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ANECDOTARIO (XIII)

Estimado lector, según comenté en el artículo titulado “Anecdotario (XII)”, voy a seguir incorporando nuevas anécdotas cada lunes. La anterior entrega fueron diez anécdotas. Así que comencemos:

221)         Aristóteles.

Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.) fue un filósofo y matemático así como uno de los hombres más sabios de la Antigüedad. En una ocasión le comentaron que amigos suyos hablaban mal de él en su ausencia. Aristóteles dijo: “Me tiene sin cuidado”. Pero insistieron diciéndole: “Ponen en peligro tu fama”. Aristóteles contestó: “La fama es humo pasajero”. Entonces le expresaron “¿Y si el pueblo se revuelve contra ti?”. Aristóteles contestó: “No está nada mal que el pueblo se divierta de vez en cuando”. Y, ya despidiéndose, añadió: “Y a esos que tan mal hablan de mí en mi ausencia, decidles que; en ausencia, todo me parece soportable, hasta los bastonazos”.

222)         Charles Baudelaire.

Charles Baudelaire (1821-1867), poeta, ensayista, crítico de arte y traductor francés, autor de las famosas “Flores del mal”, fue un hombre de vida muy poco respetuosa con las buenas costumbres, pero con una clara visión para la crítica de pintura y con un exclusivo interés para la poesía y la literatura en general. En el colegio, en la clase de matemáticas, en vez de atender, se pasaba con otro alumno noticias en verso. El profesor los descubrió y les preguntó: “¿No os interesan las matemáticas?”. Baudelaire contestó por los dos diciendo: “No; sólo nos interesa la poesía. Y a mí, en poesía, sólo me interesa lo que escribo yo”.

223)         Léon Blum.

Se cuenta que el político francés Léon Blum (1872-1945), afiliado al partido socialista, líder de la sección francesa de la Internacional Obrera (SFIO), era buen amigo de André Gide (1865-1951), escritor francés, Premio Nobel de Literatura en 1947. Un día, Blum le contaba a Gide que el ama de llaves que le cuidaba la casa le cogía libros con frecuencia de la biblioteca. A Gide no se le ocurrió otra cosa que decirle: “¿Para vendérselos?”. Blum respondió: “No, los lee por la noche, en su habitación, y los devuelve”. Gide le dijo: “¿Y se lo consientes?”. Blum se expresó de la siguiente forma: “Pues, sí. Porque se da el caso que sólo elige libros buenos; los mismos que, si me pidiera consejo, le aconsejaría yo”.

224)         Greta Garbo.

Greta Garbo (1905-1990) fue una seductora actriz cinematográfica. Una de las grandes estrellas del cine. Nacida en Suecia y cuyo verdadero nombre era Greta Lovisa Gustafsson, nunca participaba en fiestas ni en galas. Vivía tranquila en su casa y lo único que deseaba es que, después de sus horas de trabajo, la dejaran en paz. Una vez la productora Metro Goldwyn Mayer celebró, con una cena, el éxito del estreno de una de sus películas. Se contaba con ella, desde luego. Pero ya pasaba la hora anunciada y ella no aparecía. Fueron a buscarla, la encontraron y casi la obligaron a acudir. Lo hizo, aunque de mala gana. Y, antes de sentarse a presidir la mesa, dijo a todos: “No pensaba venir. Pero ya que he venido, lo único que me importa es daros a todos las gracias, ya que, según me dicen, la cena es en mi honor. Y deciros también que ésta es la última vez que asisto a una cena de gala. Yo, donde estoy más a gusto es en mi casa”.

225)         Leon Trotski.

Lev Davidovich Trotski (1879-1940), político y revolucionario de origen judío, participante en la Revolución rusa de 1917, como todos los dirigentes comunistas de los primeros tiempos de la Revolución, dedicaba muchas horas a su trabajo, dormía poco y madrugaba todos los días. Encargó a uno de sus centinelas, un muchacho joven, que le despertara todas las mañanas a las cinco horas, añadiéndole que “Y si no me despierto, insiste”. El centinela, poco familiarizado con las costumbres del Jefe del Ejército comunista, le expuso sus dudas: “Sí, pero no sabré cómo llamarle. No le puedo llamar ¡Señor!, porque aquí ya no hay señores; llamarle camarada me parece muy atrevido; podría sacudirle, pero temo que no me atreva”.

Trotsky le dio la solución diciéndole: “Cántame la Internacional”.

Y fue un acierto, pues la letra de la Internacional empieza así: “¡Alzaos seres infelices, marcados por la maldición, hijos de un mundo de hambrientos y de esclavos. ¡Alzaos!”.

226)         Henri de Toulouse-Lautrec.

Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901) fue un pintor posimpresionista y cartelista francés que destacó por la presentación de la vida nocturna parisina a finales del siglo XIX. Era físicamente deforme, de muy poca estatura y con las piernas mal formadas. El cine inmortalizó su recuerdo con la película “Moulin Rouge”. Estaba una vez en una fiesta, con otros invitados, en un grupo donde casualmente todos eran altos y fuertes. Y uno, que acababa de llegar, le dijo: “Hombre, Lautrec, vengo a salvarle. Supongo que aquí, entre esos gigantes, se siente usted demasiado pequeño”.

Lautrec le contestó: “Pues, sí; está en lo cierto. Me siento pequeño como una monedita de oro entre un montón de calderilla”.

227)         Zenón de Citio.

El filósofo griego Zenón de Citio (347 a.C.-270 a.C.) fue el fundador de la escuela estoica. Este nombre procede del griego “stoa” que significa “pórtico”, por ser debajo de un pórtico donde Zenón daba lección a sus alumnos, de forma que la traducción etimológica de “estoicismo” sería “porticismo”. Zenón exigía de sus alumnos que guardaran silencio mientras él les hablaba. Y, después, les dejaba consumir a cada uno un turno de preguntas. A uno de ellos que una vez osó interrumpirle, le preguntó: “¿Cuántos oídos tienes?”. El alumno le respondió: “Dos”. “¿Y cuántas bocas?”. “Una”. Zenón le dijo: “Esto te enseña que debes escuchar más que hablar”. Y el alumno le increpó diciéndole: “¿Y por qué no te aplicas tú la misma regla?”. Zenón le contestó: “Porque yo, si te escucho, sólo oiré sandeces, y tú, cuando yo te hablo, oyes verdades, que son fruto de larga meditación”.

228)         Henry Ford.

Henry Ford (1863-1947) fue un empresario estadounidense dedicado a la fabricación de automóviles. Creó la Ford Motor Company, que actualmente tiene múltiples factorías en todo el mundo, una de ellas en Almussafes, Valencia, en España. Diseñó la fabricación en cadena, utilizada para la producción en masa. Tuvo mucho éxito como creador del automóvil “T” de amplia venta en todo el mundo. Tenía cierta afinidad con el nacionalsocialismo del Tercer Reich alemán, de Aldolf Hitler. De la nada llegó a ser uno de los hombres más ricos de los Estados Unidos, hizo que su hijo estudiara la carrera de ingeniero. Y un amigo le preguntó: “¿Usted cree que su hijo necesita ser ingeniero para dirigir este negocio?”.

Ford le dio, con su respuesta, una buena lección: “No lo necesita. Pero, aunque el hombre que sabe cómo se hacen las cosas, siempre encuentra trabajo, en el caso de elegir un jefe, siempre se elige al hombre que sabe por qué se hacen…, aunque no las sepa hacer”.

229)         José I Bonaparte, Rey de España.

José I Bonaparte (1768-1844) era el hermano mayor de Napoleón Bonaparte (1769-1821). José Bonaparte fue, brevemente, Rey de España, con el nombre de José I. Nunca los españoles admitieron el dominio napoleónico. Y se cuenta que el Rey José, al que los españoles llamaban “Pepe botella”, por su supuesta afición al vino, creó una Guardia Real análoga a la Guardia Imperial de su hermano Napoleón. Y un aristócrata afrancesado, el Duque del Infantado, vistió a un hijo suyo de siete años con el uniforme de aquella Guardia y, vestido así, lo llevó a presencia del Rey José. Con el uniforme iba la espada, y el niño la llevaba también. El Rey José le preguntó: “¿Para qué te sirve esta espada?”.

Y el niño, como eco de la voz popular, contestó: “¡Para matar franceses!”.

El padre del niño, apurado, dijo: “Comprenda vuestra majestad… es un niño y no piensa lo que dice. Repite lo que oye decir a la gente”.

230)         Otto Bismark.

Otto Bismark (1815-1898), estadista y político, artífice de la unificación alemana y una de las figuras clave de las relaciones internacionales de la segunda mitad del siglo XIX. Era de elevada estatura, con 1.98 metros. Bismark fue el alma de la unidad germánica. En aquellos tiempos, los estudiantes alemanes usaban espada y se batían con frecuencia, orgullosos de las cicatrices que lucían después como recuerdo de sus heridas. Cuando Bismark ingresó en la Universidad, lo primero que hizo fue preguntar quiénes eran los mejores espadachines. Le nombraron a dos. Bismark fue a su encuentro en una cervecería y, sin discusión previa, se echó sobre ellos. Así, sin darles tiempo de defenderse les hirió a los dos.

 Estimado lector, habrá diez nuevas anécdotas el próximo lunes.

Un afectuoso saludo. Continuará…

              

Vicente Llopis Pastor

28 de junio de 2021

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