Estimado lector, según comenté en el artículo titulado “Anecdotario (XI)”, voy a seguir incorporando nuevas anécdotas cada lunes. La anterior entrega fueron diez anécdotas. Así que comencemos:
211)
Anatole France.
Anatole France (1844-1924), escritor francés, Premio
Nobel de Literatura en 1921. Los primeros libros que escribió no tuvieron
éxito. Empezó muy joven a publicar versos de sus “Poèmes dorés” pero casi nadie
se enteró. Ni de sus otros primeros libros: “Le génie latin”, “La légende de
Sainte Radegonade”, “Le valet de Madame La Duchesse”, “Les noces corinthiennes”
y “Jocaste et le chat maigre”. En 1881, ya en la primera madurez, apareció su
obra “Le crime de Sylvestre Bonnard”, premiada por la Academia, que fue un gran
éxito de venta. Por entonces, un día, en una reunión literaria, le decían:
“¡Por fin! Ha conseguido que le lean!”. “¡Lo contento que debe de estar!”.
Anatole France dijo: “Pues no, todo lo contrario”.
Y daba esta explicación de su descontento verdadero o
fingido: “Un libro que se vende tanto no puede ser sino un grandísimo disparate
literario”.
212)
Rudyard Kipling.
Rudyard Kipling (1865-1936), escritor y poeta en
lengua inglesa. Nacido en India cuando ésta pertenecía a la Corona británica.
Uno de sus libros más famosos y más editados es “El libro de la selva”. Kipling
llevaba siempre encima un ejemplar de esta novela. Un ejemplar viejo,
agujereado y con algunas hojas ennegrecidas como por humo. Y contaba que el
libro había pertenecido a un soldado destacado en la India, que lo llevaba
siempre encima. Y que en una refriega con nacionalistas indios, una bala le
había alcanzado, había dado en el libro y, después de atravesarlo, apenas le
había hecho daño. El soldado regaló el libro agujereado a Kipling y el escritor
lo llevó siempre encima desde entonces como un talismán.
“Es mi amuleto”, decía Kipling.
213)
Eleonora Duse.
La actriz italiana Eleonora Duse (1859-1924), la más
célebre actriz del teatro italiano entre los siglos XIX y XX, era tan
temperamental que triunfó muy joven, y desde el día que, por enfermedad de otra
actriz famosa, sustituyó a ésta en el papel de Julieta en la obra “Romeo y
Julieta”, comenzó a destacar. Tuvo amores tempestuosos con Gabriel D’Annnuncio
(18563-1938), novelista, poeta, dramaturgo, periodista, militar y político
italiano, muy cercano al fascismo. Gabriel y Eleonora vivieron juntos pero su
amor fue muy tempestuoso y se separaron varias veces, volviéndose a juntar
después. Eleonora estrenó algunas obras de D’Annunncio, entre ellas “La cita
morta” y “Francesca de Rimini”. Era hija de padre y madre actores de escaso
valer y de muy poco dinero. Ella creció muy delgadita y conservó la delgadez
hasta muy mayor. Contaba que, una vez, cuando ya trabajaba en el teatro, le
cogió un aguacero en la calle, y llegó al teatro con la ropa empapada. “¿Qué te
ha pasado?”, le dijeron.
Ella contestó: “Esta lluvia, vengo mojada hasta los
huesos”.
Y uno de sus compañeros le dijo: “Para eso no hace
falta que llueva mucho”.
214)
Miguel Ángel Buonarroti.
Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), arquitecto,
escultor y pintor renacentista italiano. Uno de los grandes artistas de la
historia de la humanidad. Estaba pintando los frescos de la Capilla Sixtina del
Vaticano en tiempos de Paulo III (1468-1549). Era un encargo del anterior Papa,
Julio II (1443-1513). Paulo III no estaba muy de acuerdo en todo lo que hacía
el pintor y, algunas veces, le visitaba durante el trabajo y le hacía
indicaciones, cosa que molestaba mucho a Miguel Ángel. Un día, mientras el papa
le estaba mirando pintar, desde lo alto del andamio dejó caer un madero que
pasó rozando al Santo Padre. Y no pidió perdón ni dijo nada.
Después uno de los Cardenales que acompañaba al Papa
advirtió al pintor que debía poner mayor cuidado en presencia del Papa. Y el
pintor le contestó: “El cuidado lo ha de poner él, pues si continua
impidiéndome trabajar a gusto, un día el madero le caerá encima”.
Y, al parecer, el Papa dejó de importunar a Miguel
Ángel.
215)
William Shakespeare.
Una compañía inglesa de cómicos de la lengua
representaba los dramas de William Shakespeare (1564-1616). Acudía poca gente a
verlos y andaban mal de dinero. Una tarde, antes de la representación, el
primer actor pidió algo de dinero al director.
Éste le respondió: “¿Dinero?, ¿de dónde quieres que lo
saque?”.
“Es poco lo que necesito, llevo tres días sin
afeitarme, y esta noche ponemos Romeo y Julieta. ¿Cómo voy a salir así? Aquí
los peluqueros no trabajan gratis”.
Y el director, que estaba sin un céntimo, encontró la
solución diciéndole: “Bueno, no te preocupes; cambiaremos la obra. En vez de
Romeo y Julieta pondremos Otelo”.
216)
Honorato de Balzac.
Honorato de Balzac (1799-1850), novelista francés,
quien escribió novelas de todo tipo en su llamada “La comedia humana”, una
especie de enfrentamiento con la “Divina Comedia” de Dante Alighieri
(1265-1321). Su objetivo expreso era el de “hacerle la competencia al Registro
Civil” en la que se propuso escribir más de trescientas novelas, pero solamente
pudo escribir más de doscientas por su temprana muerte.
Balzac se tomaba alrededor de treinta cafés en un día,
llegando, en algunas ocasiones, a alcanzar los cincuenta. Este exceso le
aceleró la muerte. Él lo sabía. Y entre sus últimas palabras parece que dijo:
“…mi muerte será un asesinato, y el asesino han sido las cien mil tazas de café
que he tomado en los últimos diez años”.
217)
Benjamin Disraeli.
Benjamin Disraeli (1804-1881), político, escritor y
aristócrata británico del Partido Conservador en la época victoriana, tuvo una
gran amistad con la Reina Victoria (1837-1901). Su oponente, William Gladstone
(1809-1898), del Partido Liberal, fue un modelo de comportamiento político
alabado por Winston Leonard Spencer Churchill (1874-1965).
Benjamín Disraeli, cuando le pedían un favor, le costa
mucho decir que no y, si no tenía otra solución, intentaba compensar el favor
negado con alguna otra cosa. Un comerciante enriquecido, más o menos amigo, le
pidió un título de Baronet. Disraeli ordenó que se buscaran antecedentes en la
vida del comerciante y en la de sus antepasados. No se encontró nada que
justificara el ennoblecimiento. Y tuvo que negarse a conceder el título. Y, en
la entrevista con el comerciante, le dijo: “Lo siento mucho, pero me ha sido
imposible complacerle. Sin embargo puedo hacer algo por usted mejor que
concederle un título”.
“¿Algo mejor?” dijo el comerciante.
Disraeli le manifestó: “Sí, esto: Le autorizo a que
diga sus amigos que le he ofrecido un título y que usted se ha negado a
aceptarlo. Si lo dice y le preguntan no le desmentiré”.
218)
Tales de Mileto.
Se cuenta de Tales de Mileto (639 a.C.-548 a.C.),
filósofo, matemático, geómetra, físico y legislador de la Antigua Grecia. Uno
de los siete sabios de Grecia, que en una ocasión estaba alojado en la casa de
una buena mujer, y le explicaba cosas de las estrellas, de las que la buena
mujer no comprendía nada. Tales la invitó a salir con él de la casa a
contemplar el cielo, pues así lo entendería mejor. Era de noche, desde luego, y
Tales, al avanzar en la oscuridad, cayó en un hoyo, del que la buena mujer le
ayudó a salir. Y, mientras le ayudaba, le decía: “Tú presumes de ver muy
claramente lo que hay en el cielo, pero lo único seguro es que no ves nada de
lo que hay en la tierra a tus pies”.
219)
Francisco de Goya y Lucientes.
Nuestro gran pintor Francisco de Goya y Lucientes
(1746-1828), pintor, y grabador español, cuya obra abarca la pintura de
caballete, mural, grabado y dibujo. Parece ser que tuvo una vida muy agitada,
hasta tal extremo de que, en una enciclopedia francesa se hace referencia a él.
Aunque creo que los franceses no estuvieron muy ilustrados en esta concepción
ya que, en la citada enciclopedia se decía: “Goya era hijo de un campesino
aragonés. Sus padres le mandaron a estudiar a Zaragoza. Era un muchacho muy
fuerte y se mezclaba en todos los disturbios y luchas estudiantiles. Hasta que
tuvo que huir de la ciudad por haber tomado parte en una riña de la que
resultaron tres muertos. Para esconderse de la policía, se unió a una cuadrilla
de toreros y con ellos dio la vuelta a España. Marchó después a Italia, donde
se enamoró de una muchachita y se la quiso llevar. Los padres de ella la
encerraron en un convento. Pero Goya saltó la tapia del convento, la raptó y se
la llevó a Madrid”. Es un ejemplo de la ilustración que los franceses tienen
sobre los españoles.
220)
Johannes Brahms.
El músico alemán Johannes
Brahms (1833-1897), en su juventud, no encontraba editor para su música. Uno de
los editores a los que visitó le decía: “Su música es demasiado triste. La
gente prefiere cosas más alegres”.
Brahms intentó hacerlas,
parece que lo consiguió, y volvió a visitar al editor, quien le dijo: “¿Qué?
¿Me trae cosas más alegres?”.
Brahms le dijo: “Sí, esto, a
ver qué le parece”.
Y le enseñó unas canciones
cuyo título general era “Alegremente me encamino hacia la tumba”.
Parece ser que lo primero
que propuso el editor fue cambiar el título.
Estimado lector, habrá diez nuevas anécdotas el próximo lunes.
Un afectuoso saludo. Continuará…
Vicente Llopis Pastor
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