Comenzaré
diciendo que existe el llamado Foro Económico Mundial, en el que
estadistas, gobernantes, instituciones, empresarios y economistas analizan la
situación económica en todo el mundo y discuten posibles soluciones. Este Foro
se reúne anualmente en un hotel situado en Davos (Suiza), por lo que también se
le llama Foro de Davos.
Entre
otros temas se suelen presentar investigaciones sobre las condiciones
económicas y sociales que permiten el desarrollo del conocimiento humano y la
tecnología, factores determinantes para el éxito de las empresas de cada país.
En
los últimos años, el Foro Económico Mundial se ha centrado en temas
relativos a las condiciones para desarrollar innovación, crecimiento y
competitividad. Los empresarios están centrados en cultivar y retener los
talentos mas valiosos de sus compañías, para competir con sus rivales y
consolidar su liderazgo. El talento se ha convertido en la nueva divisa de
la economía mundial y hay una gran pugna por los mejores candidatos.
España
participa en dicho Foro y sujeta a las habilidades de nivel alto, es decir,
conocimiento global, y habilidades de nivel medio, es decir, laborales y de
vocación, se calculan un ranking del que se derivan ciertos índices.
Con
estas bases, el índice en España es de 51,25 puntos, por lo que ocupa el puesto
numero 30 del ranking de los 93 países estudiados y se encuentra a mucha
distancia y por debajo de la media del índice, que es el 57,13. Entre los 30
países europeos que se analizan, España se encuentra en la posición 19, que no
es muy buena si se compara solo con los países de rentas altas de la Europa
Occidental. En el grupo de países europeos cercanos a España por su índice,
Italia es el país más parecido en términos de tamaño y nivel del Producto
Interior Bruto (PIB) “per cápita”. Portugal tiene una puntuación muy semejante.
Según las conclusiones de este Foro de Davos, algunos aspectos que
deberían mejorarse en España para desarrollar la competitividad serían lo
siguiente:
a)
Presentar una buena capacidad en crecimiento y retención de talento,
ligeramente por encima de la media europea y similar a los países de rentas
altas en general. Esto significa que España desarrolla su propio talento; sin
embargo, carece de un mercado con un marco regulador que promueva la
innovación, la competencia y los negocios.
b)
Desarrollar progresivamente su propio talento, con un buen rendimiento en
educación formal y un rendimiento aceptable en formación permanente, incluida
la formación en la empresa y la calidad de las escuelas de gestión.
c)
Tener una regulación más rígida para la contratación de trabajadores. Este
parámetro mide la dificultad de contratar a trabajadores de larga duración, por
los impuestos, la duración máxima acumulada de contratos permanentes, la
relación entre el salario mínimo de trabajadores en su primer empleo y su
productividad. España ocupa el lugar 85, del total de los 93 países analizados.
d)
Mejorar la tasa de empleo de las mujeres en el mercado laboral español, que se
sitúa en el 52%, muy por debajo de la media de la Unión Europea (UE), que es
del 58,5%. La participación de las mujeres en los niveles jerárquicos es dispar;
el porcentaje de mujeres en Tareas Directivas es del 11%, siendo menor que la
media de la Unión Europea que alcanza el 14%.
Y
otras cuestiones de detalle que serían muy prolijas para este tipo de artículo
que estoy escribiendo.
Esta
situación de la gestión de talento no es nueva en España. Sobre todo, desde la
frase de el filósofo, escritor y poeta Miguel de Unamuno y Jugo (1864 - 1936), Rector
de la Universidad de Salamanca, quien dijo: “¡Que inventen ellos!”.
Esta frase es una lapidaria expresión, cuyo
repetido uso y abuso ha producido un tópico o cliché que se utiliza con
sentidos opuestos.
El
tópico es una muestra de hasta qué punto la ciencia y la tecnología han sido en
España una realidad marginal en su organización y contexto social, de modo que
se ha llegado a convertir en una especie de estereotipo nacional español, unas
veces rechazado por impropio o humillante y otras veces asumido con orgullo y
desdén, como era su propósito original.
Vicente
Llopis Pastor
17
de mayo de 2025
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