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LOS PARADIGMAS DE LA ECONOMÍA

 

           

            La Economía es una ciencia social y como tal la metodología para su estudio no es tan precisa como las ciencias exactas. En Economía es difícil hacer pruebas, ensayos, provocar fusiones, aleaciones, usar tubos de ensayo y otras fórmulas que tienen las ciencias exactas. El camino de prueba y error resulta inaplicable en esta ciencia. Pero, además, al estar dentro de la Economía las propias personas, que tienen sus comportamientos a veces pocos conocidos o cambiantes, las dificultades para su estudio son mayores.

            La Ciencia Económica tiene una historia de unos doscientos cincuenta años, desde que Adam Smith (1723-1790), considerado el “Padre de la Economía”, publicara su obra “Investigación acerca de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones” (1776). Las ideas que recogió Adam Smith en su citada obra se aceptaron como clásicas, pero la evolución del tiempo, nuevas tecnologías, cambios históricos y toda serie de acontecimientos que han ocurrido en los últimos dos siglos y medio, han tenido que admitirse para una correcta definición de la Ciencia Económica. La realidad no es precisamente así. Lo que ha ocurrido son los llamados “paradigmas de la Economía”, los cuales consisten en la aceptación generalizada por todos, o la mayoría de los tratadistas, de las ideas y conceptos sociales reflejados en los sistemas productivos y que se admiten como verdaderos. Estos paradigmas van cambiando, dando saltos, y la evolución de la Ciencia Económica está pareja a los mismos. Cuando se aceptan estos paradigmas por los especialistas, se consideran que son los correctos para definir nuestra ciencia y sus aplicaciones. O séase, es una especie de elección democrática en la que en unos años o período de tiempo se consideran correctos algunos conceptos, mientras que años después pueden pasar a ser incorrectos y no se aceptan, apareciendo un nuevo paradigma que hace desaparecer al anterior. Así ha sido y así continuará en el futuro, salvo que yo me equivoque.

            Para respaldar los paradigmas que la Ciencia Económica nos ha legado, me permito citarlos de los más antiguos a los actuales, y han sido tan aceptados que incluso han creado “Escuelas”, que se estudian en la Historia del Pensamiento Económico, con sus aciertos y desaciertos.

            Para mí, dichos paradigmas han sido los siguientes: a) clasicismo; b) mercantilismo; c) fisiocracia; d) marxismo; e) neoclasicismo; f) keynesianismo; y g) liberalismo.

            Me permito hacer una pequeña referencia a cada uno de estos paradigmas de la Economía.

a)      Clasicismo.

Modelo de estudio de la Ciencia Económica que se sostiene por las reacciones de determinadas personas y en la que la línea argumental es lograr lo máximo de un objetivo con el mínimo esfuerzo posible. Es un paradigma económico muy simple, pero que sentó las bases del pensamiento económico, siendo defendido por autores que lo consideran válido para la consecución de unos determinados objetivos. En líneas generales, trata de cómo aumentan los ingresos, función del dinero, el capital como consecuencia de las inversiones, equilibrio financiero personal y muchas otras concepciones que han llegado hasta nuestros días y que actualmente se suelen representar mediante modelos matemáticos con funciones que se expresan en los ejes de coordenadas. Entre otros ejemplos, se puede incluir la demanda como función del precio; la oferta igualmente como función del precio; la inversión como función del tipo de interés; el interés como equilibrio entre oferta y demanda monetaria, etcétera, etcétera. Estas formulaciones nacieron en la llamada “Escuela Clásica”, representada por filósofos y humanistas escoceses en la segunda mitad del siglo XVIII. Antes de ellos, la llamada “Escuela de Salamanca”, integrada por un conjunto de filósofos y teólogos, que eran catedráticos de la Universidad de Salamanca, aportaron sus ideas monetarias y fueron la base para muchos conceptos que hoy admitimos teórica y prácticamente, cual es el caso de la inflación.

b)     Mercantilismo.

Es un sistema político y económico basado en la cantidad de metales preciosos que posee un país, o incluso una persona en particular. Generalmente se refiere a la economía de un país y sus ideas se desarrollaron en Europa entre los siglos XVI, XVII y primera mitad del XVIII. Uno de sus pilares fundamentales fue la creencia de que los países que querían mantenerse como líderes mundiales debían acumular riqueza, principalmente en forma de oro y otros metales preciosos. Visto desde el día de hoy, se le puede definir como el paradigma de la Balanza de Pagos favorables, en la que los ingresos que recibe un Estado procedente del extranjero son mayores que los pagos o salidas de los metales preciosos, o dinero, que sale hacia otros países. Este paradigma acompañó la época dorada del Imperio Español y se puede decir que en su época fueron muchos los teóricos de dicha concepción, llamados “arbitristas”, que elevaban al rey sus ideas respecto a cómo había que gobernar para aumentar la tenencia de metales preciosos y otras fórmulas de dinero.

c)      Fisiocracia.

Nace aproximadamente hacia 1750 y es un paradigma económico que nace en Francia, el cual basa su principal contenido en la escasa intervención del Estado en la Economía. Los fisiócratas, en contraposición al mercantilismo y su fuerte apuesta por la intervención del Estado en la Economía, apoyaban una corriente más libre, basándose en que la Economía poseía un fenómeno natural, el cual dio origen a este térmico de fisiocracia, que viene de “physis”, procedente del griego antiguo, que significa “un fenómeno natural por sí solo”. Este paradigma fue defendido fundamentalmente por autores franceses, entre ellos François Quesnay (1694-1774), así como por Turgot (1727-1781), quienes estaban en contra de la intervención del Estado.

d)     Marxismo.

Es el conjunto de doctrinas derivadas de la obra del filósofo alemán Karl Marx (1818-1883), filósofo y periodista alemán y de su compañero Friedrich Engels (1820-1895), quienes elaboraron “El manifiesto comunista”. El principal argumento en que se basa el marxismo es que el sistema económico existente en sus tiempos debía ser reemplazado por otro que aboliría el sistema de propiedad privada burguesa y desaparecer el libre mercado de bienes y servicios. Este paradigma fue asumido por países comunistas y aportan cuestiones tales como que la propiedad es un robo, el salario es la miseria que reciben los trabajadores por las plusvalías que generan en favor de los capitalistas, el maltrato al excedente de mano de obra, y otras cuestiones que buscan una sociedad que debe ser igualitaria, abogando por la caída del capitalismo. Este paradigma ha tenido poco éxito y en su momento era el que aplicaban los países comunistas hace cerca de cincuenta años y en el que vivía el cuarenta porciento de la población mundial.

e)      Neoclasicismo.

Supone reforzar las ideas y conceptos que definió la Escuela Clásica, considerada como la iniciación de la Ciencia Económica. El neoclasicismo se basa en la idea de que el valor de los bienes es una función de utilidad, satisfacción que le asignan los consumidores. En él tiene un papel importante el mercado y su estudio se fundamenta en el llamado “marginalismo”, que aparece entre 1870 y 1920 en la llamada “Escuela de Viena”. Uno de sus aspectos fundamentales es la aplicación de límites a las funciones matemáticas que describen los hechos económicos. Una de sus principales preocupaciones fue la asignación y distribución optima de los recursos en una sociedad; apoyando firmemente el libre comercio como motor del desarrollo económico y la forma de estudiar las ventajas comparativas de los países.

f)       Keynesianismo.

Debe su nombre a la singular figura del economista británico John Maynard Keynes (1883-1946), profesor del King’s College. Keynes talvez sea el economista más brillante de los últimos cien años y sus ideas, definiciones y su propio paradigma, se estudian en todo el mundo. Keynes creía que la principal causa de la crisis era la baja demanda de los consumidores; por ello propuso el intervencionismo del Estado como mecanismo para estimular dicha demanda y regular la economía en momentos de depresión, estudiando los problemas agregados de la economía como el paro, la inversión, el consumo, la producción y el ahorro de un país. Sus argumentos constituyeron la base de la macroeconomía. Su obra más conocida es “Teoría general del empleo, el interés y el dinero” (1936). Keynes fue el más importante protagonista en los Acuerdos de Bretton-Woods del año 1944 para establecer el Sistema Monetario Internacional (SMI), pero no consiguió que se emitiera una moneda nueva y única para todos los países, frente al estadounidense Harry Dexter White (1892-1948) que impuso el dólar estadounidense como divisa internacional aceptada por todos los países.

g)      Liberalismo.

Es el paradigma actual. Consiste en una filosofía política, moral y económica que defiende la libertad de los ciudadanos, limitando el poder del Estado, así como la igualdad ante la ley. Es una doctrina que promueve las libertades civiles y trata de oponerse al despotismo ilustrado, al absolutismo, así como a otro tipo de corrientes en las que la figura del individuo está muy disminuida. Es consecuencia de la democracia imperante y tiene todas las virtudes y defectos que podemos observar con grandes diferencias de clases, niveles de paro, tasa de inflación y otros fenómenos que intentan ser solucionados por Su Majestad El Mercado, pero que no parecen lograrlo y al final es el Estado el que ha de intervenir.

 

            Esto es lo que ha dado de sí la difícil metodología aplicable a la Ciencia Económica, en la que se puede observar diversos juicios de valor a lo largo de los siglos y cuyos conceptos no son equivalentes según el paradigma de la economía que hayamos utilizado.

            Estimado lector, ahí le dejo este artículo para que lo pueda estudiar y comentar.  

 

Vicente Llopis Pastor

 25 de septiembre de 2022

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