Como buen sanvicentero tengo un cierto conocimiento de la biografía de San Vicente Ferrer (1350-1419), de su taumatúrgica vida, de su enorme significación y de su gran trascendencia histórica. Nacido en Valencia en el año 1350 y fallecido en Vannes (Francia) en el año 1419. Amén de ser recordado por su labor predicadora y por sus milagros, hay que señalar que tuvo profundos conocimientos de Lógica y Filosofía. Fue Maestro en Teología. Escribió diversas obras. Fue confesor papal. Miembro “A Later Christi” de la Corte Pontificia. Participó en el Compromiso de Caspe. Intervino y tuvo gran influencia en la política de su tiempo. Siempre estuvo preocupado por los candentes problemas de su época y fue un gran movilizador de masas. Un Papa valenciano, Calixto III (1378-1458), lo subió a los altares en el año 1455, por lo que en este año 2020 hemos cumplido el 565 aniversario de su Canonización.
Pero para mí también supone un singular hecho el que San Vicente Ferrer forme parte del conjunto de los ilustrados e intelectuales santos patrones de las Facultades que integran la Universidad española. Concretamente, San Vicente Ferrer es el Patrón de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, en la que estudié hace ya varias décadas. La Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales fue creada por Ley de 29 de julio de 1943, idea que nació en el entorno del entonces Instituto de Estudios Políticos, dirigido por don Fernando María Castiella y Maiz (1907-1976), que entendió que era el momento para la implantación de un Centro de Formación de futuros dirigentes. Y en esa misma Ley creadora de la Facultad se expresa que el Santo Patrón de la misma será San Vicente Ferrer, por los especiales méritos y por la capacidad intelectual que tuvo y que resultan afines a las materias y contenidos de los planes de estudios de la nueva Facultad. A causa de la propia evolución de estos recién nacidos estudios, y con la participación de algunos de sus destacados profesores y catedráticos, por Ley de 7 de julio de 1953 esta Facultad pasa a denominarse de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales. Desde entonces ha habido diversidad de Planes de estudios que han modificado las titulaciones egresadas, pasando últimamente a denominarse, por lo general, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, en casi todas las universidades españolas.
Con la Ley de Reforma Universitaria (1986) del Gobierno socialista español presidido por Felipe González Márquez (1942) y otras modificaciones adicionales, esta Facultad expide diversidad de títulos, los cuales habilitan para darse de alta en el correspondiente Ilustre Colegio Oficial de Economistas y poder ejercer la profesión de economista. Profesión que se dedica a lo que se entiende por la eficiente administración de los recursos escasos y que se materializa en actividades tales como producción, financiación, administración, dirección de empresas, tributación, gestión de recursos humanos y similares.
Creo que es un gran honor para mí la elevada consideración que tiene San Vicente Ferrer en el mundo docente, académico y universitario. Y tampoco quiero olvidar que da nombre a mi pueblo, San Vicente del Raspeig, en donde nací y fui bautizado. San Vicente Ferrer fue una excepcional personalidad en la época medieval que le tocó vivir y sus actos trascendieron del ámbito religioso y litúrgico, hasta el extremo de que sus obras y sus hechos son aceptados como materias y modelos de indudable valor social. Por ello la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, cuando se fundó hace más de setenta años, buscó su refrendo con la advocación a nuestro Santo. Precisamente por los sólidos conocimientos y elevadas aportaciones al mundo de la Teología, de la Ciencia Política, de la Teoría del Estado y del Derecho Constitucional que tuvo San Vicente Ferrer, los cuales sirven para permitir que los colectivos humanos vivan en justicia y equidad.
Pero San Vicente Ferrer no es muy querido en toda España. Concretamente en Cataluña no se le tiene mucho aprecio, por la sencilla razón de que participó en el llamado Compromiso de Caspe, creado para nombrar un nuevo Rey de Aragón, en el que su voluntad se manifestó en favor de “Fernando, el de Antequera”, que lo consideran como un verdadero baldón para el “Principado de Cataluña”, porque era castellano. Este Compromiso de Caspe fue un pacto establecido en 1412 por representantes del Reino de Aragón, del Reino de Valencia y del Principado de Cataluña, para elegir un nuevo Rey ante la muerte en 1410 de Martín I el Humano (1356-1410), sin descendencia y sin nombrar un sucesor aceptado. Supuso la entronización por elección de Fernando, el de Antequera (1380-1416), regente del Reino de Castilla y miembro perteneciente a la dinastía de Trastámara, quien había sido Infante de Castilla, sobrino de Martín I el Humano, nieto de Pedro IV de Aragón (1319-1387), por su madre, Leonor de Aragón (1358-1382), regente de Castilla y hermana menor del fallecido Rey Martín I el Humano. El Compromiso de Caspe muestra una de las cualidades esenciales del régimen de la Corona de Aragón, en el que se anteponía la legitimidad jurídica por encima de los poderes políticos. Este principio tuvo gran influencia en el desarrollo de la Monarquía Española. Frente a Fernando, el de Antequera, pretendían el cargo otros cinco candidatos: Fadrique de Luna (1401-1438), Conde de Luna, hijo bastardo de Martín el Joven, legitimado por parte de Benedicto XIII (1328-1423); Jaime II de Urgel (1380-1433), Conde de Urgel; Alfonso de Aragón el Viejo (1332-1412), ya anciano, Conde de Denia y Ribagorza, Marqués de Villena y Duque de Gandía; Luis de Anjou, Duque de Calabria, sobrino-nieto de Martín el Humano; y Juan de Prades (1335-1414), Conde de Prades. Todos estos pretendientes tenían mayor relación de linaje de Aragón con Cataluña que Fernando de Antequera, aunque fue este último quien fue proclamado Rey de Aragón, como Fernando I, en dicho Compromiso de Caspe, en el que San Vicente Ferrer convenció al resto de los electores de la mayor legitimidad jurídica para ostentar la corona aragonesa.
Estimado lector, ya entonces Cataluña tenía sus reticencias frente a Castilla. Hoy ya no son “reticencias”, sino que es algo más fuerte, su deseo de separarse de España y constituirse como República independiente. ¿Lo logrará? El tiempo, que es sabio y destruye voluntades, nos dará la contestación.
Amable lector, un afectuoso saludo.
Vicente Llopis Pastor
30 de diciembre de 2020
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