Hace unos
días se firmó un acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y los países que
conforman el llamado Mercosur, que son Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay y
Paraguay. Es fruto de cerca de veinticinco años de negociaciones y que se ha
materializado después de numerosas reuniones y acuerdos parciales durante tan
largo tiempo. Con ello se espera que el comercio entre los países de Mercosur y
la UE aumente y tenga Europa una cierta capacidad de participar en la economía
de Sudamérica. Este acuerdo ha de ser ratificado por todos y cada uno de los
países que lo integran y aceptado por el Congreso de Diputados de cada uno de
ellos. Al conocerse esta noticia nos encontramos con una respuesta de Francia
en la que su Presidente, Emmanuel Macron (1977) ha dicho que el Estado francés
no aceptará este convenio porque no le resulta grato. Para mí, particularmente,
es una reacción de Francia ante unos nuevos competidores que puede tener en el
comercio agrícola de todo el mundo y en el que Francia fundamenta su cualidad.
Hay que
recordar que la economía de Francia no es la que conocemos por su historia y
por lo que fue en siglos pasados, sobre todo desde la época de Napoleón hasta
ahora. Francia fue uno de los países creadores del Mercado Común Europeo,
posteriormente Comunidad Económica Europea y últimamente la UE. Gracias a ello
ha sostenido una agricultura que es poderosa gracias a algunos convenios que ha
acordado la UE con países francófonos que eran colonias de Francia, como la
convención de Lomé, capital de Togo, y la convención de Iaudé, capital de
Camerún y otros lugares que fueron colonias francesas en África y que han
ayudado a Francia en todas las vicisitudes que ha vivido durante los dos
últimos siglos, haciendo uso de esclavos, de trabajadores a bajo coste y de
soldados para su milicia. El acuerdo UE-Mercosur ha sido muy criticado por el Presidente
de Francia, y asumido por todas las autoridades y fuerzas políticas francesas,
que han avisado de que utilizarán todos los resortes de los que disponen en la
UE para que no entre en vigor este acuerdo, empezando por la búsqueda de una
coalición de países que le permita vetarlo, y si no fuera suficiente,
reclamando un voto por unanimidad de los 27 miembros de la UE.
Difícil lo
tiene Francia para conseguir eliminar este acuerdo UE-Mercosur, ya que Francia
es una gran defensora de su agricultura y de los acuerdos que tiene la UE con
los antiguos países que fueron colonias de Francia, lo cual le permite
cínicamente admitir que se quemen camiones de frutas y de productos agrícolas
españoles en su paso por Francia mientras los gendarmes miran para otro lado.
Ahora, con los productos agrícolas que van a venir de Mercosur se encuentran
con una competencia que frenará la producción agrícola francesa. Francia
continuará siendo un país importante y los acuerdos que tiene con Alemania son
los que están moviendo la UE. Con este acuerdo con Mercosur queda muy
debilitada la fuerza económica de Francia y con el paso de algunos años no sé
qué va a ser de este acuerdo UE-Mercosur.
Me permito
decir que la “gradeur”, en español “grandeza”, de Francia, que dijera el
general De Gaulle (1890-1970),
Presidente de la V República francesa, ya no existe, a pesar de su chauvinismo;
sólo les queda de importancia la agricultura que se nutre mayormente de la
Política Agraria Común (PAC) de la UE, de una industria de automóviles
decayendo y que ha tenido que ser reflotada con dinero del Estado francés y
mantiene nominalmente una industria espacial europea, llamada “Airbus”, cuya
construcción está repartida entre diversos países europeos. Francia se está
quedando como un país mediano. Su violencia en el PAC, su maltrato a España con
la quema de camiones que llevan productos agrícolas a Europa. Francia se cree
que ha de ser uno de los grandes países del mundo, a pesar de que viven de las
ayudas de la PAC, del turismo, ayudas a la automoción e industria del lujo.
¡Viva el
chauvinismo francés! Aunque no es oro todo lo que reluce.
Vicente Llopis Pastor
19 de diciembre de 2024
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