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CAYO JULIO CÉSAR (100 a.C.-44 a.C.) EN LAS ISLAS CÍES, VIGO, PONTEVEDRA, HISPANIA

 

Las Islas Cíes son un archipiélago situado en la provincia de Pontevedra, al Norte de la Península Ibérica, en la boca de la Ría de Vigo, parte de las Rías Bajas gallegas, en España, formado por tres islas: Norte o Monteagudo; del Medio o Do Faro y Sur o San Martín. Las Islas pertenecen al municipio de Vigo; uniéndose las dos primeras artificialmente por una escollera, y naturalmente por el arenal de la Playa de Rodas. Están orientadas según un sistema de fracturas paralelas a la costa en dirección Norte-Sur. Distan aproximadamente tres cuartos de hora de viaje en barco y 14,5 kilómetros de la ciudad de Vigo. Fueron declaradas “Parque Natural” en el año 1980; y están incluidas en el “Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia” creado en el año 2002. En febrero de 2007, el periódico británico “The Guardian” eligió la Playa de Rodas como la mejor playa del mundo. En noviembre del año 2013 se iniciaron los trámites para que las Islas fueran declaradas “Patrimonio de la Humanidad”. En mayo de 2017, la Junta de Galicia elevó una instancia al Ministerio de Cultura solicitando que todo el conjunto del parque de las Islas Atlánticas sea reconocido por la UNESCO.

Su flora está constituida por matorral, fundamentalmente de especies autóctonas, como tojo, retama, esparraguera, torvisco y jara; igualmente bosques que han sufrido algunas alteraciones pero que comprenden especies autóctonas, como higuera, rebollo, pino y eucalipto. En su fauna comprende miles de parejas de gaviotas patiamarillas, cormorán moñudo, gaviota oscura, aves rapaces, palomas torcaces, pardelas, alcatraces, tórtolas, pájaros carpinteros y otras diversas aves migratorias, junto con conejos, erizos, nutrias, ratones de campo, musarañas y murciélagos; reptiles del tipo de lagartos, lagartijas y culebras; anfibios, como salamandras y sapos; invertebrados, como caracoles, escarabajos, arañas y mariposas. Igualmente la zona submarina que rodea las Islas Cíes forma uno de los ecosistemas más ricos de la costa gallega; lo más destacable es un importante bosque de algas pardas. En fin, una delicia de la naturaleza y una preciosa situación medioambiental. A pesar de la protección del archipiélago, se ve afectado, como toda la costa gallega, por una preocupante contaminación.

Pero lo que voy a escribir ahora no es sobre las propias Islas, sino sobre los grandes personajes históricos que allí habitaron, lo que hicieron, lo que dieron, lo que robaron, las luchas que generaron y el uso estratégico de las citadas Islas para aventureros; avatares; rapiñas y ataques. Pero quizás, lo más interesante, por lo menos para mí, fue la estancia en ellas de uno de los más grandes personajes que ha habido en la Historia Universal, Cayo Julio César (100 a.C.-44 a.C.) que fue Procónsul de la República Romana, y que estuvo guerreando, dominando y esquilmando con sus Legiones, todo lo que pudo de la asombrosa riqueza de estas Islas. El propio Cayo Julio César llegó a decir: “No he visto paisaje de mayor belleza y de tan gran riqueza como estas Islas de la Hispania”, una gran muestra de lo importante que fueron para él. Esto ocurría en el año 60 a.C., hace dos mil ochenta años, y César, todavía no se había incorporado al Triunvirato formado por Cneo Pompeyo (106 a.C.-48 a.C.); Cayo Julio César y Marco Licinio Craso (115 a.C.-53 a.C.), que dominó, durante varios años, la política de la República Romana, y en la que César conquistó las Galias, venciendo a su posterior rival, Cneo Pompeyo, y transformándose en Dictador de Roma, no aceptando el cargo de Rey que le fue ofrecido en tres ocasiones.

El 24 de agosto del año 60 a.C., el futuro Dictador perpetuo y padre adoptivo del primer Emperador, Octavio César Augusto (63 a.C.-14 d.C.), puso su sandalia sobre la arena de la Playa de Rodas. La visita de César está envuelta en la nebulosa de la Historia y no hay una exacta precisión sobre la fecha de su llegada a las Islas Cíes, aunque se admite como tal el 24 de agosto del año 60 a.C. Ahora, con la candidatura de las Cíes al Patrimonio de la Humanidad, vuelve regularmente la historia de Cayo Julio César en el archipiélago vigués. Parece ser que César, al frente de dos Legiones llegó a Erizana, hoy Baiona, persiguiendo a la tribu lusitana de los Herminios, que se habían refugiado en las Cíes, una de cuyas Islas se llamaba Albiano. Allí existía un templo druídico frecuentado por los que querían llegar a los últimos grados de iniciación religiosa y, por ser lugar sagrado, lo consideraban los Herminios como invulnerable, y estaban tranquilos en este refugio, hasta que llegó Cayo Julio César. César no pudo rendir a los Herminios en la batalla, el invencible General no logró conquistarlos por las armas, y tuvo que rendirlos por el asedio y el hambre, ya que ninguna nave amiga podía acercarse a las Islas Cíes. Al final pidieron la paz y Cayo Julio César pasó a las Islas. Allí descansó una temporada. Asombra tanto el nivel de detalle, porque no está documentada la estancia de César en la Hispania ulterior como Propretor, en el curso de la cual acometió la guerra contra los Herminios en el Norte de la Lusitania y en la tierra de los galaicos, la futura Gaiaecia; el historiador Plutarco de Queronea (46-120) dice: “Una vez llegado a Hispania, César desplegó rápidamente una intensa actividad; en pocos días logró reunir diez Cohortes y las añadió a las veinte que se encontraban allí; marchando contra los galaicos y lusitanos, los derrotó y avanzó hasta el Mar Exterior, sometiendo a los pueblos que aún no prestaban obediencia a los romanos”. Su objetivo real era otro: hacer dinero, porque había contraído una onerosa deuda con Marco Licinio Craso, producto de sus primeros escarceos políticos en Roma. Una buena campaña militar era la mejor forma de resarcirse de una mala racha de finanzas en la ciudad. Parece ser que la estancia de César en Gaiaecia constituye uno de los capítulos más atrayentes de la Historia Antigua de Galicia, de la que hablan los historiadores Suetonio (70-126); Apiano (95-165) y Dión Casio (155-235). También se habla de la ayuda que tuvo César de una flota llegada desde Gades, al mando de Lucio Cornelio Balbo, dando por hecho que la expedición llegó incluso hasta el Golfo Ártabro, y se apoderó, o cuando menos, obtuvo la rendición, de todos los castros costeros de cierta importancia, empezando quizás por el de Santa Tecla, en la desembocadura del Río Miño.

Dicen que César obtuvo un buen botín de unos galaicos que disfrutaban de unos grandes yacimientos de oro que más tarde serían aprovechados por los romanos, tras la conquista final ordenada por el Emperador Octavio César Augusto. Con las riquezas cosechadas en Galicia, Cayo Julio César pudo volver a Roma en el año 60 a.C., hacer campaña y auparse al Triunvirato con Pompeyo y Craso.

Amigo lector, esta es una breve historia de las Islas Cíes, que se muestra orgullosa de lo que Cayo Julio César dijo de ellas por su belleza y su riqueza. Pero también tiene el baldón de que en ella estuvo el más sanguinario enemigo del Imperio Español, el pirata Francis Drake (1540-1596), que nos hizo mucho daño en el mar, tanto en América, como en el Océano Atlántico, en el Mar de las Antillas e, incluso, la costa española del Océano Atlántico. Además, el pirata Drake tenía la protección de la Reina Isabel I de Inglaterra (1533-1603), con la llamada por ellos “Patente de Corso”, que se ensañó con el Imperio Español. Pasados tantos años, el “bréxit” y su revoltijo de negociaciones entre Reino Unido y la Unión Europea es una nueva muestra de cómo se las gastan los ingleses, a los que, en cierto modo, hay que admirar por el llamado “Imperio Británico”, que crearon, y el dominio anglosajón que todavía perdura en la llamada Civilización Occidental. No olvidemos que los anglosajones aparecen en la historia mundial a partir del año mil, cuando Roma tenía una exquisita civilización y ellos eran todavía unos “bárbaros”.

Querido lector, así es la Historia.

Un saludo afectuoso.

 

Vicente Llopis Pastor

29 de diciembre de 2020

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