También llamada “velocidad del dinero”, es el promedio de la frecuencia con la que una unidad de dinero se gasta en nuevos bienes y servicios producidos en el país en un periodo específico de tiempo. La velocidad tiene que ver con la cantidad de actividades económicas asociadas a una determinada oferta de dinero; esta oferta la lleva a cabo la Autoridad Monetaria de un país y es independiente de la ideología y forma de gobernar de dicho país.
Como ejemplo, en una economía muy pequeña, un agricultor
y un mecánico, con tan sólo una existencia de dinero de cincuenta euros para
ambos, compran nuevos bienes y servicios entre sí en sólo tres operaciones en
el transcurso de una temporada. En ella, el agricultor gasta cincuenta euros en
la reparación del tractor; el mecánico compra cuarenta euros de maíz del
agricultor y a su vez gasta diez euros en otros productos del granjero. Como se
puede observar, una masa de dinero de cincuenta euros ha hecho que dicho dinero
se aplique en distintos cobros y pagos hasta cien euros, el doble de la masa
monetaria que hay en dicha economía.
Como podrá observarse, se cambiaron de manos un total de
cien euros en el transcurso de una temporada, a pesar de que sólo hay cincuenta
euros en esta pequeña economía. Este nivel de cien euros es posible por cada
euro que se gasta en nuevos bienes y servicios, es decir, se crearon cien euros
de gasto. Un promedio de dos veces al año la velocidad es de 2 euros/año. Tenga
en cuenta que si el agricultor compró un tractor usado o hizo un regalo al
mecánico esto no entra en el numerador de la velocidad, ya que la operación no
será parte del Producto Interior Bruto (PIB) de esta pequeña economía.
Otro caso sería el de, por ejemplo, ocho personas. Una de
ellas entrega un euro a otra del grupo. Ésta le entrega a otra, y así
sucesivamente. Al final de estos ocho pagos, todos ellos se transforman en
propietarios de un euro, pero, al mismo tiempo, son deudores de un euro. En
unos pocos minutos se ha barajado una cuantía de dinero de ocho euros basados
en un solo euro y el que lo inició mantiene el euro que comenzó a circular.
Este cálculo nos mide a qué velocidad está pasando el
dinero de una mano a otra. Los factores determinantes y la consiguiente
estanqueidad de la velocidad del dinero es un tema de controversia entre y
dentro de las escuelas de pensamiento económico. Los partidarios de la teoría
cuantitativa del dinero han tendido a creer que, en ausencia de inflación o
deflación expectativas, la velocidad será tecnológicamente determinada y
estable, y que esas expectativas no surgirán sin una señal de que los precios
en general han cambiado o cambiarán. Esta opinión ha sido desacreditada en los
últimos años por la caída en picado de la velocidad de los japoneses, que han
bautizado estos hechos de falta de velocidad del dinero como “década perdida” y
el mundo la ha llamado “la gran recesión” con su secuela de los años 2008-2010.
Las autoridades monetarias emprendieron una expansión masiva de las fuentes de
dinero, pero en lugar de levantar el PIB nominal según lo predicho por la
teoría, la velocidad se redujo y el PIB nominal se mantuvo relativamente sin
cambios.
Algunas personas han interpretado incorrectamente la
velocidad entendiendo que es el tiempo entre la recepción de los ingresos y
cuándo se gasta. Hay que tener en cuenta que la forma en que se gasta el
ingreso ayuda a determinar el PIB. Puede haber un gran volumen de gasto por
personas que esperaron mucho tiempo entre la recepción de los ingresos y
gastarlo. Podrían almacenar sus ingresos en formas no monetarias, tales como
acciones y bonos, entre la recepción de los ingresos y el gastarlo. Así que esa
noción de “la velocidad en que se gasta el ingreso” es una falacia.
Actualmente, la circulación del dinero, en su mayoría, va
por medios digitales y se usa muy poco el dinero metálico para comprar algo en
una tienda o tomar un café en un bar.
El tema de la velocidad de circulación del dinero es algo
redundante desde hace muchos años. Por ejemplo, en España, la cantidad de
dinero en circulación cuya emisión la realizaba el Banco de España, tomaba
decisiones de aumentar el dinero en circulación en épocas como Fiestas de
Navidad, Día del Padre, Día de la Madre, Día de Reyes, época de vacaciones y
otras cuestiones sociales en las que se compran regalos y se entregan obsequios
y, por tanto, había que tener una masa de dinero mayor que en el resto del año
y aumentaba la circulación del dinero en un 40 o 50% para que hubiera una masa
suficiente y no generara una inflación o una caída del PIB ya que, al no haber
dinero para todos, surgían los especuladores y los que se servían de esas
ocasiones festivas de la familia para subir el precio de los productos, e
incluso, en algunos casos, iniciarse una inflación.
Este concepto de
velocidad de circulación del dinero no es nuevo, al contrario, apareció en el
siglo XV y fue tratado por los teólogos y catedráticos españoles de la
Universidad de Salamanca, por lo que hemos de enorgullecernos de que el primer
tratado sobre causas y efectos del dinero nació en dicha Escuela y Joseph Alois
Schumpeter (1883-1950), uno de los grandes economistas del siglo pasado y el
mayor historiador del Pensamiento Económico que ha habido, se permitió decir
que la Ciencia Económica nació como tal en esa llamada Escuela de Salamanca
española.
La velocidad del dinero conlleva que cuanto mayor es ésta,
mayores son los logros económicos de un país o de una sociedad.
Vicente
Llopis Pastor
29 de mayo de 2024
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