Continuando mi artículo de ayer sobre las startups, y tal
como prometí, voy a tratar algunas fórmulas de las que se sirven los
emprendedores para financiarlas. Entre ellas podemos contar con las siguientes:
FFF (Family, Friends and Folks).
La financiación mediante FFF es una de las formas más
comunes que se usan. Consiste en conseguir dinero de amigos, familiares y
conocidos cercanos. Esta opción puede ser muy útil en la etapa inicial de la
startup, pero puede ser difícil conseguir una suma de dinero mayor, puesto que
a la gente normal “no le sobra la pasta”.
El problema es que
esta forma de financiación puede poner en riesgo relaciones personales si las
cosas no van bien con lo que deben deducir que es dinero que posiblemente no
vayan a recuperar.
Crowfunding.
Es una forma de financiación que ha ganado mucha
popularidad en los últimos años. Consiste en conseguir dinero de una gran
cantidad de personas a través de plataformas online de este tipo. Esta opción
puede ser muy efectiva en la etapa inicial de una startup, ya que puede ayudar
a crecer a base de clientes y obtener retroalimentación de los mismos a la vez
que conseguir dinero.
Capital semilla.
Es una forma de financiación en la que un inversor
proporciona dinero en una etapa muy temprana de la startup. Este tipo de
financiación se utiliza para ayudar a desarrollar su modelo de negocio, así
como para prepararse para rondas de financiación posteriores.
Capital riesgo.
Éste es el caso de los inversores que suelen tener
experiencia en el negocio en el que invierten y pueden ser una fuente valiosa
de asesoramiento para la startup.
También se le suele llamar “venture capital” y
generalmente es aplicado por fondos de inversión a cambio de una participación
significativa en la empresa.
Incubadoras o aceleradoras.
Son organizaciones que proporcionan recursos y
asesoramiento a startups. Estas organizaciones ayudan a desarrollar su modelo
de negocio, atraer financiación y prepararse para el crecimiento del mercado.
En España una de las más conocidas es la “lanzadera”. Por
ahí han pasado algunas de las mejores startups de nuestro país. El caso más
conocido es el de la lanzadera de Juan Roig (1949), presidente de Mercadona.
Subvenciones públicas.
Son una forma de financiación en la que un órgano
gubernamental proporciona dinero a fondo perdido a una startup a cambio de un
objetivo específico. Estas subvenciones pueden ser muy útiles y buscan
investigar o desarrollar tecnologías que sean de interés público.
Deuda o préstamos.
Financiación a través de deuda o préstamos en los que la
empresa obtiene capital a cambio de un pago futuro con intereses. Esta opción
puede ser muy útil para startups que buscan capital sin diluir la propiedad de
la empresa.
Estas fórmulas pueden tener varias variantes y la
financiación de las startups puede tener diversidad de caminos. Lo cierto es
que no todas estas vías de financiación tienen éxito, ya que algunas pueden
caer en bancarrota y los inversores se lo piensan mucho e incluso solicitan que
la empresa les facilite un llamado “plan de empresa” en el que detalle
minuciosamente a qué van a dedicar esta financiación y los pasos a realizar.
En los casos de fracasar las iniciativas de las startups
se puede aplicar la famosa fábula del jamón, versificada por José Rodao
Hernández (1865-1927), escritor, periodista y poeta español. En ella dice:
“Un ricachón mentecato,
Ahorrador empedernido,
Por comprar jamón barato,
Lo pidió medio podrido.
Le produjo indigestión,
Y entre botica y galeno,
Gastó doble que en jamón.
Hoy afirman que fue un loco,
Puestos a economizar,
No es gastar mucho ni poco,
Sino saberlo gastar”.
Una bonita fabula que los inversores comprenden muy bien.
Vicente Llopis Pastor
15 de septiembre de 2024
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