Como continuación de los cinco artículos que he prometido
sobre “la Arcadia feliz”, escribo el presente, titulado “La Edad de Oro en la
cultura occidental”, en el cual reflejo el idealismo del desarrollo social y
político en Europa occidental y hasta qué punto se ha podido materializar. Es
decir, se trata de ideales de algunos sabios y escritores que no siempre se han
puesto en práctica pero que han sido aceptados en diversos tiempos en algunos
países y sociedades.
El término “Edad de Oro” proviene de la mitología griega y
fue recogido por primera vez por el poeta griego Hesíodo (siglo VII a.C.),
poeta griego poseedor de los saberes humanos, usando una poesía extraordinaria
y considerado como uno de los primeros filósofos griegos. Este autor se refiere
al mito respecto a una etapa inicial de las edades
del hombre, en la que los seres humanos habrían vivido en un estado ideal o
utópico, cuando la humanidad era pura e inmortal. En las obras literarias
referentes a la edad de oro usualmente acaban en un acontecimiento devastador,
que trae consigo la caída del ser humano. Hesíodo escribió el poema “Los
trabajos y días”, en el que trata de la primera edad mítica, el tiempo de “una dorada de estirpe de hombres mortales”,
que “crearon en los primeros tiempos los
inmortales que habitaban el Olimpo. Vivieron
en los tiempos de Cronos, cuando reinaba en el cielo…”. Hesíodo describe
otras cuatro eras que sucedieron a la edad de oro en orden cronológico: la edad
de plata, la edad de bronce, la edad de los héroes y la edad del hierro.
La mítica edad de oro descrita por Hesíodo está en la base
de “toda la historia del pensamiento
griego, alimentando los sueños de los que por diversas razones rechazan el
mundo en el que viven”. La edad de oro no conoce ni la guerra, ni el
trabajo, ni la vejez, ni la enfermedad; las personas mueren en un sueño
pacífico, pues la Tierra produce bienes en cantidad suficiente para satisfacer
todas las necesidades y, por consiguiente, no hay razón para que surja ningún
conflicto, por lo que las personas de la raza de oro llevan una vida tranquila
y feliz.
Este mito también aparece en los diálogos de la obra
“Política” de Platón (427-347 a.C.), que cité en el día de ayer, y en la que se
imagina una Arcadia feliz como continuación de la vida en la edad de oro; los
pastores de tales tierras no permiten que la civilización los corrompiese.
Junto a ellos incluimos al poeta latino Ovidio (43 a.C.-17
d.C.), con sus obras “Arte de amar”, “La metamorfosis” y otros relatos
mitológicos, según los cuales la edad de oro tuvo lugar inmediatamente después
de la creación del ser humano, cuando Saturno gobernaba el cielo, por lo que
igualmente se la llamaba “reinado de Saturno”; era un tiempo de inocencia,
justicia, abundancia y de bondad. La Tierra gozaba de una primavera perpetua y
los campos fructificaban sin necesidad de que los cultivasen; pero Saturno fue
lanzado a las tinieblas del Tártaro y Júpiter se convirtió en el amo del mundo,
con lo que comenzaría la edad de plata. Se encuentra también en las evocaciones
de la edad de oro en otros autores y poetas, cual es el caso de Virgilio (70-19
a.C.), autor de “La Eneida”, “Bucólicas” y “Geórgicas”.
No solo la literatura ha recogido la idea de una edad de
oro, sino que la pintura acogió el tema a partir del Renacimiento, usando
sobretodo el símbolo del laurel. En siglo XVII también se acogió como tema
literario y permaneció fundamentalmente como una cuestión legendaria.
La Iglesia Católica nunca negó el mito de la edad de oro.
Los padres de la Iglesia, sobretodo san Agustín de Hipona (354-430) y san
Ambrosio (340-397), no dudaban de que en un principio Dios había creado el
mundo para que sus riquezas fueran comunes a todos los hombres. Pero el Pecado
Original había destruido este orden natural primitivo, obligando al hombre a
trabajar y causando la desigualdad entre ellos. La Iglesia aceptó esta
desigualdad y solo una élite de clérigos o laicos podía soñar con encontrar
estas formas comunitarias e igualitarias que se encarnaban en la vida monástica;
pero a principios del siglo XIV, cuando las bases laica y eclesiástica de la
sociedad feudal comienzan a desquebrajarse, la idea de un retorno a la igualdad
natural va a presentarse para algunos como la única solución a los males de su
tiempo y el mito de la edad de oro va a verse reforzado con una crítica
extremadamente viva de la desigualdad social. Probablemente el movimiento de
los taboritas de bohemia sea el más representativo de esta tendencia.
Una idea análoga puede encontrarse en las tradiciones
religiosas y filosóficas de Asia. Por ejemplo, los vedás, antiguos textos hinduistas escritos es sánscrito, que
concebían la historia en forma cíclica, con alternancia entre las edades oscuras
y las de oro, que se corresponden con las cuatro edades griegas. Creencias
similares pueden encontrarse en el antiguo Oriente Medio y a través de todo el
mundo antiguo. Son equiparables a las edades del hombre o las razas del ser
humano por las que ha pasado la humanidad desde su aparición según la mitología
clásica. Este mito tiene una estructura general que presenta una sucesión de
etapas, desde un principio lejano en el tiempo en el que los seres humanos
vivían de forma semejante a los dioses, que sería la edad de oro, hasta la
época de quien expone la historia, la edad de hierro, que he citado al
principio.
El tratamiento de estas edades del hombre no es uniforme.
Hesíodo habla de cinco edades. Platón de dos edades. Ovidio de cuatro edades. E
incluso San Jerónimo (374-420) asocia estas edades con el calendario,
concretamente: edad de oro (1710-1674 a.C.); edad de plata (1674-1628 a.C.);
edad de bronce (1628-1472 a.C.); edad de los héroes (1472-1103 a.C.); y edad de
hierro (1103 a.C. hasta la actualidad).
Según Jean-Pierre Vernant (1914-2007), antropólogo e
historiador francés, sostiene que todas las razas deben, en su momento,
desaparecer, y parecen sucederse conforme a una orden de decadencia progresiva
y regular. Ellas se asemejan a los metales de los que reciben el nombre y cuya
jerarquía se ordena del más precioso al menos precioso. El mito parece querer
poner a un mundo divino, en el que el orden está fijado en la victoria del dios
Zeus, un mundo humano en el que se instala poco a poco el desorden y que
acabará por situarse definitivamente al lado de la injusticia. Sin embargo,
Hesíodo añade una quinta edad, la de los héroes, entre las generaciones de
bronce y de hierro; con ello no solo introduce una raza no metálica, sino que
interrumpe el movimiento de decadencia continua, pues esta raza de los héroes,
es superior a la de bronce, que la ha precedido. La crítica en general reconoce
esto como una irregularidad frente a una exposición primitiva del mito y que
habría que explicar satisfactoriamente. Hesíodo habría elaborado su relato
mítico unificando la idea del mito genealógico de las razas en relación con un
simbolismo de los metales y que narraba la decadencia moral de la humanidad y
la idea de una división estructural del mundo divino, cuya explicación se trataba
de suministrar, amoldando el esquema mítico primitivo, con objeto de reservar
un lugar a los héroes.
Actualmente, este tema de la edad del oro, o las edades del
hombre, no se considera aceptado por todos los tratadistas y solamente algunos
antropólogos hacen referencia a ellas. Sin embargo, a lo largo de más de dos
mil años, ha habido escritores, teólogos o poetas, que se han referido a dichas
edades en sus obras. Enumerarlos sería muy extenso porque tantos miles de años
de historia han dado para escribir muchísimo sobre el tema y, más todavía, si
es el caso de su cercanía a la Mitología. En España, ha habido algunos autores
que le han dedicado especial interés, pero me quedo con dos de los más grandes,
concretamente con el poeta y novelista Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616)
y el poeta Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635). Ha habido alguno más, pero
me quedo con estos dos, los más brillantes del Siglo de Oro de la Literatura
Española, sobre los que escribiré mañana y con ello completaré los cinco artículos
sobre la Arcadia feliz.
Un afectuoso saludo.
Vicente Llopis Pastor
27 de mayo de 2022
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