Fernando
VII (1784-1833), fue Rey de España, primeramente de marzo a mayo de 1808, por
causa del “Motín de Aranjuez”, en el que pasó a ocupar el Trono de su padre
Carlos IV (1748-1819). En mayo de 1808, la invasión francesa con la que se
empieza la llamada “Guerra de la Independencia Española”, supone el obligado exilio
de la Familia Real Borbónica a Bayona, Francia, en donde el Emperador Napoleón I
de Francia (1769-1821) fuerza al Rey Fernando VII a entregarle la Corona
española en su favor, cediendo éste instantáneamente la Corona a su hermano
mayor, José I Bonaparte (1768-1844), a quien los españoles llamaban “El
Intruso”, y que gobernó nuestro país hasta el año 1814 en el que, con la caída
de Napoleón I, desaparece la dinastía Bonaparte en España y vuelve la dinastía
de los Borbones con Fernando VII, quien regresa como Rey a nuestro país después
de su permanencia en Bayona, gobernándolo desde el año 1814 hasta 1833, en que
fallece.
A partir de dicho año 1814, Fernando
VII pasó a ser Rey de nuestro país durante diecinueve años, los que van de 1814
a 1833, año de su muerte. Comenzó su reinado en el año 1814, sin jurar la
Constitución de 1812, la llamada “La Pepa”, por haber sido promulgada el día 19
de marzo de 1812, festividad de San José, por cuya razón tomó dicho apelativo y
que pasó a ser exaltada por los liberales con la expresión “¡Viva La Pepa!”. El
reinado de Fernando VII se puede dividir en tres etapas: 1) (1814-1820).
Llamado el “Sexenio Absolutista”; 2) (1820-1823). “Trienio Liberal”, en el que
el Rey jura la Constitución de 1812; y 3) (1823-1830). “La Década Ominosa”, en
la que volvió a reinar de forma absoluta, gracias a la entrada en España de la
“Santa Alianza”, mediante el ejército de “Los cien mil hijos de San Luis”, al
mando del borbón Luis Antonio de Francia (1765-1844), Duque de Angulema; el
último Delfín de Francia entre 1824 y 1830, hijo primogénito del Rey de Francia
Carlos X (1757-1836) y sobrino de Luis XVI, Rey de Francia (1754-1793), éste
último fue guillotinado por la “Revolución Francesa” el 21 de enero de 1793,
llamándole “Luis Capeto” por los revolucionarios.
Muchos acontecimientos ocurrieron en esta convulsa época del reinado
de Fernando VII en España, quien pasó de ser “El Deseado”, cuando se incorpora
al trono en 1814, a ser considerado “El Rey Felón”, por su comportamiento que,
al fallecer, aún hundió más a España, ya que abolió secretamente la “Ley
Sálica” para que reinara su hija Isabel (1830-1904), quien fue Reina de España
a los tres años de edad, en contraposición del hermano de Fernando VII, Carlos
María de Borbón (1788-1855), lo que provocó las “Guerras Carlistas”, que
duraron en sucesivas oleadas hasta finales del siglo XIX. Durante su reinado se
independizaron casi todos los países que en su momento formaban la América
Hispana, que estaba reconocida y tenía diputados en el Parlamento en
representación de aquellas tierras que conformaban nuestro Imperio.
Durante el “Sexenio Absolutista”,
Fernando VII fue un Rey absoluto, hasta que un pronunciamiento militar en 1820
del General Rafael del Riego (1784-1823), en Cabezas de San Juan, en Sevilla,
obligó al Rey a jurar la Constitución de 1812, y así se inició su segunda
etapa, llamada “Trienio Liberal”, de la que se recuerda la frase del propio
Rey, que en 1820, al admitir la Constitución de 1812, dijo: “Marchemos francamente, y yo el primero, por
la senda constitucional”. Se dice que el propio General Rafael del Riego
ordenó, al entrar en Madrid en 1820, que se difundiera una canción llamada
“Trágala”, y que ha tenido distintas letras, tal vez la más conocida es la
siguiente:
Por los serviles,
No
hubiera Unión,
Si
se pudieran,
Constitución.
Pero es preciso,
Roan
el hueso,
Y
el liberal,
Les
dirá eso: trágala, trágala,
Trágala,
trágala,
Trágala,
trágala,
Trágala,
perro.
Esta letra, parece ser que es de
Ramón de Mesonero Romanos (1803-1882), según el escritor Díaz Viana (1951), en
un libro sobre este tema, publicado en 1981. En 1820, las potencias de la Santa
Alianza envían una expedición francesa bajo el nombre de los Cien mil hijos de
San Luis, al mando del citado Duque de Angulema, en el cual, junto a los
franceses, se incorporaron muchos soldados españoles, y finaliza el “Trienio
Liberal”, iniciándose la llamada “Década Ominosa”. Frente a la canción
“Trágala”, los absolutistas, también llamados “servilones” afectos al “Rey
Felón”, como réplica a “Trágala”, que hacía referencia a la Constitución de
1812, crearon un himno contrarrevolucionario que titularon “La Pitita”, que
dice así:
Españoles, aliados,
Clamemos:
¡religión!
¡Viva
el Rey!; ¡Viva la paz!,
¡Viva
la paz y la buena unión!,
Pitita,
bonita,
Con
el pío, pío, pon,
¡Viva
Fernando,
Y
la Inquisición!
Curiosamente, Benito Pérez Galdós
(1843-1920), en su primer libro de “Fortunata y Jacinta”, hace mención a “La
Pitita”, como algo tan vergonzante que sólo un borracho en su más aguda
inconsciencia confesaría haber cantado. Concretamente, Pérez Galdós manifiesta
lo siguiente: “Pidiéronle que cantara “La
Pitita”, y hay motivos para creer que la cantó, aunque él lo niega en redondo.
En medio del desconcierto de sus sentidos, tuvo conciencia del estado en que le
habían puesto, y el decoro le sugirió la idea de la fuga”, de “Fortunata y
Jacinta”, Libro I, Primera Parte, Capítulo III.2.
El pronunciamiento de Rafael del
Riego en 1820 dio nombre a un famoso himno, conocido como “Himno de Riego”,
adaptado por los liberales durante la Monarquía Constitucional y, más tarde,
por los republicanos españoles, concretamente por la Segunda República Española
(1931-1939). Por cierto, que el General del Riego murió ahorcado tras la restauración
absolutista que puso fin al “Trienio Liberal” en 1820.
Amado lector, curiosa etapa e
infructuosa época en la que España dejó de ser una potencia colonial
internacional. El Imperio Español perduró trescientos años, a pesar de los
ataques de corsarios, bucaneros, piratas y enemigos de España, fundamentalmente
Inglaterra, Holanda, Francia, Portugal y algunas otras potencias europeas.
Desde entonces no hemos levantado cabeza y los últimos doscientos años de
nuestra historia han sido una sucesión de guerras civiles, golpes de estado,
pronunciamientos militares, cambios de Dinastía Real, Repúblicas, Dictaduras,
etcétera. Y creo que estas continuas y fuertes marejadas en el mar de nuestra
historia no han acabado todavía. Dios quiera que me equivoque. Pero al menos,
para nuestro regocijo popular, nos quedan:
El Himno de Riego
¡Viva la Pepa!
El “Trágala”.
“La Pitita”.
Estimado lector, ya tiene con qué entretenerse. Léalo como algo jocoso
propio de la sabiduría y gracejo popular español. Si lo analiza seria e
intelectualmente es para ponerse a llorar.
Hasta un próximo artículo.
Un afectuoso saludo.
Vicente
Llopis Pastor
27
de noviembre de 2020
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