Los Estados miembros de la Unión Europea (UE) han utilizado las políticas fiscal y monetaria para hacer frente a la crisis sanitaria derivada de la pandemia de la Covid-19 y contener las repercusiones económicas posteriores. Pero la UE, de forma colectiva, también ha previsto un plan de recuperación con la creación del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR).
Dicho
plan es temporal y ha supuesto el que los países no cumplan las normas fiscales
de la UE conocidas como Normas de Maastricht y el programa de flexibilización
cuantitativa del Banco Central Europeo (BCE), que ha mantenido bajo el coste de
los préstamos, permitiendo, a todos los países, acceder a los mercados, pedir
préstamos y financiar el tan necesario estímulo. Pero esto no puede durar siempre. Las Normas de Maastricht no
pueden seguir suspendidas durante mucho más tiempo, ni la política fiscal puede
utilizarse con la misma libertad que desde 2020. La Comisión Europea ha
anunciado que las Normas se restablecerán a principios del año 2023.
La
política fiscal se ha infrautilizado en las recesiones económicas y la víctima
más evidente de la consolidación fiscal ha sido la inversión pública,
recortándose el gasto fiscal. Es políticamente imposible recortar cosas como la
Seguridad Social, el gasto sanitario o el gasto educativo. Es mucho más fácil
recortar las inversiones públicas cuyos beneficios no son visibles durante
muchos años, un fenómeno conocido como la “tragedia de los horizontes”. Por
ello la inversión ha sufrido un fuerte golpe en los últimos veinte años y,
especialmente, en los países altamente endeudados, entre los cuales se
encuentra España.
En
este año 2022 la UE manifiesta que hay que ofrecer la oportunidad de reformar
las reglas para corregir este carácter procíclico de la política fiscal, sin
poner en peligro el nivel futuro de bienestar al posponer la inversión. Pero los
países no parten de cero, ya que muchos tienen un alto nivel de endeudamiento,
incluso si las futuras normas diferencian entre gastos corrientes e
inversiones, no todos los países podrán realizar las inversiones necesarias a
la velocidad y escala requeridas. Los retrasos y la falta de inversiones serán
perjudiciales para los propios países, pero también socavarán las ambiciones
ecológicas colectivas de la UE.
Junto
con esta situación nos encontramos con que uno de los motores económicos de la
UE es Alemania, de la que ha dejado de gobernar Angela Merkel (1954), de la Unión
Demócrata Cristiana de Alemania, y el nuevo Canciller es Olaf Scholz (1958),
del Partido Socialdemócrata de Alemania, y todavía no tiene muy claras las
decisiones que va a tomar, y en su caso, forzar a la UE, ya que el anterior
entente Merkel-Macron, no sabemos si va a continuar o comienzan a aparecer
algunas diferencias y falta de liderazgo.
Por
el momento, el Ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire (1969) ha asegurado
que él y su homólogo alemán, Christian Lindner (1979), comparten “la misma voluntad de encontrar un nuevo equilibrio
para las reglas fiscales europeas que fijan los límites de déficit y deuda
pública y cuya reforma está pendiente. Compartimos la misma voluntad de encontrar
un nuevo equilibrio para las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento
entre la inversión y el saneamiento de las arcas públicas”, declaró el
político galo, cuyo país ocupa actualmente la presidencia semestral de la UE.
Le Maire se ha manifestado así en la rueda de prensa posterior a la reunión de
Ministros de Economía y Finanzas de los Veintisiete, celebrada en Bruselas el
13 de enero de 2022. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento fija que el déficit
público de los Estados miembros no debe superar el 3% del Producto Interior
Bruto (PIB) y que su deuda pública no tiene que rebasar el 60% del PIB, pero se
encuentra suspendido desde el inicio de la pandemia del coronavirus, para
permitir el gasto público de los países, y no se reactivará hasta que empiece
el año 2023. En la actualidad, los Estados miembros comienzan a debatir la
reforma de esas reglas para adaptarlas a un nuevo contexto postpandémico, y
marcado por las transiciones ecológica y digital.
Alemania
pertenece al grupo que, junto con Países Bajos, Austria o los socios nórdicos,
prefieren una reforma que se limite a simplificar las normas, y mantenga el
foco en la estabilidad presupuestaria, favoreciendo la consolidación fiscal de
las finanzas públicas. Francia, Italia o España quieren aprovechar la
oportunidad para reformar el pacto, de forma que sirva para canalizar un mayor
nivel de inversiones hacia las transiciones ecológica y digital.
No
obstante, Le Maire dijo que el debate entre países frugales y más favorables al
gasto, está “anticuado”, y que el verdadero debate se centra en “el equilibrio que se debe encontrar entre
la inversión y la vuelta a unas finanzas públicas sanas: todos queremos
inversión, en especial, para conseguir hacer la transición climática, y todos
queremos finanzas públicas sanas y todos queremos reducir la deuda”
comentó, indicando que “todo el mundo
sabe que hace falta reducir su nivel de endeudamiento público, simplemente para
hacer frente a una nueva crisis que puede llegar en uno, cinco o diez años. La
cuestión verdadera es la del calendario de la reducción de la deuda” constató,
en referencia al ritmo de la disminución.
“Nadie hoy entre los Estados miembros se expresa diciendo que hay que volver
inmediatamente a una disciplina presupuestaria estricta y que todo el mundo
vuelva al 60% de deuda en los próximos meses, simplemente porque es imposible y
mataría el crecimiento”, expuso.
El Ministro alemán, Christian Lindner, por su parte, aseguró tras la reunión
que el Pacto de Estabilidad y
Crecimiento “ha demostrado esencialmente
su flexibilidad incluso en la crisis y que en el futuro se debe perseguir la
idea de crecimiento, así como la sostenibilidad de las finanzas estatales”.
En lo
que respecta a España, nuestro Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez Pérez
Castejón (1972), recibió en la Moncloa al nuevo Canciller alemán Olaf Scholz.
Las expectativas eran grandes y ambos son de los dos países más importantes en
los que gobierna la familia socialdemócrata. Si la intención de ambos
dirigentes es exhibir que esa cercanía ideológica y partidista permitirá
superar las tradicionales divisiones Norte-Sur que en el pasado han marcado la
gobernanza europea.
Uno
de los elementos centrales de los próximos meses en la UE es el debate sobre la
modificación de las reglas fiscales vigentes en el pacto de estabilidad
europeo. Las que marcaban el nivel de deuda en el 60% del PIB y déficit anual
hasta el 3% sobre PIB. Actualmente están suspendidas hasta el año 2023 por la
pandemia. Por tal razón se está abriendo el debate sobre su reforma. En su
exposición inicial en la conferencia de prensa de ambos, Pedro Sánchez dijo que
los dos coinciden en que las reglas fiscales son complejas y difícilmente
cumplibles en el contexto de la pandemia y el Gobierno de España considera que
hay que reformarlas. El Canciller Scholz no ha mencionado en su exposición
inicial unas nuevas reglas fiscales, pero sí se ha manifestado tras las
preguntas de la prensa, evitando contradecir claramente a Pedro Sánchez, pero
tampoco lo ha respaldado. Y ha hecho una defensa de lo que han supuesto dichas
reglas.
Por
todo ello, la prioridad de España es que esas reglas se reformen. Pero pese a
que la aspiración máxima y las necesidades pueden parecerse más a las de
Francia e Italia, Sánchez no quiere aparecer alineado en un bloque del Sur. A
su juicio, esa división obstruiría las posibilidades reales de nuestro país.
El
otro asunto clave en el que ahora mismo hay falta de entendimiento es la
reforma del mercado energético europeo. “Tenemos
visiones diferentes”, ha reconocido nuestro Presidente del Gobierno. En el
mes de octubre de 2021 ambos países estuvieron en bloques enfrentados al
debatir una propuesta que hacían países como España y Francia para reformar el
mercado energético, con compras conjuntas de gas, y el sistema de fijación de
precios. Sin embargo, sí sintonizaron más a la hora de rechazar la propuesta de
la Comisión Europea de considerar verde la energía nuclear y el gas. Aunque
para Alemania esta última es un caso más controvertido. En un guiño al
Canciller Scholz, Sánchez dijo que no se trata de excluir al gas del mix
energético, del que Alemania depende fuertemente, sino de que la taxonomía sea “realmente verde” y que las inversiones
que se hagan en el futuro sean, en esencia, en energías renovables.
Un
nuevo y espinoso tema que se incorpora a la agenda del Presidente del Gobierno
español. Si ya tenía las dificultades en política exterior por mor de las
“embajadas catalanas” en el extranjero y la falta de colaboración de Bélgica en
el caso de la política secesionista catalana de Puigdemont y su cuadrilla,
ahora se une esta nueva cuestión que puede afectarnos por la situación en la
que está Ucrania respecto a Rusia e, incluso, Marruecos frente a Argelia. A
ello hay que añadir el obligado uso del catalán en la Comunidad Autónoma de
Cataluña, en la que cualquier ciudadano, que se considera a sí mismo como
catalanista, puede denunciar en los centros de enseñanza, deportes, cultura,
teatro, cinematografía, etcétera, a que sólo usen la lengua catalana. ¡Algo que
clama al cielo!, porque realmente no se trata de incrementar el cultivo de las
artes y ciencias, sino el simple hecho de que el idioma español, que tiene más
de mil años de existencia y es la lengua materna de más de seiscientos millones
de personas, quieren borrarlo del mapa, y apareciendo los llamados “Països Catalans” que incluye la
Comunidad Autónoma de Cataluña, Comunidad Valenciana y Comunidad de Illes
Balears, algo inaudito para cualquier persona que tenga dos dedos de frente.
La
cuestión no se limita tan sólo al idioma, sino que se está expandiendo a otras
instituciones y organismos. Uno de los más claros es el del Barcelona Fútbol
Club, el llamado “Barça”, que los catalanes dicen que “es más que un club”.
Para sus seguidores y aficionados, les regocija mucho más que el Real Madrid
Club de Fútbol pierda un encuentro que una victoria del Barça. ¿Tiene ello
explicación? Creo que es una consecuencia de lo que ya estudió el
psicoterapeuta suizo Carl Gustav Jung (1875-1961), discípulo del austríaco
Sigmund Freud (1856-1939), padre del psicoanálisis, entendiéndola como
psicología de los complejos y psicología profunda, que viene a decir que hay
una identificación colectiva en pueblos y naciones. Creo que un ejemplo
paradigmático es el que he citado de Cataluña. Termino con la eterna frase que
la he escuchado desde que tenía uso de razón: “Madrid nos roba”. Para mí es una
expresión malévola, hostil, rencorosa y de extraordinaria vileza.
En el
caso de que Cataluña se segregara de España, según la teoría de las funciones,
que se explica en la lógica matemática, se aparecería de inmediato lo que se
llama la “primera derivada”, o séase, todas las Comunidades Autónomas querrían
tener las mismas consideraciones como las que tiene Cataluña. Las segundas,
terceras y numerosas derivadas posteriores serían caóticas y como no soy un
gran matemático, no puedo conocer de antemano lo que ocurriría. Pero, desde
luego, no sería nada bueno para España, su historia, su democracia y caeríamos
en un profundo y desgarrador agujero, como diría el filósofo alemán Arthur
Schopenhauer (1788-1860), el apóstol del pesimismo.
Un
afectuoso saludo.
Vicente Llopis Pastor
29 de enero de 2022
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