas y, así, puso fin a su vida. En “El Satiricón” se
burla de muchas cosas, incluso de la afición de los romanos a crear dioses.
Inventa el tipo de una mujer campesina que desea casarse y va a Roma en busca
de marido y allí, cunado la interrogan, dice:
-
“Donde yo vivo hay tantos dioses que es mucho más fácil
encontrar un dios que un hombre. Yo lo que necesito para casarme es un hombre,
y heme aquí, en Roma, en busca de lo que necesito”.
452)
Luigi
Pirandello.
Luigi Pirandello
(1867-1936), novelista y escritor italiano. Fue Premio Nobel de Literatura en
el año 1934. Tardó mucho en estrenar su primera obra de teatro “Seis personajes
en busca de autor”. Cuando la obra se estrenó, Pirandello estaba ya cerca de los
sesenta años de edad. Fue un éxito, no solo en Italia, sino en todo el mundo. Un
amigo le decía a Pirandello:
-
“En esta obra hay algo desconcertante”.
Pirandello
contestó:
-
“Sí”.
La afirmación
también desconcertó al amigo, quien le dijo:
-
“¿Lo sabías?”.
Pirandello dijo:
-
“Lo sé ahora. Lo de concertante de esa obra es el éxito
que ha tenido”.
453)
María
Antonieta de Francia.
María Antonieta de
Francia (1755-1793), hija de María Teresa de Austria, fue la esposa de Luis XVI
(1754-1793) y Reina de Francia. Fue guillotinada, como es sabido, por la
Revolución Francesa.
Cuando llegó a
Francia para casarse con el Delfín no había cumplido aún los quince años de
edad y no cuidaba demasiado de su arreglo personal, cosa a la que las mujeres
nobles de entonces daban mucha importancia. El Embajador de Austria dijo algo
de esto a la madre de María Antonieta, la Emperatriz María Teresa de Austria
(1717-1780), en una carta. Y María Teresa escribió a su hija diciéndole:
-
“Me dicen que no pones mucho cuidado en el vestir y en
el componerse y que tus damas no se atreven a decírtelo”.
Y unos años
después, cuando María Antonieta ya era Reina de Francia, su madre le escribía
todo lo contrario, pues le decía:
-
“No me parece que la Soberana de una gran nación deba
vestir así. Bueno es seguir la moda, pero no es bueno exagerarla tanto. Una
Reina graciosa y gentil no tiene necesidad de ponerse en la cabeza tanto montón
de adornos”.
454)
Nicolai
Gogol.
Nicolai Gogol
(1809-1852) fue un escritor ruso de origen ucraniano. Cultivó varios géneros,
destacando como dramaturgo y novelista. Fue muy buen escritor, mostrando desde
su infancia, una imaginación sorprendente. Se conducía siempre como si fuese
otro, y se moviera en un mundo imaginario. En el colegio trataba a sus
compañeros, unas veces como si les hablara un Rey; otras, como si les hablara
un bandido o un ermitaño. Y sus compañeros de colegio le habían puesto como
apodo “el enano misterioso”. Con este apodo firmó Gogol algunas de sus
colaboraciones en los periódicos.
455)
Goncourt.
Los hermanos Goncourt,
Edmund (1822-1896) y Jules (1830-1870), fundaron la Academia Goncourt, que
todavía existe y que todos los años concede un premio literario, el llamado
“Premio Goncourt”, que supone para el libro premiado la venta de muchos
ejemplares.
En realidad, la
Academia Goncourt es una fundación para la concesión de un premio anual, que no
empezó a funcionar hasta después de la muerte del último de los hermanos,
Edmund, en 1896.
Lo más importante
de la obra de los Goncourt es su famoso “Journal”, en el que se narra todo lo
ocurrido en el ambiente literario de París, desde 1852 hasta finales del siglo
XIX.
Cuentan los
Goncourt, en su diario, que estaban un día en un restaurante, y entró un señor
con muchos años encima. Iba solo. Se sentó y quedó allí inmóvil, como ausente
de todo lo que le rodeaba. El Maître le preguntó:
-
“¿Qué desea el señor?”.
Y éste, después de
un suspiro, le dijo:
-
“El señor sólo desea poder desear alguna cosa”.
Y los Goncourt
añaden a dicho relato este comentario:
-
“Aquél hombre no era un viejo, era la ancianidad
personificada”.
456)
Mata-Hari.
Mata-Hari
(1876-1917), cuyo nombre auténtico era Margarita Gertrudis Zelle, se recuerda
más por la tragedia de su muerte, fusilada como espía, que por su vida de
bailarina. Mata-Hari parece ser que significa en árabe “ojo de la mañana”. Así,
al menos, figura en su biografía. Otro nombre de Mata-Hari fue el de señora
MacLeot, pues éste era el nombre del único marido de la bailarina espía y del
cual estaba separada.
Cuando Mata-Hari
fue juzgada, condenada y fusilada como espía, tenía algo más de cuarenta años
de edad. Ya no era entonces una mujer bella, pero... El Comandante Massard, que
asistió al juicio, la describió así:
-
“Muy alta, esbelta; el rostro afilado tiene a veces un
aire seco e ingrato, pese a sus ojos hermosos y a sus finos rasgos. Tiene, en
todo, cierta distinción. En cambio, carece de gracia, cosa que en una
bailarina, sorprende. Lo que más impresiona de su carácter es su resolución, y
la viva inteligencia que demuestra a cada instante”.
457)
Henri Matisse.
Henri Matisse
(1869-1954) fue un pintor francés conocido por su uso del color y por su empleo
original y fluido del dibujo. Tardó años en triunfar pero llegó a ser un pintor
consagrado, dejando unas esculturas en bronce y unos escritos sobre pintura,
titulados “Notas de un pintor” (1908). En una de sus primeras exposiciones, un
crítico que la visitó dio su opinión desfavorable. Tocó uno a uno los cuadros y
dijo de todos:
-
“Nada…, nada…, nada…”.
Matisse estaba
allí y lo vio. El crítico, que no conocía al pintor, era un hombre gordo, muy
convencido de no equivocarse nunca. Matisse se le acercó, le tocó la cabeza y
exclamó:
-
“¡Nada!”.
Y después le tocó
el vientre y añadió:
-
“¡Mucho!”.
Y se alejó sin
esperar que alguien les presentara.
458)
Giuseppe
Verdi.
Giuseppe Verdi
(1813-1901), gran músico y compositor italiano, autor de la ópera “Aida”,
tenía, como tantos otros músicos y escritores, muy mal concepto de los
críticos. Un día, poco antes del estreno de “Il trovatore”, se encontró, en una
casa de música, con un crítico.
-
“Sé que estrena una ópera”- le dijo el crítico - “y le
agradecería que me tocara algunos trozos”.
-
“Con mucho gusto”, dijo Verdi.
Verdi tocó un
trozo de la obra al piano. El crítico dijo que no le acababa de gustar. Verdi
tocó otro. El crítico dijo lo mismo. Verdi probó una vez más con otra parte. El
crítico tampoco quedó satisfecho. Verdi se levantó del piano y le abrazó.
-
“¡Gracias, amigo mío!”, dijo Verdi.
El crítico le
dijo:
-
“¿Gracias?, ¿de qué?”.
Verdi le
respondió:
-
“He escrito una obra para que gustara al público, no a
los críticos. Ahora, después de sus juicios, ya tengo la seguridad de que será
un éxito”.
Y, en efecto, lo
fue.
459)
Duque de
Osuna.
Mariano Téllez
Beaufort Spontin (1814-1882), duodécimo Duque de Osuna, en sus biografías, se
refieren a la forma en cómo dilapidaba una inmensa fortuna que poseía.
Estuvo como
Embajador de España en Rusia, en tiempos del Zar Alejandro II (1818-1881). En
una fiesta de palacio, el Duque de Osuna llegó el último, y ya estaban ocupados
todos los asientos. El Duque llevaba una capa con tiras de armiño y, prendidas
en la capa, algunas condecoraciones de oro y pedrería, de gran valor entre
todas. Puso la capa en el suelo y se sentó allí, sobre la capa. Al ir a salir
del salón, dejó la capa en el suelo. Un criado la recogió y se la dio,
diciéndole:
-
“La capa de Su Excelencia, Señor Duque”.
Y el Duque, sin
admitirla, dijo:
-
“El Duque de Osuna nunca se lleva su asiento”.
Y así quedó la
capa, con todas las condecoraciones en poder de un criado de la Corte rusa.
460)
David
Herbert Lawrence.
David Herbert
Lawrence (1885-1930), novelista inglés, escritor de cuentos, poemas, obras de
teatro, ensayista, autor de libros de viajes, pinturas, traducciones y críticas
literarias, en su más conocido libro “El amante de Lady Chatterley”, se
complace en las descripciones sexuales. Aunque no tanto como para que sea
prohibida la lectura de la obra. Y menos ahora, que se han publicado otros
muchos libros más atrevidamente claros y descriptivos de estos temas.
Lawrence mandó su
primer original a un editor. Y el citado editor le llamó después de leerlo y le
dijo:
-
“Su novela tiene todos los defectos de las novelas
inglesas. Se conoce que usted, su autor, ha leído más que ha vivido. Pero hay
ramalazos de genio. Yo no se la editaré, pero de usted, como escritor, se
hablará mucho”.
Y ambas cosas se
cumplieron. Aquella primera novela no se editó nunca. Y de Lawrence se ha
hablado, y se sigue hablando, mucho.
Estimado lector, habrá diez nuevas anécdotas el próximo lunes.
Un afectuoso saludo. Continuará…
Vicente Llopis Pastor
27 de enero de 2021
Comentarios
Publicar un comentario