Actualmente existen unos tres millones de españoles en la
franja de edad situada entre los dieciocho y los veintitrés años. De ellos más
de la mitad están estudiando una carrera universitaria, a los que hay que
añadir otros que están en bachillerato, formación profesional u otro tipo de
estudios. Quizás dos tercios de dicha juventud se encuentren formándose para
una profesión de futuro.
Estos jóvenes saben que, una vez acabada su formación
académica, han de competir mucho para alcanzar una profesión o conseguir un
empleo. Hasta tal extremo es competitivo el actual mercado laboral que hoy no
se puede acceder a él sólo con un tipo de conocimientos. Es necesario algo más.
Dicho de otra manera, junto con sus conocimientos substanciales hay que poseer
algunas pericias adicionales. Los conocimientos van a definir su profesión,
ocupación u oficio a ejercer; las pericias adicionales complementarán sus
aptitudes personales para relacionarse con los demás y participar
eficientemente en las relaciones sociales.
Consecuentemente, y aunque todo es relativo y condicionado,
parece definirse que “el profesional del futuro” se asentará del siguiente
modo:
a).- Estará capacitado para ejercer una ocupación que se
derivará de estudios académicos, en buena parte universitarios.
b).- Requerirá habilidades adicionales; tales como:
idiomas; informática; economía a nivel rudimentario; gestión empresarial;
modernas tecnologías de la información; soltura para tareas en grupo; buen
manejo del vocabulario y algunas destrezas complementarias. Recuérdese que todo
lo que va a envolver nuestra vida va a estar en soportes electrónicos e
informáticos.
El apartado a) sería algo así como las “aptitudes” y el b)
las “actitudes”. Ambos han de complementarse para poder ejercer con éxito un
cometido laboral. La capacidad del trabajador será el producto de a) por b). Y
si uno de dichos factores es cero, su resultado será cero y la eficacia
profesional nula. Además, hay una tendencia cada vez más amplia a trabajar por
cuenta propia y en esto es indispensable el poseer una amplia suficiencia en el
apartado b).
Complementando dichas “aptitudes” y “actitudes” el
profesional del futuro ha te tener características tales como:
1)
Adaptación al
cambio. Que cada vez va variando a enorme velocidad.
2)
Tecnología.
Que sepa manejarse con las nuevas tecnologías. Poco a poco todo se va informatizando
y automatizando; sobre todo en la “tecnología de la información y
comunicaciones” (TIC).
3)
Versátil.
Para las variadas tareas que puedan producirse como consecuencia de
reorganizaciones internas de la empresa en que trabaja o de la evolución del
sector productivo al que pertenece.
4)
Comunicativo.
Estar siempre disponible y saber manejar todas las herramientas internas de
comunicación que tenga a su alcance, tanto para la convivencia con los
empleados de la empresa como para estar en contacto con sus clientes.
5)
Empatía. Que
tenga la capacidad para ponerse en el lugar de sus compañeros y sus clientes;
proactivo y siempre dispuesto a “echar una mano”.
6)
Aprendizaje
constante. Los futurólogos dicen que cada cinco años, cualquier producto o
formas de trabajar cambian en un 85%. Es el tren de la vida y no hay que
pararse en una estación, porque cuando el tren arranque, nos quedaremos
solitarios en la sala de espera.
7)
Analítico.
Que sea capaz de analizar y separar las variables del entorno empresarial,
socioeconómico y cultural, para actuar de la mejor manera posible. Es el mejor
camino para incorporar su “creatividad”.
8)
Vender imagen de
marca. Saber representar la idiosincrasia, cultura y valores de la empresa.
Pero también “su propia imagen personal”, ya que, posiblemente, a lo largo de
su vida laboral trabajará en variadas y distintas empresas.
Estas son mis opiniones respecto al profesional del futuro.
A ello añado la circunstancia de que no va a tener que trabajar en una misma
empresa o en un mismo trabajo permanentemente. Tal vez se encuentre como
portador del “portafolios con patas”, es decir, poseer un curriculum vitae
actualizado, para ofrecerse a una empresa o para conseguir trabajar por cuenta propia
como autónomo, al que las empresas recurren para determinados tipos de tareas.
Este “portafolio con patas” es la forma por medio de la cual trabajan los
actores de teatro, las estrellas de cine, los futbolistas de élite, toreros,
jugadores de baloncesto, boxeadores, las agencias de transportes, los ingenieros
de sonido o luces en la cinematografía, los guionistas y directores de cine,
las modelos de pasarelas de moda, y muchos otros profesionales que conforman el
Show Business, en español, el negocio del espectáculo, los cuales suelen tener
un representante que les consigue substanciosos contratos y que suelen cobrar
un 10% o más de los ingresos de estas personas que no tienen un empleo fijo y
continuo en determinada empresa. Trabajar por cuenta propia es un buen síntoma
de libertad. Pero, ¡ojo con esta libertad! No es tan fácil, aunque seas el
mejor del mundo en cualquier tarea. Al final tendrás que plantearte el
“portafolios con patas” que es la fórmula que siempre ha seguido Hollywood a lo
largo de toda la historia de la cinematografía.
Amigo lector. Yo estoy jubilado. Pero todavía hago uso de
mi “portafolios con patas” que consiste en los artículos que voy escribiendo.
Y, por cierto, también viene al caso la siguiente advertencia
recogida por el escritor de la Generación del 98, don Pío Baroja Nessi
(1872-1956), quien decía: “Fortuna te dé Dios, hijo, que el saber no lo es
todo”.
Reciba un afectuoso saludo.
Vicente Llopis Pastor
26 de febrero de 2021
Comentarios
Publicar un comentario