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EL COMUNISMO CHINO DE XI JINPING (1953) FRENTE AL SOCIALISMO DE ESPAÑA, CON PEDRO SÁNCHEZ PÉREZ-CASTEJÓN (1972), DEL PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL (PSOE) Y LA PODEMITA YOLANDA DÍAZ PÉREZ (1971), DE UNIDAS PODEMOS

 

Desde que el Partido Comunista Chino anunció, hace unos años, unos planes de reformas y de apertura económica, su objetivo ha sido desvincular la imagen de pobreza de la del comunismo. Para ello rompió con el régimen centralizado y luego permitió el enriquecimiento paulatino de una parte de la sociedad y de algunas regiones, mediante el fomento de la inversión productiva. Así, se ha construido una sociedad moderna e interconectada como la actual China, en la que se producen los grandes avances del mundo en materias tan diversificadas como la tecnología, biomedicina o energías renovables, con la colaboración público-privada. El objetivo del actual Presidente de China, al igual que el de sus predecesores, es convertir a este gigantesco país en una sociedad en la que el sentimiento de igualdad no esté reñido con la riqueza, lo que el Gobierno de Pekín denomina prosperidad común.

Este tipo de política comenzó en el año 1978, durante el Gobierno de Deng Xiaoping (1904-1997), revolucionario y estadista que se desempeñó como Líder Supremo de la República Popular China, años después del fallecimiento del Gran Timonel, Mao Zedong (1893-1976).

Deng Xiaoping ascendió gradualmente al poder supremo y condujo a China a través de una serie de reformas de mercado, lo que le ha valido la reputación de “Arquitecto de la China Moderna”. Los resultados son evidentes, siendo China el segundo país del mundo en Producto Interior Bruto (PIB), detrás de Estados Unidos de América, a la que presumo superará a corto plazo, transformándose en la primera potencia mundial. De él es la frase “Gato blanco o gato negro, ¿qué importa?, lo importante es que sepa cazar ratones”.

El Gobierno español presidido por Pedro Sánchez Pérez-Castejón es socialista, algo parecido al suave comunismo de Xi Jingping y defiende también la prosperidad común de los ciudadanos españoles, pero por un camino muy singular que hará difícil lograr su objetivo, que no es otro que “La constante exaltación de lo público y el menosprecio de la empresa privada”. Esta forma de gobernar la ha citado el Expresidente Felipe González Márquez (1942) en la Convención del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) celebrada en Valencia, en la que manifestó, delante de la cúpula de su partido, que no se debe confundir el liberalismo con el neopobrismo. Una teoría consistente en igualar a todos en la pobreza, en lugar de en la prosperidad. El pobrismo no nace de la lucha de clases ni busca una mejora o un desarrollo de la economía, se basa en la crítica al poder económico establecido, así como a la inversión productiva y a la generación del trabajo.

Felipe González puso el dedo en la llaga. Hay múltiples ejemplos de la política económica de Pedro Sánchez y de Yolanda Díaz, Vicepresidenta Segunda del Gobierno español, que conducen al empobrecimiento de la sociedad mediante la crítica a los más poderosos, que son los creadores de empleo y riqueza. Un ejemplo es el intento por echar a las eléctricas toda la culpa de la subida de la luz, en vez de asumir los errores y la imprevisión demostrada por la Vicepresidenta Tercera del Gobierno español, Teresa Ribera Rodríguez (1969). Es uno de estos casos, al igual que las reformas fiscal, laboral o de pensiones que quiere poner en marcha el Ejecutivo actual y que, sobre todo, está creando un antagonismo entre los miembros del Consejo de Ministros español.

La Vicepresidenta Segunda, Yolanda Díaz, está empeñada en que la devaluación salarial es consecuencia de los cambios legislativos introducidos por su antecesora, Ministra de Trabajo, Fátima Báñez García (1967), cuando gobernaba el Partido Popular (PP). Sin embargo, los efectos positivos de la legislación laboral del PP fueron mucho mayores que los negativos. La reforma de Fátima Báñez de 2012 introdujo flexibilidad en las contrataciones y abarató los despidos, porque era la única arma que tenía España para salir de la depresión en la que entró como consecuencia de la crisis inmobiliaria que se inició en el año 2008. Con el PP se crearon más de dos millones de empleos en los años sucesivos, que permitieron reabsorber los déficits históricos superiores al 11% del PIB, dejados por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (1960), y sanear la economía. El empleo precario no es la consecuencia de dicha reforma laboral del PP, sino de la de un país que salió de la crisis como entró, con un tejido productivo basado en servicios relacionados con la hostelería o el turismo. Para incrementar los empleos indefinidos o la calidad, como solicita la Unión Europea (UE), lo primero que habrá que hacer es cambiar la estructura productiva actual por otra más orientada a la industria y a la innovación. Pero eso no es posible a corto plazo, aunque existe una oportunidad con los fondos europeos Next Generation. También hay que tener en cuenta la posible reforma de las pensiones por el Gobierno español que echará a los fondos privados de la gestión de los planes individuales.

La reforma de las pensiones necesita un capítulo aparte, José Luis Escrivá (1960), Ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, ha completado la parte fácil y popular para cumplir con Bruselas su actualización con el Índice de Precios al Consumo (IPC). La medida le costará a nuestro país siete mil millones adicionales de gastos en el año 2022, por la subida de la inflación, sumados a los cinco mil millones extra de este año. Un chorro de dinero que no sé por cuánto tiempo el Gobierno español podrá financiar. La nueva fórmula del neopobrismo consiste en ahogar al sector privado para financiar las ocurrencias de los políticos, como la del cheque de 400 euros a los jóvenes que cumplan dieciocho años de edad o los 250 euros mensuales para ayudar al alquiler en vez de ampliar la oferta mediante la creación de un parque de viviendas sociales.

Caminamos hacia un país igualitario, en el que todos seremos pobres, porque ahorrar o invertir y arriesgar la fortuna personal no saldrá rentable. Lleva razón el Expresidente González, quien ha dicho que sustituir el liberalismo por el neopobrismo conduce al desastre.

La frase de Deng Xiaoping “Gato blanco o gato negro, ¿qué importa?, lo importante es que sepa cazar ratones”, podría aplicarse en España como “gato gris”, en el sentido de anodino, insignificante, fruslería, mezquindad y, en general, economía en gris, que se acerca a la “economía en negro”. Estimado lector, la actividad económica privada se va mermando y sustituyendo por la actividad económica pública, lo cual se manifestará en los próximos años, a partir de 2022, con un enorme incremento de la presión fiscal a los españoles, y la renta disponible de nuestros ciudadanos se verá muy reducida, es decir, empobrecida.

Un afectuoso saludo.

 

 

Vicente Llopis Pastor

26 de octubre de 2021

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