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MI HOMENAJE A LA LENGUA ESPAÑOLA

 

Para no herir susceptibilidades y evitar polémicas sobre el uso de nuestro idioma, he titulado este artículo como “Mi homenaje a la lengua española”, que yo escuchaba cuando todavía estaba en el vientre de mi madre, y me alimenté durante veinticuatro meses de la leche materna, y las primeras sensaciones y sonidos que recibía de otras personas fue en el idioma español. A partir de entonces mi persona se ha ido configurando dentro de la lengua española. O dicho en palabras que se usan actualmente, mi lengua materna es la española.

            Y digo lo de lengua materna porque el actual sistema político, tan democrático, libre y electivo español, ha generado las llamadas Comunidades Autónomas, algunas de las cuales persiguen, multan y ejercen como fiscales acusadores a quien no hable la lengua que cada Comunidad les obliga, por considerar que el español es una lengua entremetida, intrigante, malévola, intrusa e, incluso, de origen espurio para la Administración Púbica de cada Comunidad Autónoma. Aunque no todas las Comunidades actúan de igual forma, hay algunas que menosprecian el idioma español, lo cual significa que lo humillan y menoscaban, que es consecuencia de que lo entienden como una ofensa, ultraje, vejación y vilipendio hacia España como país democrático, y que, a lo largo de la Historia Universal, fue un Imperio alrededor de todo el mundo y que permaneció durante más de trescientos años.

            En los inusitados ataques hacia mi lengua materna me resulta incompresible la violencia con la que una de las Comunidades Autónomas, la de Cataluña, así como la de Euskadi o País Vasco, cargan desaforadamente contra el bello idioma de Cervantes. Algo más suaves son la Comunidad Gallega, Comunidad Valenciana y la Comunidad de las Islas Baleares, y más pronto que tarde se extenderá la humillación a los hispanohablantes en el resto de Comunidades Autónomas, lo cual no es extraño, porque conocemos el poema en español que dice: “Junté yo buenas manzanas, con otras ya enmohecidas…”.

Para mí esta situación me resulta difícil de entender e imposible de digerir. Ni siquiera el aceite de ricino, los emolientes o laxantes me pueden afectar a mis setentaiocho años de edad.

El idioma español tiene más de mil años de antigüedad y se ha expandido por todo el orbe y, actualmente, es el idioma oficial de veintitrés países, que tienen sus propias Academias de la Lengua y se relacionan con la Real Academia Española de la Lengua (RAE). La única y verdadera referencia al buen uso de nuestra lengua como lengua materna es el de ser la segunda existente en el mundo, por la cantidad de habitantes que la usan desde que nacen, sólo superada por el “chino mandarín”, y todo por la sencilla razón de que en China la usan más de mil millones de ciudadanos, y el español, es la lengua materna de seiscientos millones de ciudadanos. En el uso de las lenguas a nivel internacional domina la lengua inglesa, porque los británicos, muchas veces a sangre y fuego, la han impuesto como “lingua franca” en todo tipo de materias, séase marketing, física, química, cinematografía, ciencias, actos, convenciones internacionales y otros menesteres, pero todos quienes la usan en dichos eventos no tienen como lengua materna al inglés, sino que se han visto obligados a aprenderla para sus publicaciones en revistas, debates mundiales, instituciones democráticas, etcétera. Si no lo expresas o publicas en inglés, no eres nadie en el mundo, y por muy sabio que uno sea, en otros países como, por ejemplo, China, Francia, Japón, Rusia, Italia, Suecia e, incluso España, si no se expresan en inglés es como si no existieran.

Éste es el actual y triste momento en el que se encuentra mi idioma materno, que está sufriendo algo así como el tormento de la gota de agua, que por sí misma no afecta a un objeto o, incluso, a una placa tectónica, ya que apenas se nota, pero que al ser tan repetitiva, sistemática y constante, puede horadar una placa metálica u objetos de enorme dureza de varios metros de espesor que quedan destrozados.

A lo largo de la Historia han existido diversas “linguas francas” que se aceptaban como lengua internacional por el poderío de las naciones o imperios que la tenían como lengua oficial. Recuérdese en la Edad Antigua el griego; posteriormente el latín, incluso este último se usaba en las universidades y libros; después las lenguas romances de raíz latina, destacando el francés como la lengua de la diplomacia y la política, sobre todo por la huella que dejó la Revolución Francesa y el Imperio de Napoleón I Bonaparte (1769-1821). Pero el dominio de los mares, sus piraterías y su poder militar han hecho, de forma suave, y muchas veces violenta, la incorporación del inglés, que hoy se acepta de forma natural, a veces en cruentos enfrentamientos; por ejemplo, fue el caso de la desaparición de la lengua española en Filipinas, por nuestra derrota en 1898, en la que los Estados Unidos de América enviaron a miles de profesores de inglés para borrar el español y sustituirlo por el idioma británico, aunque con relativo éxito, ya que en Filipinas se usa primordialmente el tagalo.

Hace años circulaba una expresión algo metafórica referente a la belleza y el mejor uso que se podía hacer de las lenguas más importantes, y que venía a decir lo siguiente: “El inglés se usa para los negocios, tanto legales como ilegales; el francés para la gastronomía y artes culinarias; el alemán para hablar a los caballos; el italiano para las bellas artes; el latín para reforzar el derecho, abogacía y procedimientos judiciales; el ruso para movilizar a las masas; etcétera; y el español para…hablar con Dios”.

Hace más de cien años que comenzaron a concederse anualmente los Premios Nobel, entre ellos el de Literatura. Los escritores en lengua española han sido de los más galardonados. Hasta hoy han sido:

-          Año 1904. José Echegaray y Eizaguirre (1832-1916). España.

-          Año 1922. Jacinto Benavente Martínez (1866-1954). España.

-          Año 1945. Gabriela Mistral (1889-1957). Chile.

-          Año 1956. Juan Ramón Jiménez (1881-1958). España.

-          Año 1967. Miguel Ángel Asturias (1899-1974). Guatemala.

-          Año 1971. Pablo Neruda (1904-1973). Chile.

-          Año 1979. Vicente Aleixandre (1898-1984). España.

-          Año 1982. Gabriel García Márquez (1927-2014). Colombia.

-          Año 1989. Camilo José Cela (1916-2002). España.

-          Año 1990. Octavio Paz (1914-1998). México.

-          Año 2010. Mario Vargas Llosa (1936). Perú.

El número de autores hispanoamericanos supera a los españoles. Clara evidencia de la importancia internacional de nuestro idioma y de su enorme difusión y uno de los idiomas más galardonados con el Premio Nobel. Por ello me duele la consideración que ahora tiene nuestra lengua en nuestro propio país.

Ésta ha sido la razón del título que le he dado a este artículo. “Mi homenaje a la lengua española”, como reconocimiento de lo que ha supuesto en sus mil años de Historia.

Para completar este artículo, mañana publicaré una relación de los, para mí, mejores escritores españoles y, pasado mañana, otro artículo con el título “Mejores escritores hispanoamericanos”. Lo de “mejores” es un adjetivo comparativo, y no es unívoco, ya que cada lector e, incluso, los Catedráticos universitarios, tienen su propio criterio. Pero mi intención es la de homenajear a la lengua española, que siempre me ha dado vida, al igual que el corazón es el órgano humano que da vida a los seres y que si se paraliza o muere, el ser humano ya no tiene vida y se transforma en un cadáver. Si continuamos con la política lingüística actual en España, que tiene cierto desprecio a nuestra bella lengua española, nuestro país paralizará su uso y, al igual que el ser humano, se transformará en un  cadáver.

Hasta mañana.

 

 

 

Vicente Llopis Pastor

28 de septiembre de 2021

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