La
Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) adoptó en el año 2015 la llama
“Agenda 2030”, una forma de llamarle al Desarrollo Sostenible, un plan de
acción a favor de las personas, el planeta y toda la sociedad en general. Esta
Agenda 2030 se ha transformado en unos objetivos que han de cumplir todos los
países que integran la ONU y, naturalmente, uno de ellos es nuestro querido
país, España. El contenido de estos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) tiene
sus defensores y detractores. En el caso de nuestro país, el Gobierno ha tomado
con mucha seriedad esta Agenda 2030 y ha creado un ministerio expresamente para
ello; concretamente, el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes
y Memoria Democrática, al frente del cual está el ministro Félix Bolaños García
(1975).
El Sr.
Bolaños García es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de
Madrid; fue el número uno en su promoción, tanto en el Curso General de
Abogacía de la Escuela Práctica Jurídica, como en el Curso Especial de Derecho Laboral
de la Escuela de Práctica Jurídica. Ejerció como Secretario General de la
Presidencia del Gobierno desde junio de 2018 hasta que fue nombrado Ministro de
la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática en julio de
2021. Con anterioridad y desde 2008 ocupó el puesto de Letrado del Banco de
España y posteriormente fue nombrado jefe de la división de Asesoría Jurídica
Laboral y Documentación Jurídica. Ha ejercido como profesor en el Instituto de
Empresa (IE Law School) y ha sido abogado del despacho de Uría Menéndez. Ha
sido premiado con la Cruz Distinguida de segunda clase de la Orden de San
Raimundo de Peñafort, concedida por el Ministerio de Justicia, con el premio
del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid y con el premio de la Escuela de
Práctica Jurídica de la Universidad Complutense de Madrid.
Desde la
aprobación de dicha Agenda 2030 por la ONU, España no solamente ha creado un
Ministerio expresamente para ello, sino que ha ido legislando de una u otra
forma a lo largo de los últimos años, sobre todo en la creación de una
estructura gubernamental para poder cumplimentar las obligaciones que conlleva
dicha Agenda 2030. Este ministerio de la presidencia ejerce las atribuciones
que legalmente le corresponden, a través de los siguientes órganos superiores y
directivos: a) Secretaría de Estado de Asuntos Constitucionales y
Parlamentarios; b) Secretaría de Estado de Comunicación; c) Secretaría de
Estado para la Función Pública; y d) Subsecretaría de la Presidencia. A dichos
organismos se le han unido algunos otros que en su momento estaban adscritos a
dicho ministerio, tales como: a) Agencia Estatal del Boletín Oficial del
Estado; b) Centro de Estudios Políticos y Constitucionales; c) Centro de
Investigaciones Sociológicas; d) Agencia Estatal de Evaluación de las Políticas
Públicas y la Calidad de los Servicios; e) Mutualidad General de Funcionarios
Civiles del Estado; y f) Instituto Nacional de Administración Pública.
Como podrá
observar, amigo lector, la apuesta del Gobierno español por cumplimentar la
Agenda 2030 es muy ambiciosa y con una infraestructura muy cuantiosa en
personas, lo cual no necesariamente significa que se va a satisfacer con
eficacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible que en su momento fijó la
Asamblea General de la ONU. El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
Pérez-Castejón (1972) ha manifestado que las élites que nos gobiernan hoy nos
anuncian el mundo “feliz” de mañana. Para ello hay que conseguir diecisiete
objetivos que cito a continuación:
1)
Fin de la pobreza;
2)
Hambre cero;
3)
Salud y bienestar;
4)
Educación de calidad;
5)
Igualdad de género;
6)
Agua limpia y saneamiento;
7)
Energía asequible y no contaminante;
8)
Trabajo decente y crecimiento económico;
9)
Industria, innovación e infraestructura;
10)
Reducción de las desigualdades;
11)
Ciudades y comunidades sostenibles;
12)
Producción y consumo responsables;
13)
Acción por el clima;
14)
Vida submarina;
15)
Vida de ecosistemas terrestres;
16)
Paz, justicia e instituciones solidarias;
17)
Alianzas para lograr los objetivos.
Como podrá
observarse, es un conjunto de intenciones que no va a ser fácil llevarlas a
cabo en tan escaso período de tiempo, ya que el año 2030 está muy cercano para
llevar a cabo tan magna obra. Los países más ricos y desarrollados lo van a
tener más fácil, pero los países subdesarrollados o en vías de desarrollo van a
tener que esforzarse mucho, e incluso colaborar con otros países más poderosos
para que se cumplan dichos objetivos. A mí me parece que los ODS son un
planteamiento de una Arcadia feliz para la humanidad y es algo así como
comenzar una nueva historia mundial en la que guerras, competencia,
financiación, fragilidad de los Estados, adaptación de las personas y otras
dimensiones económicas, sociales y ecológicas van a repercutir en el planeta
Tierra.
Dada
la situación económica de nuestro país, el reto es muy elevado y tengo mis
dudas respecto a satisfacer idóneamente los diecisiete objetivos fijados. Lo
cierto es que ya están surgiendo disposiciones generales y textos de obligado
cumplimiento en el Boletín Oficial del Estado (BOE) que no siempre son fáciles
de cumplir. Además, algunos de ellos son poco precisos y no figuran mediciones
cuantitativas de los logros a alcanzar. En el fondo son eufemismos, que suenan
muy bien pero que se materializan difícilmente. Estimado lector, analice
algunos de estos objetivos, por ejemplo, fin de la pobreza; hambre cero;
educación de calidad; energías asequibles y no contaminantes; acción por el
clima; reducir significativamente la contaminación marina; etcétera, etcétera.
Yo creo que es un conjunto de buenas intenciones cuyo fin último es la paz,
justicia e instituciones solidarias, y bajo cuyo eufemismo se esconden
objetivos poco definidos, no cuantificados y que, finalmente, van a ser los
países más desarrollados quienes se lleven la parte más importante de los ODS.
Aunque
quedan ocho años para cumplirlos, estos objetivos no llegarán a cubrirse en su
totalidad y, estoy convencido, de que en próximas asambleas de la ONU se irán
modificando para poder darle cierta universalidad a la civilización y el
compromiso de nuevas fuentes de financiación. Como muestra de mi opinión me
remito a la situación actual del mundo, con una guerra de Rusia contra Ucrania,
setenta y tres misiones militares en diversos lugares del mundo, en muchos de
los cuales existen soldados españoles, falta de suministro de petróleo, gas y
otras energías; y la persistencia de un modelo de desarrollo basado en el
crecimiento económico, sometiendo a la dimensión económica la social y
ecológica, lo cual es contrario al desarrollo sostenible.
Para
finalizar, solo me queda decir que no es lo mismo “crecimiento económico” que “desarrollo
económico”. El “crecimiento” es el aumento de producción, riqueza u otros
objetivos, pero sin un equilibrio expreso; mientras que “desarrollo” es el
crecimiento más un cambio institucional. La Agenda 2030 expresa la necesidad de
un cambio institucional pero me temo que no va a ser posible jamás, ya que las
personas, sus Gobiernos y las fórmulas de convivencia, no son precisamente
angelicales.
Un
afectuoso saludo.
Vicente Llopis Pastor
22 de octubre de 2022
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