Ayer escribí
un artículo sobre los éxitos, y también fracasos, de la Marina Española a lo
largo de su historia. España ha tenido grandes marinos y han supuesto una
importante base para descubrir, administrar y mantener el Imperio Español.
Hoy me voy a referir a uno de los
más grandes Almirantes españoles, que jamás fue vencido, y que derrotó a
barcos, galeones, fragatas y demás máquinas de guerra en el mar en todos los
lugares y a numerosas naciones.
Álvaro de Bazán y Guzmán nació en Granada, España, el 12 de diciembre
de 1526, falleciendo en Lisboa, Portugal, el 9 de febrero de 1588, cuando Portugal
formaba parte de la Corona Española del Rey Felipe II (1527-1598). Se le otorgó
el título de Marqués de Santa Cruz; Grande de España; II Señor de las Villas
del Viso y Valdepeñas; Comendador Mayor de León y de Villamayor, Alhambra y La
Solana, en la Orden de Santiago; Miembro del Consejo de Su Majestad Felipe II;
y Capitán General del Mar Océano de la Gente de Guerra del Reino de Portugal.
Fue un militar y Almirante español del siglo XVI célebre por el uso de galeones
de guerra, por utilizar por primera vez infantería de marina para realizar
operaciones anfibias y por no haber sido derrotado nunca. Su escudo familiar es
un tablero de ajedrez, según un dicho popular, por hallarse jugando a este
juego antes de las batallas, aunque lo más lógico sea que proceda del valle
navarro de Baztán. En el de los Marqueses de Santa Cruz se han añadido las ocho
cruces de San Andrés que rodean el tablero de ajedrez.
Todavía en el reinado de Carlos I de España y V de Alemania (1500-1558)
consiguió el mando de una armada independiente, cuya misión fue guardar las
costas meridionales de España y proteger la llegada de la Flota de las Indias.
Gracias a este mando se enfrentó a los corsarios franceses e ingleses y a los
piratas berberiscos que operaban desde sus bases atlánticas. En 1554 fue
nombrado Capitán General de la Armada cuando contaba solamente veintiocho años
de edad. Entre los mandos que ocupó figuran los de Capitán General de las
Galeras de Nápoles (1568); Capitán General de la empresa contra las Islas
Terceiras (1582) y Capitán General de la Empresa de Inglaterra (1588), aunque
esta última no la pudo llevar a cabo porque falleció unos meses antes de que se
iniciara y que para nosotros supuso el desastre de la Armada Invencible.
Entre los conflictos en los que participó, venciendo en todos ellos, se
encuentra la Batalla de Muros, la reconquista del Peñón de Vélez de la Gomera,
el socorro a la Isla de Malta y la Batalla de las Terceiras y en la
importantísima Batalla de Lepanto, en la que se enfrentó al Imperio Otomano,
más numeroso en barcos, hombres y bagajes que el de la coalición dirigida por
Juan de Austria (1547-1578).
Sus acciones en el mar se desarrollaron en distintos lugares,
destacando, además de las citadas anteriormente, el éxito con sus galera en
apoyo a las guarniciones de Orán y Mazalquivir, durante el Sitio Otomano de
1563; venció con cincuenta galeras para el rescate del Peñón de Vélez de
Gomera, a pesar de que sus súbditos le aconsejaron que se retirara por la
sangrienta y poco exitosa que iba a ser la batalla, a la que Álvaro de Bazán
fue contrario, y además debía cumplir las órdenes del Rey; de esta manera
reembarcó sus tropas partiendo de Málaga y regresó victorioso. Tras su regreso
a Málaga, los piratas volvieron a atacar las costas españolas con más
insistencia, por lo que Felipe II tuvo la necesidad de tomar nuevamente Vélez
de la Gomera, para lo cual envió a Álvaro de Bazán y derrotó radicalmente a la
piratería que tanto daño hacía a España.
También destacó en la toma de la Isla de Malta, que había sido ocupada
por el Imperio Otomano con la intención de que le sirviese de base para la
posterior conquista de Sicilia. La resistencia heroica de los malteses detuvo a
la formidable flota del otomano Pialí Bajá (1515-1578), pero los malteses no
tuvieron éxito y solamente la participación de Álvaro de Bazán pudo expulsar a
los turcos. A partir del año 1564 comienzan a ser deslumbrantes las batallas en
las que participó y que en todas resultó vencedor. Fueron tantas que el
enumerarlas haría muy largo este artículo, así que me limitaré a citar algunos
lugares en los que dejó su huella de gran estratega y marino así como
incorporación de tierras al Imperio Español.
Durante años se dedicó a patrullar las costas italianas, reduciendo
notablemente los ataques corsarios; luchó contra los turcos en el Norte de
África, que suponían una amenaza para el Imperio Español y Península Ibérica;
la defensa de Chipre; el mando de la Armada Aliada del Imperio Español, el
Papado, la Serenísima República de Venecia, el Gran Ducado de Toscana, la República
de Génova y el Ducado de Saboya, cuyo fin fue la destrucción de las fuerzas de
los turcos, que eran declarados enemigos comunes, y quedaban dentro del ámbito
de la acción de Argel y Trípoli.
Álvaro de Bazán siempre dio muestras de prudencia en sus hechos bélicos
y sus consejos le convirtieron en uno de los más eficaces colaboradores de don
Juan de Austria, vencedor de la Batalla de Lepanto, pero quien llevó a cabo las
maniobras fue, precisamente, Álvaro de Bazán.
Podemos seguir citando múltiples combates contra otomanos y
berberiscos, entre los cuales había avezados marinos como Mohamed Sirocco;
Pialí Bajá; apoyo a las naves de Juan de Austria; uso de bergantines y
fragatas, que le supuso la captura de múltiples naves otomanas, entre ellas la
nave capitana. Un hecho de gran trascendencia fue la Campaña de Portugal, ya
que al morir Sebastián I de Portugal en 1578 sin descendencia heredó el trono
el Cardenal Enrique I de Portugal, único hijo vivo de Manuel I de Portugal. El 1580
Enrique I falleció sin descendencia, quedando vacante el trono de Portugal;
entonces, Felipe II vio llegado el momento de completar la unidad de los países
ibéricos, ya que creyó que le apoyaba el derecho por herencia de su madre,
Isabel de Portugal, y por tanto, nieto de Manuel I.
Pero muchos portugueses no eran de esta opinión, y tuvo que ser Álvaro de
Bazán, enviado por Felipe II, quien definitivamente incorporó Portugal al
Imperio Español, hasta que años después, se independizó. Una de las grandes
victorias fue la Batalla de la Isla Terceira, adjunta a las Islas Azores y,
entonces, propiedad del Imperio Español, que fue asaltada por una flota
francesa, y la dirección de la guerra de Álvaro de Bazán destrozó totalmente a
los franceses y quedó la Isla Terceira en Poder de España. Por cierto, que en
dicha batalla participó el poeta Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635), quien
escribió un poema épico sobre la epopeya de los españoles en dicha batalla.
Igualmente combatió en el Mar Cantábrico, siempre con éxito.
La invasión de Inglaterra por la llamada “Armada Invencible” en 1588
fue una idea de Álvaro de Bazán, que aceptó el Rey Felipe II y que iba a estar
comandado por él mismo, y para lo cual, tuvo una preparación, fabricación de
galeones, barcos, naos y demás vehículos anfibios, que duró tres años, pero que
al final no pudo comandarlo nuestro marino porque falleció unos meses antes y
pasó el mando a Alejandro Farnesio (1545-1592), quien fue uno de los grandes
militares que tuvo el Imperio Español y que entonces se encontraba en Flandes,
luchando contra las fuerzas rebeldes en los Países Bajos, y fue puesto al
frente de dicha Armada pero su experiencia era más en tierra firme que en las
aguas marinas. Lo cierto es que si nuestra llamada “Armada Invencible” hubiera
sido dirigida por Álvaro de Bazán quizás hubiéramos conquistado Inglaterra y el
mundo hoy sería distinto al que conocemos.
En la Historia de la Humanidad no existen Almirantes que no hayan
tenido una pequeña derrota o ligero desastre, pero que han pasado a la Historia
como grandes Almirantes, que lo fueron, pero yo destacaría, sobre todo, a nuestro
querido Álvaro de Bazán y Guzmán, Marqués de Santa Cruz; Grande de España; II
Señor de las Villas del Viso y Valdepeñas; Comendador Mayor de León y de
Villamayor, Alhambra y La Solana, en la Orden de Santiago; Miembro del Consejo
de Su Majestad Felipe II; y Capitán General del Mar Océano de la Gente de
Guerra del Reino de Portugal. Tener una carrera militar en el mar sin haber
sido derrotado jamás y siempre vencedor es algo casi imposible. No lo fue para
nuestro héroe y en el Museo de la Marina sito en la localidad de Viso se pueden
observar los materiales de guerra que entonces usaban, así como los fanales de
las galeras mayores a las que derrotó.
El Imperio Español le debió mucho de su éxito a Álvaro de Bazán. Como
muestra de la admiración de los españoles, los antiguos billetes de papel de
cien pesetas de uso en nuestro país incorporaban la imagen de Álvaro de Bazán.
Amigo lector, muchas gracias y mañana hablaré de otro de los invictos
Almirantes españoles, Blas de Lezo y Zúñiga (1689-1741).
Hasta mañana.
Vicente Llopis Pastor
29 de septiembre de 2021
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