Las Islas Cíes
son un archipiélago situado en la provincia de Pontevedra, al Norte de la
Península Ibérica, en la boca de la Ría de Vigo, parte de las Rías Bajas
gallegas, en España, formado por tres islas: Norte o Monteagudo; del Medio o Do
Faro y Sur o San Martín. Las Islas pertenecen al municipio de Vigo; uniéndose
las dos primeras artificialmente por una escollera, y naturalmente por el
arenal de la Playa de Rodas. Están orientadas según un sistema de fracturas
paralelas a la costa en dirección Norte-Sur. Distan aproximadamente tres
cuartos de hora de viaje en barco y 14,5 kilómetros de la ciudad de Vigo. Fueron
declaradas “Parque Natural” en el año 1980; y están incluidas en el “Parque Nacional
de las Islas Atlánticas de Galicia” creado en el año 2002. En febrero de 2007,
el periódico británico “The Guardian” eligió la Playa de Rodas como la mejor
playa del mundo. En noviembre del año 2013 se iniciaron los trámites para que
las Islas fueran declaradas “Patrimonio de la Humanidad”. En mayo de 2017, la
Junta de Galicia elevó una instancia al Ministerio de Cultura solicitando que
todo el conjunto del parque de las Islas Atlánticas sea reconocido por la
UNESCO.
Su flora está constituida
por matorral, fundamentalmente de especies autóctonas, como tojo, retama,
esparraguera, torvisco y jara; igualmente bosques que han sufrido algunas
alteraciones pero que comprenden especies autóctonas, como higuera, rebollo,
pino y eucalipto. En su fauna comprende miles de parejas de gaviotas
patiamarillas, cormorán moñudo, gaviota oscura, aves rapaces, palomas torcaces,
pardelas, alcatraces, tórtolas, pájaros carpinteros y otras diversas aves
migratorias, junto con conejos, erizos, nutrias, ratones de campo, musarañas y
murciélagos; reptiles del tipo de lagartos, lagartijas y culebras; anfibios,
como salamandras y sapos; invertebrados, como caracoles, escarabajos, arañas y
mariposas. Igualmente la zona submarina que rodea las Islas Cíes forma uno de los
ecosistemas más ricos de la costa gallega; lo más destacable es un importante
bosque de algas pardas. En fin, una delicia de la naturaleza y una preciosa
situación medioambiental. A pesar de la protección del archipiélago, se ve
afectado, como toda la costa gallega, por una preocupante contaminación.
Pero lo que
voy a escribir ahora no es sobre las propias Islas, sino sobre los grandes
personajes históricos que allí habitaron, lo que hicieron, lo que dieron, lo
que robaron, las luchas que generaron y el uso estratégico de las citadas Islas
para aventureros; avatares; rapiñas y ataques. Pero quizás, lo más interesante,
por lo menos para mí, fue la estancia en ellas de uno de los más grandes
personajes que ha habido en la Historia Universal, Cayo Julio César (100
a.C.-44 a.C.) que fue Procónsul de la República Romana, y que estuvo
guerreando, dominando y esquilmando con sus Legiones, todo lo que pudo de la
asombrosa riqueza de estas Islas. El propio Cayo Julio César llegó a decir: “No he visto paisaje de mayor belleza y de
tan gran riqueza como estas Islas de la Hispania”, una gran muestra de lo
importante que fueron para él. Esto ocurría en el año 60 a.C., hace dos mil
ochenta años, y César, todavía no se había incorporado al Triunvirato formado
por Cneo Pompeyo (106 a.C.-48 a.C.); Cayo Julio César y Marco Licinio Craso
(115 a.C.-53 a.C.), que dominó, durante varios años, la política de la
República Romana, y en la que César conquistó las Galias, venciendo a su posterior
rival, Cneo Pompeyo, y transformándose en Dictador de Roma, no aceptando el
cargo de Rey que le fue ofrecido en tres ocasiones.
El 24 de
agosto del año 60 a.C., el futuro Dictador perpetuo y padre adoptivo del primer
Emperador, Octavio César Augusto (63 a.C.-14 d.C.), puso su sandalia sobre la
arena de la Playa de Rodas. La visita de César está envuelta en la nebulosa de
la Historia y no hay una exacta precisión sobre la fecha de su llegada a las
Islas Cíes, aunque se admite como tal el 24 de agosto del año 60 a.C. Ahora, con
la candidatura de las Cíes al Patrimonio de la Humanidad, vuelve regularmente
la historia de Cayo Julio César en el archipiélago vigués. Parece ser que
César, al frente de dos Legiones llegó a Erizana, hoy Baiona, persiguiendo a la
tribu lusitana de los Herminios, que se habían refugiado en las Cíes, una de
cuyas Islas se llamaba Albiano. Allí existía un templo druídico frecuentado por
los que querían llegar a los últimos grados de iniciación religiosa y, por ser
lugar sagrado, lo consideraban los Herminios como invulnerable, y estaban
tranquilos en este refugio, hasta que llegó Cayo Julio César. César no pudo
rendir a los Herminios en la batalla, el invencible General no logró
conquistarlos por las armas, y tuvo que rendirlos por el asedio y el hambre, ya
que ninguna nave amiga podía acercarse a las Islas Cíes. Al final pidieron la
paz y Cayo Julio César pasó a las Islas. Allí descansó una temporada. Asombra tanto
el nivel de detalle, porque no está documentada la estancia de César en la
Hispania ulterior como Propretor, en el curso de la cual acometió la guerra
contra los Herminios en el Norte de la Lusitania y en la tierra de los galaicos,
la futura Gaiaecia; el historiador Plutarco de Queronea (46-120) dice: “Una vez llegado a Hispania, César desplegó
rápidamente una intensa actividad; en pocos días logró reunir diez Cohortes y
las añadió a las veinte que se encontraban allí; marchando contra los galaicos
y lusitanos, los derrotó y avanzó hasta el Mar Exterior, sometiendo a los
pueblos que aún no prestaban obediencia a los romanos”. Su objetivo real
era otro: hacer dinero, porque había contraído una onerosa deuda con Marco
Licinio Craso, producto de sus primeros escarceos políticos en Roma. Una buena campaña
militar era la mejor forma de resarcirse de una mala racha de finanzas en la
ciudad. Parece ser que la estancia de César en Gaiaecia constituye uno de los
capítulos más atrayentes de la Historia Antigua de Galicia, de la que hablan
los historiadores Suetonio (70-126); Apiano (95-165) y Dión Casio (155-235). También
se habla de la ayuda que tuvo César de una flota llegada desde Gades, al mando
de Lucio Cornelio Balbo, dando por hecho que la expedición llegó incluso hasta
el Golfo Ártabro, y se apoderó, o cuando menos, obtuvo la rendición, de todos
los castros costeros de cierta importancia, empezando quizás por el de Santa
Tecla, en la desembocadura del Río Miño.
Dicen que
César obtuvo un buen botín de unos galaicos que disfrutaban de unos grandes
yacimientos de oro que más tarde serían aprovechados por los romanos, tras la
conquista final ordenada por el Emperador Octavio César Augusto. Con las
riquezas cosechadas en Galicia, Cayo Julio César pudo volver a Roma en el año
60 a.C., hacer campaña y auparse al Triunvirato con Pompeyo y Craso.
Amigo lector,
esta es una breve historia de las Islas Cíes, que se muestra orgullosa de lo
que Cayo Julio César dijo de ellas por su belleza y su riqueza. Pero también
tiene el baldón de que en ella estuvo el más sanguinario enemigo del Imperio
Español, el pirata Francis Drake (1540-1596), que nos hizo mucho daño en el
mar, tanto en América, como en el Océano Atlántico, en el Mar de las Antillas
e, incluso, la costa española del Océano Atlántico. Además, el pirata Drake
tenía la protección de la Reina Isabel I de Inglaterra (1533-1603), con la llamada
por ellos “Patente de Corso”, que se ensañó con el Imperio Español. Pasados tantos
años, el “bréxit” y su revoltijo de negociaciones entre Reino Unido y la Unión Europea
es una nueva muestra de cómo se las gastan los ingleses, a los que, en cierto
modo, hay que admirar por el llamado “Imperio Británico”, que crearon, y el
dominio anglosajón que todavía perdura en la llamada Civilización Occidental. No
olvidemos que los anglosajones aparecen en la historia mundial a partir del año
mil, cuando Roma tenía una exquisita civilización y ellos eran todavía unos “bárbaros”.
Querido
lector, así es la Historia.
Un saludo
afectuoso.
Vicente
Llopis Pastor
29
de diciembre de 2020
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