La Economía es una ciencia dinámica,
es decir, funciona con referencias a lo que ha ocurrido, está ocurriendo y,
sobre todo, lo que supuestamente va a ocurrir. No se concibe la Economía sin
una referencia a su temporalidad. A la hora de definir la economía de un país
se usan una serie de magnitudes que conforman sus relaciones entre ellas, incluso
con la posibilidad de establecer variaciones de dichas magnitudes, estables o
inestables, que gracias al uso de las matemáticas, fundamentalmente del
álgebra, cálculo infinitesimal, cálculo diferencial, cálculo integral, estadística
descriptiva y estadística teórica, nos permiten establecer variados sistemas de
ecuaciones que con igual número de ecuaciones e incógnitas pueden resolverse, y
saber los efectos de la Política Económica, que es la voluntad de los
operadores económicos; séase, Gobierno, productores, consumidores, organismos y
otras unidades económicas de decisión para lograr los objetivos que se desean.
Normalmente la información de este sistema de ecuaciones se suele llamar
“modelo económico” y cuando lo presenta el propio Gobierno o centros de
investigación, se les denomina “cuadro económico”. Es indudable que dicho
cuadro incluye hipótesis, proyecciones, prospecciones y algunas certezas, es
decir, la economía es dinámica porque se mueve según las expectativas que se
tiene sobre los operadores que deciden en un país, en un conjunto de países o
en todo el orbe.
Analice,
amigo lector, algunos conceptos económicos y la referencia temporal que se
tiene sobre ellos, es decir, su dinamismo, derivado de las expectativas que
mantenemos sobre ellos. A tal fin voy a servirme de una reducida y simple
síntesis del llamado “modelo keynesiano”, entendido así por haber sido
elaborado por John Maynard Keynes (1883-1946); quizás el economista más
destacado en modelos macroeconómicos, autor, entre otras obras, de su libro
“Teoría general del empleo, el interés y el dinero” (1936), cuyo contenido
sigue siendo válido para analizar la economía de cualquier país o zona. Este
economista tiene otras grandes y significativas obras, y fue el líder
intelectual de los Acuerdos de Bretton Woods (1944), que se celebraron antes de
finalizar la II Guerra Mundial para establecer un “Sistema Monetario Internacional”
del que salió triunfante Estados Unidos de América, gracias a su poderío y a
las intervenciones de su delegado para dichos acuerdos, Harry Dexter White
(1892-1948), en el que se aceptó el dólar estadounidense como la genuina moneda
fuerte a la cual tenían que fijarse el resto de divisas de otros países para
valorarlas.
Pero
no voy a hablar del sistema Monetario Internacional, sino de algunos conceptos económicos
en los que todos ellos mantienen un determinado movimiento según lo que se
avecina o puede presentarse. Por ejemplo, la “Oferta Monetaria”, que es la
cantidad de dinero en circulación creada por el banco emisor, en nuestro caso
el Banco Central Europeo (BCE) según lo que espera de necesidades futuras a
corto y medio plazo; la “Demanda Monetaria” depende de las intuiciones de los
empresarios o particulares en relación a lo que va a ocurrir, tanto en los
negocios o en los movimientos bursátiles; el Ahorro”, que se define como el
“consumo diferido”, que indudablemente quiere decir que ahora, los particulares
o empresarios no gastan pero que su intención es gastar cuando tengan mejor
información en el futuro; el “Consumo”, es el gasto actual, pero que puede
pagarse ahora o pagarse más tarde, según la certeza de que va a subir o bajar
el tipo de interés, considerando los casos. Este tipo de consumo también está
relacionado con el sueldo o salario que vamos a tener en un plazo determinado;
la “renta disponible de las economías domésticas” también tiene su materialización
temporal según la proyección tributaria y la posibilidad, o no, de crear nuevos
impuestos por el Gobierno; la “Inversión” de los empresarios, dependiente del “animal
spirit”, que dijera John Maynard Keynes, es decir el “olfato” para los negocios
y la previsión de lo que se avecina; etcétera. Podría incluir muchas otras
magnitudes o variables pero, si lo hago, caería en un modelo matemático no
adecuado para el corto artículo que estoy redactando. No obstante, también cito
que salarios nominales; inflación; salarios reales; Producto Interior Bruto
(PIB); impuestos directos; impuestos indirectos; tasas; equilibrio Ahorro-Inversión;
balanza de pagos, tanto por cuenta corriente como de capital, etcétera, han de
incluirse, y todas ellas, con un horizonte de futuro.
Pues
bien, estimado lector, en España existen organismos oficiales o privados que
describen nuestra economía, analizan el contenido de sus magnitudes, dan cifras
probabilísticas o reales y otras interesantes informaciones. Por ejemplo, el
propio Gobierno mediante su Ministerio de Asuntos Económicos y Desarrollo
Digital; Servicio de Estudios del Banco de España; Servicios de Estudios de los
Bancos Comerciales, séase Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell y otros;
Servicios de Estudios Económicos de todas y cada una de las Comunidades Autónomas;
estudios a nivel de provincias, por ejemplo INECA de Alicante; Universidades;
Instituto Nacional de Estadística (INE), etcétera, etcétera. Y ¿cómo no?, el
primer actor en el escenario en el que se representa la teatralidad de la
Economía, me estoy refiriendo al BCE, que tiene un abundante equipo de sesudos
economistas; técnicos; estadísticos; encuestadores y altos funcionarios; entre
ellos algún alumno mío de mis tiempos como Profesor Universitario, que informan
al público, asesoran a los ejecutivos del BCE, orientan las decisiones de los
inversores y que, con sólo una palabra o una corta frase, hacen tambalear las
decisiones que toman los empresarios, los índices bursátiles, la cotización del
euro y otras consecuencias más sibilinas y maquiavélicas.
Pues
bien, el BCE publica mensualmente un “Boletín” sobre la situación económica de
Europa y en el último que ha publicado el pasado mes de agosto ha incluido una
sección que analiza el impacto que está teniendo la pandemia de la Covid-19 y
una cierta incertidumbre en lo que va a ocurrir a corto y medio plazo en la
economía europea. En principio el BCE entiende que ha habido una primera etapa,
considerada como “colapso” económico por la pandemia que ha parado en seco la
economía, incentivando el gasto en alimentos y otros productos de primera
necesidad por acaparamiento debido al confinamiento de la mayoría de los países
europeos; una vez superada esta primera etapa, el BCE entiende que estamos
entrando en una época de espera, indagación, falta de certeza, sondeos y baja
información sobre lo que va a ocurrir a partir de ahora y que el BCE entiende
que ésta es la etapa del “miedo”. En conclusión, el BCE ha hecho públicas las
incertidumbres que cree que existen en la economía europea, e incluso mundial,
a veces consecuencia de la pandemia de la Covid-19 y en otras por la inercia de
los movimientos económicos y que, a modo de resumen, este BCE los clasifica en
cuatro actividades básicas:
a) Las
empresas frenan; ante
la incertidumbre en el estado de la economía, las empresas retrasan sus
decisiones de inversión y, concretamente, la generación de empleo. Van a
posponer estas decisiones hasta que haya más información disponible.
Consecuencia: menor formación bruta de capital fijo y descenso del consumo por
la menor creación de empleo.
b) Aversión
al riesgo; posible
aumento de la prima de riesgo y el crecimiento de los costes financieros de la
Deuda, ya que la menor previsibilidad generalmente se asocia con una mayor
aversión al riesgo. No obstante la rápida y contundente atención de los bancos
centrales, entre ellos el BCE, y de los gobiernos, hasta ahora han podido
anular este efecto derivado de la incertidumbre.
c) Más
ahorro; los hogares
se plantearán la incierta situación a medio plazo, con lo que aumentará su
ahorro, por precaución, lo cual reducirá el consumo privado actual y frenaría,
aún más, el crecimiento del PIB. El BCE, en sus habituales boletines
informativos, destaca que la tasa de ahorro de los hogares en los últimos meses,
ha seguido siendo muy elevada en la “Zona Euro”, pese a la recuperación de la
economía, lo que estaría frenando el consumo y crecimiento del PIB.
d) Cambios
permanentes y reinvención;
los episodios de muy alta incertidumbre pueden provocar cambios permanentes en
el comportamiento de los hogares y las empresas, especialmente si ocurren con
frecuencia. El banco alemán Deustche Bank está alertando de este efecto en la
economía. Concretamente se está notando en una reducción de la demanda de
servicios de viajes y restauración. El ocio, la hostelería, los viajes y el
turismo, probablemente sufrirán un impacto permanente a nivel mundial, mientras
que las compras “online” seguirán mostrando una tendencia ascendente; incluso
en la demanda de servicios; séase, abogados “online”; telemedicina sin salas de
espera y otros. Si no hay una solución definitiva contra la Covid-19, muchos de
estos patrones se mantendrán para siempre y los anteriores desaparecerán.
Por último, y muy relacionado
con lo anterior, una alta incertidumbre podría hacer que la economía sea menos
sensible a las acciones de la política monetaria y fiscal; es decir, que los
bancos centrales pueden bajar tipos de interés e inyectar vastas cantidades de
liquidez, a la vez que los gobiernos ayudan a empresas y familias; pero si
estas últimas no usan esas condiciones para consumir e invertir, el efecto
sobre la economía se disipa. Esto quiere decir que los habituales instrumentos
usados por la “Política Económica” ya no sirven para nada. Con ello están poniendo
en “tela de juicio” la validez de los esquemas de la economía capitalista, que
tiene varios siglos de antigüedad. ¡Esto es una verdadera revolución
silenciosa!
Lo que nos viene a decir el BCE es que estos
desconocimientos del futuro a corto plazo implican que la recuperación
económica no va a ser fácil y podría seguir frenando la velocidad y el repunte
que no se vislumbra por el momento. Además, el BCE remata su informe con la
siguiente sentencia: “si la mayor
incertidumbre persiste durante un periodo más largo, también podría implicar un
impacto adverso para el crecimiento potencial de la economía”. La
incertidumbre será consecuencia del grado de propagación y la letalidad del
virus y capacidad de los sistemas sanitarios para adaptarse a un aumento de la
demanda y desarrollar una solución médica, afectando al consumo, que es el primer
motor de la economía. En los últimos meses la economía europea ha estado en
“coma inducido”. El BCE calcula que la incertidumbre ha supuesto la reducción
de una quinta parte de la caída de la actividad económica en el primer semestre
de 2020.
El informe del BCE
sigue la línea argumental de que si la incertidumbre persiste, puede tener un
impacto permanente, los hogares ahorran y las empresas dejan de invertir y
contratar gente; consecuentemente las familias pueden cambiar sus patrones de
consumo para siempre. Si a ello añadimos los efectos de la Covid-19 y el avance
de la “economía digital”, el modelo económico sería muy distinto del actual. Ya
no serviría para explicarlo, ni para incentivarlo o amainarlo, ya que las
políticas económicas que se usan actualmente serían intrascendentes. En mi caso
particular, tendría que revisar los textos, conceptos, explicaciones y
contenido de mis clases como profesor universitario. Después de sesenta años
dedicado a estos temas, tendría que “reciclarme totalmente”.
Por cierto, que el
propio BCE dice que: “los tentáculos de
la incertidumbre amenazan con asfixiar la economía en los próximos meses”.
Esta expresión es muy dura y no creo que se llegue a ese extremo. Yo soy más
optimista, tal vez porque acepto más la alegría de mi Mediterráneo país que lo
que puedan decir los sesudos y disciplinados europeos que trabajan el BCE con
sede en Frankfurt, Alemania, país de filósofos, poetas y músicos, pero también
de fría emotividad, de solidez en sus estructuras, de culto al Estado y de su
disciplina como eje de su conducta. Creo que estos apelativos sobre el pueblo
alemán fueron los que se arguyeron para que el BCE se instalara en Alemania y
no en otro país cualquiera de la Unión Europea.
Querido lector, aviso a
navegantes, a pesar de las revueltas y turbulentas aguas, sigan nadando. Al
final llegaremos a buen puerto.
Un afectuoso saludo.
Vicente
Llopis Pastor
28 de septiembre de 2020
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