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EL GENERAL CASTAÑOS (1758-1852)

Su nombre completo era Francisco Javier Castaños Aragorri Urioste y Olavide, al que posteriormente añadió el de “Duque de Bailén”. Nacido y fallecido en Madrid. Fue un militar y político español y cuando se unen las dos denominaciones, “militar” y “político”, hay que tomarlo con cierto escepticismo, ya que la historia de España ha sido la gran muñidora de hombres de espadín que con sus condecoraciones, soldados, armas y bagajes han proliferado durante siglos, tanto en nuestro suelo patrio como en nuestras colonias, enfrentándose al Gobierno establecido. Creo que entre otras herencias, España ha dejado a la posteridad su bello idioma y las “técnicas del golpe de Estado militar” que todavía perduran en la que fue la América hispana.

Nacido en el seno de una familia de rancio abolengo en la que figuran embajadores, ministros, militares gobernadores de nuestras colonias americanas, nobleza, asistentes de alta graduación en el Palacio Real y todo lo que en su momento fueron las “Cámaras” Reales que asesoraban al Rey y daban lustre y esplendor en los Salones a lo que se denominaba la “Corte” al servicio del Rey.

A los 10 años de edad Castaños recibió el grado de Capitán, que el Rey Carlos III le concedió por los méritos que acumulaba su padre. Por ello pasó a estudiar como Oficial de corta edad en el “Seminario de Nobles”, institución vinculada al Colegio Imperial donde se educaban los jóvenes pertenecientes a la nobleza y los oficiales del ejército, ya que entonces, el acceso a Oficial de las Fuerzas Armadas estaba vetado al pueblo llano o a los soldados ordinarios, por muy valerosos e inteligentes que fueran. Completó sus estudios militares en la Real Academia Militar de Matemáticas y Fortificaciones de Barcelona.

A los 16 años fue destinado al Regimiento “Saboya”, de Cádiz, comenzando una carrera militar que tuvo sus altibajos. Pasó por varios cuarteles y dotaciones, alcanzando rápidamente altos grados en el estamento militar. Prestó sus servicios en la llamada “Guerra de la Convención” que el Rey Carlos IV declaró a la Francia Republicana generada por la Revolución Francesa de 1789, al igual que hicieron el resto de monarquías europeas por el miedo de que se generalizara la Revolución por todo el continente y desaparecieran los Reyes e, incluso, que fueran decapitados, como ocurrió con Luis XVI de Francia.

Esta reacción española y la de otras monarquías de la Vieja Europa fue la razón de las denominadas “Guerras Napoleónicas” que asolaron Europa durante veinticinco años, junto con la especial fijación de Napoleón Bonaparte de derrotar Inglaterra, que no logró y que sirvió para sembrar sangre, hacer y deshacer Estados y variabilidad de cambios políticos en Europa hasta que en el año 1815 el Congreso de Viena consolidó un nuevo diseño de Europa que continuó siendo, en su mayoría, monarquías absolutas, o algo parlamentarias, en escasos lugares.

El General Castaños fue nombrado Mariscal de Campo en el año 1795 y como soldado al servicio de la Monarquía española tuvo que enfrentarse, porque así era su obligación, al ejército francés que invadió España con la excusa de poder trasladarse a Portugal para, desde allí, guerrear más fácilmente contra Inglaterra, su secular enemigo. Pero aquello fue una estratagema del genial Emperador Napoleón I, que quiso ocupar España y en 1808 se inició la llamada, por nosotros, Guerra de la Independencia, o en algunos casos “Guerra del Francés”. El General Castaños tuvo un enorme éxito en la Batalla de Bailén, provincia de Jaén, en la que supuso la primera derrota en campo abierto de la “Grand Armée” francesa. Tuvo lugar el 19 de julio de 1808, en la que el General Castaños se enfrentó a un ejército francés de veintiún mil soldados al mando del General Dupont, lo cual supuso un memorable hito que no logró grandes objetivos, pero demostró que el ejército francés no era invencible y sirvió para iniciar la “guerra de guerrillas” a la que no estaban acostumbrados los franceses, y que fue tan duro golpe que allí comenzó la decadencia de Napoleón, rematada con el temerario enfrentamiento del Emperador francés al ejército ruso del General Kutúzov en las heladas estepas rusas que el ejército ruso iba esquilmando en su retirada hacia el Este y fue el mayor desastre francés, con soldados enfermos, mal alimentados, heridos, hambrientos y con un frío que los acabó de rematar.

La Batalla de Bailén duró diez horas de empeñada lucha. El General Castaños junto al General Reding se cubrieron de gloria. Los franceses tuvieron 2200 muertos y 400 heridos; las bajas españolas fueron 243 muertos y 700 heridos. Esta gran victoria causó una gran sensación en Europa y con ella comenzó el declive del Imperio francés. Realmente fue una victoria de más efecto psicológico que material, ya que la Guerra de la Independencia continuó y los franceses llegaron a dominar casi todo el territorio de España.

Entre batallas y escarceos de uno y otro lado, en el caso español con ayuda de los ingleses, hubo diversos hechos bélicos. Entre ellos la Batalla de Tudela, Navarra, el 23 de noviembre de 1808, con el enfrentamiento de un ejército español al mando del General Castaños que fue totalmente derrotado y humillado por los franceses al manos del Mariscal Lannes (1769-1809), quien desde las nueve de la mañana a las tres de la tarde batió a los españoles haciéndoles 2000 bajas entre muertos y heridos y 1500 presionares, se apoderó de 26 cañones, 2 banderas, una multitud de carros de bagajes y los grandes depósitos de municiones y víveres que el Gobierno español había acumulado en Tudela, ciudad que sufrió un feroz saqueo. Las bajas francesas no pasaron de 500 soldados. Mucho contribuyó a tal desastre español la mala inteligencia entre sus Generales, las dotes de mandos de Castaños fueron puestas en duda; el General Palafox (1775-1847) no hizo caso de las instrucciones del General Castaños y la derrota española abrió el camino de los franceses hacia Madrid, adonde llegaron con toda facilidad. El General Castaños fue sometido a un Consejo de Guerra que lo absolvió días después.

El 30 de noviembre de 1808 los franceses derrotaron al Ejército Español del Centro en la Batalla de Guadarrama, con lo que la capital española quedaba a sus pies y sirvió para consolidar como Rey de España a José I, hermano de Napoleón. Esto permitió que el propio Napoleón llegara a Madrid y, visitando el Museo del Prado, se emocionó ante el cuadro de Felipe II y recordó la frase de nuestro Rey de que “En el Imperio Español nunca se ponía el sol”; este hecho está narrado hábilmente por don Benito Pérez Galdós (1843-1920) en sus Episodios Nacionales, en el capítulo “Napoleón en Chamartín”.

Posteriormente el General Castaños se consolidó como partidario de Fernando VII y tuvo una alta participación en su reinado y en el de su hija, Isabel II, manifestándose como absolutista y manifestando una actitud política deleznable y poco reconocida, dejando un mal sabor en su papel como político porque, tanto Fernando VII “El Deseado”, cuyo mandato algunos españoles le vitoreaban con la frase “Vivan las caenas”, y después con Isabel II y las Guerras Carlistas, que acabó siendo expulsada de España, no dejó un favorable recuerdo. El General Castaños fue “Presidente del Consejo de Regencia de España e Indias” durante los años 1833 a 1852, parte del reinado de Isabel II. Como curiosidad, un sobrino nieto del General Castaños fue Francisco Javier Jirón Ezpeleta (1803-1869), Segundo Duque de Ahumada y Marqués de los Amarillos, quien fundara la “Guardia Civil” española en el año 1844, que continúa como prestigiosa fuerza de seguridad del actual Estado español, con 176 años de antigüedad.

El General Castaños falleció en Madrid el día 24 de septiembre de 1852, a los 94 años de edad, en la más absoluta penuria económica. Murió soltero y su título de “Duque de Bailén” recayó en el hijo de su hermana María de la Concepción, don Luis Carondelet Castaños. Estuvo enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres de España, en Madrid, hasta que en el año 1963 sus restos fueron trasladados solemnemente a Bailén, a un mausoleo ubicado en la Iglesia Parroquial de La Encarnación de dicha localidad.

           

 

Vicente Llopis Pastor


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