“Acta Diurna” es un término en latín que podría traducirse como “archivo diario”, propio de la Antigua Roma. Eran las noticias cotidianas de los negocios públicos y de eventos sociales y políticos. En el año 59 a.C., Cayo Julio César (100 a.C.-44 a.C.), ordenó que las obras diarias del Senado, institución del Gobierno de la Antigua Roma que estuvo compuesta durante la mayor parte de la República por trescientos miembros extraídos de los antiguos magistrados, aunque en la Época Imperial llegó a aumentarse hasta novecientos, “Acta Diurna, Comentaria Senatus”, fueran hechas públicas. Posteriormente el Emperador Octavio César Augusto (63 a.C.-14 d.C.), sobrino nieto de Cayo Julio César, el primer Emperador Romano definido como tal, prohibió la publicación, aunque las acciones del Senado continuaron siendo registradas y podían leerse con autorización especial. También hubo anotaciones públicas, “Acta Diurna Urbis”, o “Minutas diarias de la ciudad”, de los acontecimientos de las Asambleas populares y los Tribunales, así como de nacimientos, muertes, matrimonios y divorcios. Éstas constituían una gaceta diaria que incluía política, noticias, teatro, modas, tribunales, sociedad, etcétera, prototipo de los modernos periódicos que pueden publicarse en diversidad de fechas, incluso dedicados a temas únicos o especializados. Las “Actae” se diferenciaban de los “Annales Pontificium”, colección de textos que contenían el registro de algunos hechos importantes de la vida de la ciudad. El “Pontifex Maximus” era el encargado de redactarlas, y lo hacía al comenzar el año, sobre una pizarra limpia de todo texto, llamada “Tabula Dealbata”, que era una tabla blanqueada con barniz y cal y que fueron interrumpidas en el año 133 a.C. En estas últimas sólo se registraban los asuntos mayores y más importantes, mientras que en las “Actae” se registraban los hechos ocurridos de menor importancia. Su publicación continuó hasta la transferencia de la Sede del Imperio de Roma a Constantinopla.
Resumiendo, “Acta Diurna” es el nombre que se dio a la crónica diaria fundada en Roma por Cayo Julio César en el año 59 a.C., notificaba los actos públicos más importantes y noticias de carácter mundano. En parte era de carácter oficial pero también publicaba noticias de toda clase que los particulares mandaban a la redacción.
La genialidad de Cayo Julio César fue tan extraordinaria que, amén de conseguir duplicar la extensión de la Antigua Roma, dominando Britania y todos los países que circundan el Mar Mediterráneo, se suele aplicar la consideración de “césar” al que sabe mandar. Extraordinario estratega y vencedor en mil batallas. Escribió la obra “De Bello Galicum”; “De Bello Civile”; pontífice máximo; cónsul; dictador vitalicio y no aceptar la corona de Rey que le fue ofrecida en tres ocasiones; celebrar cinco veces la entrada en Roma con la aclamación de sus “Triunfos”, tuvo la capacidad para crear el periodismo, del que actualmente no se puede prescindir con las numerosas noticias que se generan al instante y que se conocen de inmediato en todo el mundo por cualquier tipo de medios de comunicación social; hoy en día existen millones de periodistas que viven de redactar o publicar noticias, comentarios o entrevistas de cualquier tipo. Todos los países tienen sus Estudios Universitarios de Periodismo, y los egresados se ganan muy bien la vida e, incluso, se han transformado en “líderes” de opinión, que pueden hacer caer gobiernos, hundir a personas, acabar con la carrera de cualquier profesional y muchas otras cuestiones de envergadura. A veces están por encima de los poderes legislativos, ejecutivos y judiciales que nos definió Charles Louis de Secondat, Marqués de Montesquieu (1689-1755). No estaría de más que estos “soberanos” periodistas, alguna vez se acordaran de aquél Cayo Julio César, que hace más de dos mil años puso los cimientos de una profesión que, a poco que lo quiera intentar, puede hacer caer imperios, reyes, países, empresas, instituciones, personas y cualquier otro tipo de cuestiones, con un poderío que Cayo Julio César, a pesar de su gran capacidad, no llegó a tener.
Por cierto, estimado lector. Al acabar este artículo voy a leer, escuchar, ver y recibir por cualquiera de los sentidos del ser humano, qué es lo que está ocurriendo al lado de mi casa, lo que acontece en otros continentes y, también podré saber, qué información hay ahora sobre el equipo “Hércules Club de Fútbol” de Alicante. Podría ser interesante. A lo mejor puede que exista un “césar” en su plantilla de jugadores u otro tipo de empleados. Esta podría ser mi particular “Acta Diurna”.
Amigo lector. Hasta el próximo artículo.
Vicente Llopis Pastor
28 de diciembre de 2020
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