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ISAAC NEWTON (1642-1727) Y SU OBRA "PRINCIPIA" (1687)

 

          Al amanecer del día 25 de diciembre de 1642, día de Navidad, en una casa de campo del condado inglés de Lincoln, en la ciudad de Woolsthorpe, vino al mundo prematuramente un niño, de apariencia tan frágil que las dos comadronas que asistieron al parto declararon que el neonato moriría antes de la noche. Craso error, ya que el recién nacido estuvo durante la primera semana muy delicado, pero lo superó y tuvo una larga vida que duró cerca de ochenta y cinco años. Dicho niño era Isaac Newton, que pasaría a la historia como uno de los grandes genios de la humanidad, a la que aportó extraordinarios descubrimientos en los diversos campos de la física; matemáticas; invenciones; tecnologías; e incluso rayó a gran altura en teología y alquimia.

            Isaac Newton desarrolló múltiples investigaciones; alcanzó grandes descubrimientos y sentó las bases de la física y de la mecánica universal que han perdurado hasta nuestros días; algunas de ellas matizadas posteriormente por la Teoría de la Relatividad General de Albert Einstein (1879-1955), este último el científico más importante del siglo XX y descubridor de la mecánica cuántica y de su uso. Para conocer las grandiosas aportaciones de Newton a la Humanidad hay que estar muy preparado, y yo no lo estoy, pero me permito exponer algunos de sus descubrimientos y centrarme más en otros aspectos de su vida. Su obra más importante, escrita en latín, es “Philosophiæ naturalis principia mathematica”, publicada en el año 1687, más conocida como “Principia”, en la que describe la Ley de la Gravitación Universal y el establecimiento de las bases de la mecánica clásica universal mediante diversas leyes que  llevan su nombre.

            Se ha intentado elaborar un árbol genealógico de Newton, pero apenas se ha podido llegar a sus dos generaciones anteriores a él y no se han encontrado figuras descollantes, ni tampoco de nobleza ni de riqueza. Parece ser que sus antepasados procedían de Escocia y que él pasó por la escuela con poca aplicación y bajo nivel de comprensión. Durante esta etapa escolar tuvo una riña con un condiscípulo que era el número uno de su clase y al que venció a puñetazos. A partir de entonces se prometió a sí mismo vencerlo en los estudios, como así fue, ya que desde aproximadamente sus doce años de edad comenzó una espectacular trayectoria académica e investigadora, que muy pocos han podido alcanzar en este mundo. A los dieciocho años de edad ingresó en el “Trinity College” de la Universidad de Cambridge, siendo alumno de Isaac Barrow (1630-1677), teólogo y profesor, que le infundió una gran vocación hacia la física y las matemáticas, y que dirigió su Tesis Doctoral.

            En el año 1665, el mismo año en el que Newton se graduó en Cambridge, se generó en Londres una gran epidemia de peste bubónica, con tal escalofriantes efectos que en los primeros tres meses falleció más de la décima parte de la población londinense. Por esta razón, regresó a Woolsthorpe para “meditar”. Ahí estuvo durante dieciocho meses en la finca de su madre y dichas “meditaciones” fueron la base de todos sus descubrimientos posteriores. Se dice de él que era capaz de estar sentado horas y horas, a veces más de ocho horas, ejercitando su mente y estableciendo conceptos, postulados, principios, fundamentos, razonamientos, suposiciones, juicios, deducciones, hipótesis, cálculos y otros tipos de metodologías deductivas e inductivas, con los que llegaba a determinadas conclusiones. Después de esas ocho horas se levantaba y se acercaba a su mesa de despacho y, de pie, escribía y desarrollaba todo lo que su mente había meditado, haciéndolo de tal manera que para él era claramente comprensible y no era así para cualquier otro sabio que las pudiera leer.

            De niño se decía de Newton que estaba siempre en las nubes; pero el verdadero motivo de su distracción se hizo evidente durante su forzada estancia en la finca de Woolsthorpe; ya que estaba dotado de un increíble y gran poder de concentración que no ha podido alcanzar nadie en la historia de la humanidad. En la Universidad de Cambridge sucedió a su profesor, Isaac Barrow, y fue Catedrático de Matemáticas durante más de treinta años, abandonándolo posteriormente para dedicarse a otros campos de investigación. A modo de resumen de sus aportaciones, cito las siguientes, con las que nos asombra por su capacidad intelectual y manifestamos nuestro agradecimiento por los avances científicos que surgieron de su actividad académica e investigadora. Por ejemplo:

            Ley de la gravitación universal; estudios sobre el color; prisma para estudiar el espectro de la luz blanca; “cálculo de fluxiones” o cálculo infinitesimal, coincidiendo en tiempo y forma con las de Gottfried Leibniz (1646-1716); teoría del binomio; formulación de Newton-Cotes en matemáticas; ley de convención térmica; estudios sobre la velocidad del sonido; mecánica de fluidos; ley sobre la viscosidad; demostración de las leyes naturales que gobiernan el movimiento de la Tierra; investigaciones con series finitas; estudio de cuadraturas; teoría del binomio; investigador y creador de telescopios; aportaciones a la geometría analítica mediante ecuaciones; telescopio refractor; ley de la inercia; ley de la interacción y la fuerza; etcétera, etcétera.

            En otro orden de conocimientos, también destacó en teología, alquimia y otros campos, entre ellos lo que hoy entendemos como “economía”. Además, de la citada obra “Principia”, en la que condensa todas sus aportaciones, publicó “Methodus fluxionum et serierum infinitorum” (1671), en español “Método de las fluxiones y series infinitas”, sobre cálculo infinitesimal, diferencial e integral; “Optiks” (1704), que consta de tres libros y trata sobre las reflexiones, refracciones, inflexiones y colores de la luz.

            Poco más puedo añadir, así que detallaré los cargos, frases, curiosidades y vivencias de Isaac Newton. Entre sus cargos, fue Catedrático del Trinity College de la Universidad de Cambridge, durante treinta años; Miembro del Parlamento del Reino de Inglaterra por la Universidad de Cambridge (1689-1690); Alcaide de la Casa de la Moneda (1696-1700); Director de la Casa de la Moneda (1700-1727); nuevamente Miembro del Parlamento de Inglaterra por la Universidad de Cambridge (1701-1702); Presidente de la Royal Society (1703-1727); y otros cargos menores.

            También quisiera transcribir algunas opiniones de destacados autores sobre la capacidad y personalidad de Newton. Entre ellas cito las siguientes: Robert Stooher Stewart (1878-1954) lo califica como “explorador del universo”; su profesor Isaac Barrow dijo que “tenía una capacidad absolutamente excepcional y una singularidad especial”; Jean Bernoulli (1667-1748), matemático, médico y filólogo suizo, publicó dos problemas y lanzó un desafío para ver quién era capaz de resolverlos en el plazo de un año. Leibniz resolvió uno y aún trabajaba en el otro cuando el plazo llegó a su fin; Newton oyó hablar de los dos problemas y los resolvió en menos de 24 horas, entonces Bernoulli expresó “al león se le conoce por sus garras”; Edmund Halley (1658-1742), joven y brillante científico que más tarde llegaría a ser astrónomo real, no conseguía hacer el cálculo de la órbita de los planetas y acudió a Newton en busca de ayuda, comprobando, con gran asombro, que éste ya las había calculado, sin embargo, no se pudieron encontrar los cálculos en su desordenada mesa de trabajo; no obstante, y sin darle importancia, Newton los volvió a realizar en un momento; Newton tenía la costumbre de no divulgar inmediatamente sus descubrimientos y, a veces, tardaba en publicarlos algunos años, lo cual le provocó algún malentendido en sus aportaciones, sobre todo en su “cálculo de fluxiones” o “cálculo infinitesimal”, que lograron casi al mismo tiempo tanto él como Leibniz. Es corriente referirse a nuestro científico como descubridor de la teoría de la gravedad al reflexionar sobre la caída de una manzana desde un árbol, considerado como una emocionante metáfora.

            El 18 de abril de 1674 leyó en la Royal Society de Londres un Memorial en donde expuso los hechos fundamentales de la difracción y el fenómeno de las interferencias. El 28 de abril de 1686 se presentó en la Royal Society de Londres el manuscrito de Newton “Philosophiæ naturalis principia mathematica”, es decir, su “Principia”, la obra reveladora del verdadero mecanismo del universo. Durante los años de su permanencia como miembro del Parlamento de Inglaterra sólo tuvo una intervención que consistió en decirle a un hujier “sería tan amable de cerrar esa ventana porque me está molestando la corriente de aire que genera”. También jugaba a la bolsa de valores y ganó mucho dinero, llegando a ser un hombre muy rico, aunque en los últimos años de su vida se lamentaba por haber perdido veinte mil libras por inversiones en la Compañía de las Indias Occidentales, en la que sufrió una burbuja, llamada “Burbuja de los Mares del Sur”, debida a inversiones de acaudalados ingleses que invirtieron a principios del siglo XVIII y que condujo al “crack” de 1720; producido por masivas compras de acciones de la Compañía de los Mares del Sur, que operaba en el comercio internacional y tenía el monopolio británico con las Colonias españolas de Sudamérica y las Indias Occidentales. Los grandes conocimientos de Newton los alcanzó a la temprana edad de veintitrés años, y a esa misma edad, Albert Einstein formuló su Teoría de la Relatividad, e incluso Miguel Ángel Bounarroti (1475-1564) esculpió su “Piedad”, la más bella escultura de la historia de la humanidad, obra tallada en mármol en una sola pieza, a sus veintitrés años. Curiosidades de la Historia propias de los grandes genios.

            Isaac Newton amasó una gran fortuna. Como anécdota, en el inventario de sus bienes, después de su fallecimiento, figuraban fuentes, bandejas, candelabros y cubertería de plata; así como dos orinales de plata, lo cual sirvió para que un coetáneo suyo llamado Westfall ironizara sobre la frugalidad de Newtom diciendo: “Nadie calificaría a esto de utilitarismo espartano”, refiriéndose a los dos orinales de plata. Sobre sí mismo escribió algunos comentarios y frases, tales como la redacción de sus escritos de forma compleja que justificaba para “dar de lado a la gente que él llamaba pequeños aficionados a las matemáticas”; cuando una vez le preguntaron por qué no fumaba contestó: “porque no deseo adquirir una nueva necesidad”; dijo sobre sí mismo: “No sé cómo me considera el mundo, pero a mí me parece que he sido como un niño que juega en la playa y se divierte encontrando una piedra más lisa que otra o una concha más bella que la anterior, mientras que el inmenso mar de la verdad aparece desconocido ante mí”.

            Newton jamás se casó y no se le reconoce ningún idilio; murió soltero; jamás tuvo que usar gafas y sólo perdió un diente a lo largo de toda su vida. La encargada de su casa en Londres fue su bella y vivaracha sobrina Catherine Barton (1679-1739). Newton era de mediana estatura, bien parecido, piel sonrosada, ojos brillantes, y muy moderado en todas sus costumbres. En su vejez padeció diversos problemas renales, incluyendo atroces cólicos nefríticos, a consecuencia de uno de ellos, y tras muchas horas de agonía y delirio, falleció el 31 de marzo de 1737. Su muerte fue muy llorada por toda Europa y en el mundo entero. Sus restos reposan en la Abadía de Westminster, junto a las tumbas de los grandes hombres de Inglaterra. En su mausoleo se escribió: “Sibi gratulentur mortales tale tamtumque existisse humani generai decus”, traducida al español quiere decir: “Los mortales deben felicitarse de que haya existido tal y tan importante adorno del género humano”.

            Querido lector, para finalizar, sólo se me ocurren unas preguntas: ¿Habrá en el futuro alguna persona que pueda alcanzar sus grandes aportaciones científicas? ¿Surgirá alguien de tan alta altura intelectual? ¿Conoceremos a alguien que le pueda igualar? Creo que para que la respuesta llegara a ser afirmativa habría que esperar varios siglos.

            Con mi agradecimiento a todas las personas que tengan la paciencia de leerme.

            Un afectuoso saludo.

Vicente Llopis Pastor

 28 de septiembre de 2020

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