Sesenta
años de historia se contemplan desde la aparición de la llamada “contracultura”
en la sociedad occidental. Se inició, como suele ser habitual en los modernos
fenómenos sociales, en los Estados Unidos de América, en la década de los años
cincuenta del pasado siglo y fue expandiéndose entre la juventud de los países
capitalistas avanzados.
Sus
orígenes se derivan de los fenómenos llamados “Beat”, también entendido como
“generación vencida”, movimiento literario contrario a las formas de vida y
pensamiento estadounidenses, en oposición a la sociedad contemporánea de aquél
entonces y a los valores de la clase media, caracterizándose por el
anticonvencionalismo y la improvisación de su obra, así como por el particular
estilo de vida de sus componentes, que se abrieron a las religiones orientales,
drogas, sexo y alcohol; “Rock & Roll”, nuevas formas de ritmo sincopado,
música frenética y presentaciones provocativas, géneros musicales de ritmo
marcado derivado de una mezcla de diversos géneros de música folclórica
estadounidense, entre ellas “Do Wop”, “Rhythm & Blues”, “Hillbilly”;
“Blues”; “Country” y “Western”; y con el movimiento “Hippy”, alternativa a la
sociedad tecnificada, con pacifismo, bohemia, libertad sexual y contacto
directo con la naturaleza; movimiento libertario y pacífico que gustaba de la
música del “Rock Psicodélico”, “Goove” y “Folk Contestatario”, que abarcaban la
revolución sexual; creencia en el amor libre y uso de drogas como la marihuana
y alucinógenos, como el LSD, con la intención de alcanzar estados alterados de
conciencia, usando de la meditación y rechazo al consumismo.
Su
difusión fue amplia y progresiva en toda la sociedad occidental y fue un
fenómeno complejo que no es fácil de definir pero que, aproximadamente, contaba
con características tales como las de retorno a la naturaleza, exaltación de
los valores del cuerpo, movimientos de contestación social, rebelión juvenil,
imaginación frente a racionalidad práctica, lo lúdico preferible a lo
productivo, la novedad sustituyendo a la tradición y, en resumen, la búsqueda
de otros modelos de sociedad.
En el
fondo se trataba del rechazo y la oposición a la cultura establecida y la
búsqueda de nuevos valores a incorporar a las sociedades capitalistas
contemporáneas estudiando nuevas pautas de comportamiento. No faltaron
filósofos, sociólogos y pensadores que la provocaron, describieron y
sistematizaron, cuales fueron los casos de Herbert Marcuse (1898-1979), filósofo
y sociólogo alemán-estadounidense, crítico del capitalismo; Norman Oliver Brown
(1913-2002), intelectual estadounidense, profesor de humanidades en la
Universidad de California, Santa Cruz; Paul Goodman (1911-1972), sociólogo,
escritor y activista anarquista, adscrito a la llamada “Newleft”
estadounidense, “nueva izquierda”, partidario de estructuras comunitarias y de
la “no violencia”; Theodore Roszak (1933-2011), escritor, historiador y
profesor universitario que introdujo la palabra “contracultura”; Jack Kerouac
(1922-1969), novelista estadounidense, pionero de la “Generación Beat”, su obra
más famosa es “On the road” (1957), a modo de autobiografía durante tres años
de viajes por Estados Unidos y México; fue reconocido por su prosa espontánea
que combina la espiritualidad católica, “Jazz”, promiscuidad, budismo, drogas,
pobreza, poesía, libertad sexual y viajes; y algunos otros. Uno de sus iconos
más representativos fue el conjunto musical británico “The Beatles”.
Sus
efectos más significativos fueron el “Mayo francés” del año 1968, con una
generalizada revolución estudiantil y sindical, actitudes contestatarias y sus
significativas frases de “seamos realistas, pidamos lo imposible”, “prohibido
prohibir”, y demás; los movimientos de derechos civiles en Estados Unidos; el
antibelicismo; la liberalización de la mujer; el ecologismo; la búsqueda de la
filosofía oriental, de la que se incorpora el “Zen” en el cual el objeto
exclusivo de toda meditación budista es el alma y que sirve para alcanzar el
estado de iluminación; las comunas como alternativas a la familia; y el rechazo
a los partidos políticos por su burocratización.
Aquellos
jóvenes que iniciaron la contracultura ya no existen o son ancianos. Algunos de
ellos han ocupado puestos gubernamentales y de mandatarios políticos. ¿Cuáles
han sido sus aportaciones? Como suele ocurrir en los fenómenos sociológicos,
todo lo que aparece con gran destello se va extinguiendo con el paso de los
años.
Vista
la contracultura con los ojos de hoy no parece que haya cambiado el mundo, ya
que los sistemas políticos son más burocráticos que nunca, las guerras no han
desaparecido, el capitalismo es cada vez más fuerte, el imperialismo económico
es mayor, las corrientes financieras dominan las actividades mundiales y el
alma humana continúa siendo la misma. De todas formas hay que reconocer el
idealismo de aquellos jóvenes que marcaron unas ciertas pautas que hoy están
asumidas en una relativa medida, tales como el nuevo papel de la mujer, el
cuidado del medio ambiente, los derechos civiles, el antibelicismo y algunas
otras menos satisfactorias, tales como las grandes diferencias sociales,
drogadicción, marginalidad y desestructuración familiar.
El
movimiento del “Mayo francés” de 1968 también tuvo su repercusión en España,
con manifestaciones espontáneas de estudiantes, traslado de la ubicación de la
Facultad de Ciencias Políticas y Económicas al Campus de Somosaguas, a
veintidós kilómetros de distancia del centro de Madrid para entorpecer muchas
manifestaciones, la entonces Policía Armada Española patrullando por el Campus
universitario; movimientos del entonces clandestino Partido Comunista; carreras
de estudiantes evitando a los policías; intervenciones de las brigadas
político-sociales de los inspectores de policía; manifestaciones contra el
régimen político imperante en España en aquella época, críticas al proceso 1001
de Burgos contra activistas de la ETA, etcétera. Yo mismo fui uno de los
estudiantes universitarios en dicha Facultad, aunque fui más espectador que
activista.
Y si
me lo permite el lector, a mí me parece que en nuestro país se está generando
una “nueva contracultura a la española”, originada por el llamado “Movimiento
15-M”, también llamado “Movimiento de los indignados”, a raíz de las
manifestaciones del 15 de mayo de 2011, en la que grupos de personas decidieron
acampar de forma espontánea en diferentes ciudades de España en la noche de
dicho día y días posteriores, con la intención de generar una democracia más
participativa frente al bipartidismo Partido Popular (PP) – Partido Socialista
Obrero Español (PSOE), binomio al que llamaron PPSOE, atacando y criticando el
dominio de los Bancos y Corporaciones con el intento de mejorar el sistema
democrático. Desde aquellas fechas ha habido concentraciones, manifestaciones y
se ha definido como “la casta política” a los gobernantes.
De
allí surgió el partido político Unidas-Podemos, que hoy forma con el PSOE
revolucionario e Izquierda Unida (IU) como partido comunista, el propio Consejo
de Ministros del Gobierno español. No conozco suficientemente cuáles son los
fines u objetivos de Unidas-Podemos, pero por lo que manifiesta y decide, creo
que se está transformando en una “nueva casta política”, que mantiene una
ideología socialista, eurocomunista, ecosocialista, feminista, progresismo,
desaparición de la Monarquía Parlamentaria, instauración de la República en
España, apoyo a la segregación e independencia de las Comunidades Autónomas de
España, federalismo, laicismo, plataformas anti-hipotecas, favorecer a los
okupas, alabanza a toda persona que diga o se manifieste contra S.M. El Rey,
provocaciones, intentos de tomar todo el poder Legislativo, Ejecutivo y
Judicial, es decir, enseñorearse de España, para lo cual reciben ayudas de
otros países. Todo ello con un lenguaje soez, chabacano, tosco, grosero y de
una ordinariez infinita. Parte de este movimiento y del posterior partido
político nació de las aulas universitarias, cuyos líderes tienen a gala ser los
más brillantes politólogos y políticos que ha tenido España en toda su secular
historia.
Amigo
lector. La “contracultura” tiene muchos partidarios por lo que significa de ir
en contra de la política conocida. Pero también es “cíclica”, es decir, nace,
crece, se desarrolla y se renueva con otra nueva “contracultura”. Espero que
sea bien para España, aunque tengo mis dudas en cuanto a sus maneras
democráticas y las consecuencias económicas que ya está sufriendo nuestro país.
La contracultura de hace sesenta años era un movimiento idealista. La actual
contracultura es un movimiento destructivo.
Estimado
lector. Dele tiempo al tiempo.
Vicente Llopis Pastor
28 de febrero de 2021
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