Ayer
comenté un hecho importante para la Historia de España, cual fue la Batalla de
las Navas de Tolosa (1212), en la que los distintos reyes, órdenes religiosas y
voluntarios, auspiciados por el Papa Inocencio III (1161-1216), produjeron el
desvanecimiento, paulatino, del poderío de los árabes en España y, poco a poco,
fueron desapareciendo los reinos de taifas árabes y alcanzando los reinos
cristianos el Sur de la Península Ibérica y, concretamente, el 3 de enero de
1492, los Reyes Católicos toman el último reino nazarí, el de Granada.
La Batalla de Lepanto fue un
enfrentamiento naval, ocurrido el 7 de octubre de 1571, entre los musulmanes
otomanos y los cristianos por la expansión y el control del Mar Mediterráneo.
Esta batalla representa una de las confrontaciones navales más importantes de
la Historia. En ella se enfrentaron los siguientes bandos: el Imperio Otomano,
conocido como el Imperio Turco, quien buscaba tener el control total sobre el
Mar Mediterráneo y los territorios aledaños. A tal fin, se crea la Liga Santa,
sociedad católica y militar conformada entre la monarquía hispánica, los
Estados Pontificios, Venecia, la Orden de Malta, Génova y el Ducado de Saboya,
con el objetivo de frenar la expansión del Imperio Otomano.
Ante el avance de los otomanos,
quienes ya habían conquistado los territorios del antiguo Imperio Bizantino,
los países que se veían amenazados formaron una alianza, junto a la Iglesia Cristiana,
para combatir lo que en su momento era uno de los ejércitos más peligrosos del
mundo. De esta manera, los cristianos reunieron un total de 200 barcos, 13.000
marineros y 30.000 soldados, y zarparon de Messina, en Italia, hacia el Golfo
de Lepanto, en Grecia. Por su parte, la flota otomana del Mediterráneo se había
asentado en su mayoría en el Golfo de Lepanto, y estaba conformada por unos 300
barcos y 90.000 tropas. Sus números eran superiores a los cristianos, pero se
encontraban peor equipados. La batalla resultó victoriosa para la Liga Santa,
la cual detuvo el avance del Imperio Otomano y debilitó completamente su
ejército.
Las principales causas de la Batalla
de Lepanto fueron las siguientes: a) El deseo de expansión del Imperio Otomano
en el Mediterráneo Central y Occidental con la introducción de su Islam en los
nuevos territorios; b) La alianza entre las comunidades católicas de diferentes
territorios para detener el avance de los otomanos; c) La guerra de Chipre
desatada cuando los otomanos invadieron la isla bajo el dominio de los
venecianos; d) El asedio a Malta en 1565, por parte de los otomanos, poniendo
bajo amenaza a toda Europa, y principalmente a Italia, debido a su proximidad.
Las principales consecuencias de
dicha batalla fueron: a) Grandes pérdidas económicas y sociales para ambos
bandos; b) El declive naval de los otomanos en el Mar Mediterráneo, que de
todos modos no fue definitivo, ya que la piratería siguió existiendo y el
Imperio comenzó la reconstrucción de su ejército; c) La Liga Santa, luego del
triunfo de Lepanto, no llevó a cabo más operaciones militares.
Hay que destacar que el mayor
contingente de soldados y barcos eran españoles, al mando supremo de Juan de
Austria (1545-1578), hijo del Rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio
Romano Germánico (1500-1558) y hermano de padre del Rey Felipe II (1521-1588),
que entre otros avezados Almirantes contaba con Álvaro de Bazán y Guzmán
(1526-1588), Marqués del Viso, invicto en todas las batallas navales en las que
participó y que supusieron el dominio de todos los mares del mundo por los
españoles.
La Batalla de Lepanto determinó el
predominio y la fuerza del Imperio Español en el mundo, ya que al detener la
expansión del Islam logró fortalecer el cristianismo en la mayor parte de
Europa. Por otro lado, el Imperio Otomano desistió definitivamente de sus
pretensiones de expansión en Europa y se concentró en la conquista sobre Asia
del Mar Caspio por el Oriente, luego de construir y fortalecer su ejército.
Aquí es bueno citar que España fue una especie de escudo que protegió a Europa
y que evitó que países extranjeros de religión islámica pudieran penetrar en el
corazón de Europa. Tal es el caso de la Reconquista española, que no permitió
que los árabes entraran en Europa por los montes Pirineos; la Batalla de
Lepanto, que alejó de Europa a los otomanos y a su civilización; y
posteriormente, la ayuda de España y otros países para defender Austria y sus
principales ciudades, cual fue el caso de Viena, en la que los musulmanes
intentaron tomar Europa por tierra partiendo del Imperio Bizantino. Europa le
debe a España el mantenimiento de dicho continente en manos cristianas y pocos
saben lo que hizo España a lo largo de varios siglos para que Europa se
mantuviera como tal.
España, con la Batalla de Lepanto,
llegó a su más alto nivel como Imperio y en los cinco continentes estaban los
españoles. Si en algo destacó la Europa de entonces fue en la imposibilidad de
que los árabes e islamistas pudieran pisar las tierras de Europa. Ni por
Gibraltar, ni por el Golfo de Lepanto, ni directamente vía Austria pudieron
conseguir implantar su religión y su sistema de gobierno en el Occidente
europeo. España puede decirse que fue “la centinela de Europa”, tanto en su
época imperial, como he citado, como posteriormente, durante la Segunda Guerra
Mundial, en la que frenó los intentos de la Unión Soviética de que nuestro país
cayera en su órbita comunista; a pesar de que aglutinó a varios enemigos de
nuestro país y que no lograron vencer a España. Ello nos costó soldados,
ciudadanos, la División Azul y otras manifestaciones propias del vigor de
España.
Parece ser que en los cincuenta
últimos años no hemos sido especialmente alabados por nuestros socios europeos,
a pesar de que fueron los españoles los que frenaron los ataques de los
bárbaros, africanos, turcos y soviéticos. Parece que eso no se recuerda, pero
lo cierto es que, sin nuestro país, Europa no existiría. Pero no solamente hay
que citar la Batalla de Lepanto, sino que España estaba muy avanzada
tecnológicamente en la navegación marítima y, por entonces, el Mar Mediterráneo
era propio de España, desde el Estrecho de Gibraltar hasta Grecia, con la
excepción de las ciudades españolas de Ceuta, Melilla y Orán. Sin embargo, la
mejor tecnología naval europea, los galeones y la línea de batalla usada por la
Armada Española a partir de 1580, se impuso hasta mitades del siglo XVII. Las
batallas navales de Cabo Celidonia, que tuvo lugar cerca del cabo Gelidonya, en
la costa meridional de Anatolia; Cabo Corvo, cerca de Turquía; Larache, al
Noroeste de Marruecos; y la Mamora, en Marruecos, cercenaron la expansión otomana
por el Mediterráneo. Los turcos se vieron obligados a cambiar su estrategia y
emprender por tierra la conquista de Austria para llegar a la Gran Guerra Turca
y a la Guerra en la Persia Safávida.
Nunca tan pocos hombres hicieron
tantas cosas por España. El año 1571 fue el punto culminante del Imperio
Español y, paulatinamente, después de más de trescientos años, somos un pequeño
apéndice de Europa. Lo que no pudieron alcanzar los almohades y los árabes
parece que se está reverdeciendo, no por las armas, sino por la inmigración de
países africanos cuyo fin último no lo conozco. Los árabes han manifestado que
lo que no consiguieron en siglos anteriores mediante guerras lo van a
conseguir, a partir de ahora, gracias al vientre de las esposas de los que
están inmigrando de forma masiva a Europa y, fundamentalmente, a España,
Francia e Italia. Nuestra relación con los países del Norte de África, que en
su momento fuimos su Alto Comisario, está perdiendo fuerza. Ello me hace
recordar la ya citada frase de “España, centinela de Europa”.
En la Batalla de Lepanto, España envió
lo mejor de su gente, entre ellos al Príncipe de los Ingenios, don Miguel de
Cervantes Saavedra (1547-1616), quien, al regresar a España, fue interceptado
por piratas berberiscos y estuvo cinco años en los llamados Baños de Argel,
encarcelado. Y, definitivamente, pisó su querida tierra española en el año
1580, entrando por el Puerto de Denia. Fue herido en el brazo izquierdo en
dicha Batalla, y de ahí le viene el seudónimo de “El manco de Lepanto”.
Vicente Llopis Pastor
28 de junio de 2023
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