He
sido durante veintiocho años profesor de Teoría Económica y de Historia del
Pensamiento Económico en la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de
la Universidad de Alicante. Aunque solo sea por el largo plazo de tiempo que le
dediqué a la “Ciencia Económica”, estoy muy avezado en la transmisión a mis
alumnos de conceptos, tales como Consumo, Producción, Precios, Rentas, Oferta
Monetaria, Demanda Monetaria, Tipos de Interés, Demanda Agregada, Producto
Interior Bruto (PIB), Renta Nacional, Tipos de Inversión, Nivel de Empleo,
Salarios Nominales, Endeudamientos, Salarios Reales, Demanda, Oferta, Mercados,
Distribución, Ahorro, Impuestos, Gastos, Inflación (IPC), etcétera, etcétera,
etcétera.
Para
la explicación de estos conceptos, a nivel universitario, los profesores y
catedráticos se suelen apoyar en otras ciencias adicionales que sirven para un
mejor entendimiento de los procesos de funcionamiento de la economía de un
país, de una familia, de una institución o de una persona. Para ello se
elaboran “modelos” que suelen ser sistemas de ecuaciones con infinidad de
incógnitas y procurando que puedan resolverse. Es la inclusión en la Ciencia
Económica del análisis matemático superior, fundamentalmente la teoría
combinatoria, el cálculo infinitesimal, que incluye el uso de funciones
diferenciales e integrales, así como el cálculo de probabilidades, topología y
muchos otros conceptos que guían y resuelven los problemas de la escasez de
recursos para las necesidades humanas, que es el objetivo de la Economía.
En
ocasiones, la Economía, al ser una ciencia relativamente nueva, ya que su
nacimiento científico se considera que tuvo lugar con la obra “Investigación
acerca de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones”, publicada en
1776 por el escocés Adam Smith (1723-1790), profesor de Filosofía Moral, está
falta de precisión en algunos conceptos.
Para
ello se acude a neologismos, o bien a ideas similares que se mantienen en otras
ciencias. En algunos casos se recurre al “sentido común” o al refranero popular
español, que es el más rico que yo conozco, que contiene más de cien mil
refranes, y entre los cuales destaco el “Refranero general ideológico español”,
de Luis Martínez Kleiser (1883-1971), que alcanza ochenta mil refranes. Igualmente,
les decía a los estudiantes que tuvieran en su mesa de estudio o de trabajo algún
ejemplar de un “Diccionario etimológico del idioma español”, que sirviera para
conocer el origen y evolución de las palabras, lo cual esclarece ampliamente el
significado de cada vocablo que se usa en Economía. Para mí, el más completo de
este tipo de diccionarios etimológicos es el de Juan Coromines Vigneaux
(1905-1987).
Para amenizar
mis clases, solía decir a los universitarios que si alguna vez tuviera tiempo
podría explicar la Ciencia Económica mediante el refranero popular español. Era
un “farol”. Pero algo de cierto puede haber en ello. Ahora podría ser la
ocasión de realizar dichas explicaciones y tengo en mis manos el citado
“Refranero general ideológico español”, de Luis Martínez Kleiser, quien, por
cierto, es uno de los más grandes especialistas en las obras de Miguel de
Cervantes Saavedra (1547-1616), fundamentalmente la magistral novela “El
Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”.
Me
pica la curiosidad y teniendo en mis manos tan magno refranero, me voy a
permitir hacer uso de él para respaldar y centrar los temas económicos, que
parecen estar de moda y que han llegado hasta tal extremo que la Real Academia
de Ciencias de Suecia, en el año 1969, con ocasión de celebrar el III
Centenario de la creación de su Banco Central de emisión de moneda en el año
1669, ha creado el mal llamado “Premio Nobel de Economía”, por la sencilla
razón de que no fue instituido por Alfred Nobel (1833-1896), como hizo con el
resto de los Premios que se llevan a cabo en octubre de cada año.
Volviendo
al título de este artículo “La Ciencia Económica según el refranero popular
español”, expongo algunos refranes que no vulgarizan, sino que difunden
vocablos que están casi continuamente en los labios de todo tipo de personas.
Los he agrupado para una mejor interpretación y con una consideración moral y
cívica que conviene aplicarse a sí mismo cada persona. Ahí van algunos. Creo
que son tan claros que no necesitan ninguna explicación adicional por mi parte.
Veamos:
Ahorro.-
“Mejor
se guarda lo que con trabajo se gana”.
“Lo
que bien se gana, bien se guarda”.
“No
hay tal doctrina como la de la hormiga”.
“Ahorrar
es el natural complemento de ganar”.
“El
ganar es ventura, y el conservar, cordura”.
Descanso laboral.-
“Aunque
solo fuese por el gusto de descansar, todos los hombres deberían trabajar”.
“El
propósito de trabajar es llegar a descansar”.
“Bien
cena, quien bien trabaja”.
“Con
el trabajo se compra el descanso”.
“Cuando
te sientes a comer, ganado lo has de tener”.
Dinero.-
“El
que algo quiere algo le cuesta”.
“Dudoso
es heredar y seguro trabajar”.
“Lo
que poco cuesta, aún menos se quiere”.
“El
que trabaja mucho no tiene tiempo de hacer dinero”.
“El
que trabajando se hizo rico, vivió pobre y murió rico”.
Ganancias.-
“A
río revuelto, ganancia de pescadores”.
“Lo
que no se empieza no se acaba”.
“No
hay atajo sin trabajo”.
“Quien
mucho abarca poco aprieta”.
“La
ambición rompe el saco”.
Necesidad.-
“Tan
necesario es el trabajo como el dinero para llevar la vida que quiero”.
“Como
el comer es diario, trabajar diariamente es necesario”.
“En
esta vida caduca, el que no trabaja no manduca”.
“A la
puerta del que sabe trabajar, se asoma el hambre y no se atreve a entrar”.
“Hermanos,
cada cual come con sus manos”.
Trabajo.-
“Ya
que aprendiste a cobrar, aprende también a trabajar”.
“El
buen cirujano opera temprano”.
“A
juventud ociosa, vejez trabajosa”.
“Quien
de joven no trabaja, de viejo duerme en la paja”.
“En
cualquier trabajo u obra, el que no ayuda estorba”.
Y así
sucesivamente durante varias semanas publicaré algunos artículos sobre “La
Ciencia Económica según el refranero popular español”.
Muchas
gracias por leerme.
Vicente Llopis Pastor
21 de enero de 2023
Comentarios
Publicar un comentario