Miguel Caja de Leruela (1562-1631), fue un economista y magistrado español, nacido y fallecido en Palomera, provincia de Huelva. Estudió leyes y ejerció como abogado en Madrid, siendo designado Juez a comienzos del siglo XVII y, entre los años 1623 a 1625, fue Alcalde Mayor Entregador de la Mesta, lo que le permitió un completo análisis de los problemas de la ganadería. La Mesta consistía en ganaderos que se reunían dos o tres veces al año en Asambleas o Concejos llamados “mestas”, dicha palabra proviene de “mixta”, que significa “mezclada” en diversas localidades, con el fin de tratar los negocios concernientes a su ganado o gobierno económico y para separar los “mescencos”, que eran animales sin dueño conocido, que se hubiesen mezclado.
El Concejo
de la Mesta de Alfonso X El Sabio (1221-1284) fue creado reuniendo a todos los
pastores de León y de Castilla en una asociación ibérica y otorgándoles
bastantes prerrogativas y privilegios, tales como eximirlos del servicio
militar y de testificar en los juicios, así como derechos de paso y pastoreo.
Durante la Edad Media, con el paso del tiempo, se añaden nuevos privilegios
reales a la Mesta, junto con una fiscalización especial para protegerla de los
agricultores, lo que provocó largos e incontables pleitos hasta que fue abolida
en el año 1836. El cargo de Alcalde Mayor Entregador de la Mesta de Miguel Caja
de Leruela entre los años 1623 a 1625, como abogado y magistrado que era, le
permitió un completo análisis de los problemas de la ganadería y escribió
distintas obras al respecto. La más importante de dichas obras fue “Discurso
sobre la principal causa y reparo de la necesidad común, carestía general y
despoblación de estos reinos”, que incluía varias propuestas agronómicas que se
adelantaron a las teorías de los “padres” de la Ciencia Económica del siglo
XVIII, Adam Smith (1723-1790); David Ricardo (1772-1823); Thomas Robert Maltus
(1766-1834) y John Stuart Mill (1806-1873).
Hay
que señalar que durante la llamada “Reconquista” de la Península Ibérica, los
reinos cristianos estaban al Norte y los musulmanes, primordialmente, en la
zona Sur y la Meseta Central, y había una separación entre ellos de una franja
de 100 kilómetros de amplitud. Esta franja permitía ser utilizada tanto por los
cristianos como por los árabes para pastos e hibernaciones de ganado lanar,
cabrío, vacuno y otros. Precisamente fue Alfonso X El Sabio quien le dio
carácter oficial a la Mesta. Conforme avanzaron las tropas cristianas los
árabes iban retirándose hacia el Sur, y esa franja, de 100 kilómetros de
separación, tenía cierta seguridad, y la ayuda de los reyes si fuera necesaria,
con lo que se asentaron en ella los agricultores que cultivaban todo tipo de
bienes agrícolas. De ello se derivó un enfrentamiento entre ganaderos y
agricultores ya que las plantas que cultivaban los agricultores, cuando estaban
en sazón, se la comían los ganados, y esto originó una serie de consideraciones
favorables de los monarcas cristianos hacia la ganadería.
A tal
extremo llegó que Castilla, León y buena parte de otros reinos de España
exportaban lana, pieles y el propio ganado al extranjero por medio del puerto
de Alicante, al que consideraban como el puerto marítimo de Castilla. En los
tiempos actuales esto es inconcebible y el puerto de Alicante se ha
transformado en una zona de ocio en el que fondean naves y barcos de pequeño
calado y como puerto marítimo de transporte de mercancías ha ido reduciéndose y
trasladando esta operatoria al puerto de Valencia, con un gran menoscabo del
puerto alicantino. La ciudad de Valencia está algo separada del puerto, pero
tiene espacio suficiente para instalar tinglados, grúas, es puerto franco y con
tasas más baratas que las de Alicante y nos ha relegado en el tráfico marítimo,
e incluso solamente mantiene una línea marítima a la semana con la ciudad de Orán
de Marruecos.
Los
privilegios otorgados por los Reyes a la Mesta fueron tan numerosos que ya, a
finales del siglo XVIII, el Ministro de Carlos III (1716-1788), Pedro
Rodríguez, Conde de Campomanes (1723-1802), fue designado Alcalde Mayor Entregador
de la Mesta y se propuso eliminar los abusos de la Mesta, llegando tan lejos en
el desmantelamiento de la organización de la Mesta que ésta fue abolida en el
año 1836. Con la abolición de la Mesta se impulsó la agricultura en Sierra
Morena, uno de sus principales pastos invernales, y quedó tan mermada que la
ganadería disminuyó muchísimo. La ganadería era necesaria por su leche, carne,
pieles y otras utilizaciones. Igualmente sus propietarios eran muy limitados y,
a partir del siglo XVI, dichos propietarios solían ser entre tres y cuatro mil,
y dos tercios de las ovejas que emigraban anualmente, mediante la trashumancia,
eran rebaños de menos de 100 ovejas, y muy pocos rebaños superaban las 1.000.
Aunque en el siglo XVIII había menos propietarios pequeños y varios de ellos
tenían rebaños de 20.000 ovejas, la Mesta siguió siendo en gran parte una
organización de propietarios de rebaños de tamaño pequeño a medio y nunca una
combinación de grandes propietarios.
Buena
parte de los propietarios eran nobles, de la aristocracia castellana,
sacerdotes y clérigos. En sus tiempos de esplendor se crearon las llamadas
“Cañadas Reales” que permitían el privilegio de trasladarse por ellas los
ganados que iban a hibernar, los cuales están todavía vigentes, como se puede
comprobar en la Calle Mayor y Puerta del Sol de Madrid y en otras ciudades
españolas. Enumerar dichas Cañadas Reales es una tarea que requiere mucho
esfuerzo, porque las Cañadas Reales son numerosísimas, así que evitaré citarlas
para no extender en demasía este artículo. En mi ciudad de nacimiento y en
donde vivo, San Vicente del Raspeig, Alicante, pasa una Cañada Real.
Volviendo
a Miguel Caja de Leruela, he de decir que, en el año 1631, publicó en Nápoles,
siendo fiscal de la visita del Reino de Nápoles, que entonces pertenecía a
España, su “Restauración de la abundancia de España”, en la que recogió y
amplió las ideas expuestas en el discurso que he citado más arriba, titulado
“Discurso sobre la principal causa y reparo de la necesidad común, carestía general
y despoblación de estos reinos”. Su pensamiento económico se centraba en la
ganadería como fuente de riqueza, de todas formas es interesante el análisis
que realiza sobre las causas de los problemas de la economía española. Él
mantenía que el oro traído desde el continente americano no había dado lugar a
una gran prosperidad “No bastan las riquezas y tesoros que las monarquías
acumulan de otras provincias, a suplir el defecto de los frutos nativos de la
patria. Antes son causa de distraerse los naturales, y dejar sus propias
tierras incultas, como ha sucedido en España. Pues, cuanto oro y plata le entra
de las Indias, parece tesoro de duendes, y que el mismo viento que lo trae lo
lleva, después que los españoles pusieron su felicidad temporal en adquirir
estos metales, menospreciando sus labores y pastorías”. Expresión que, a mi
parecer, tiene un gran sentido.
La
actual ganadería en España aporta en torno a un 20% de la Producción Final
Agraria. Dicho porcentaje, que creció significativamente en el decenio de los
60, se ha mantenido prácticamente inalterado desde los primeros años de los 70
hasta ahora. Hoy la ganadería está sujeta a múltiples leyes, normas y convenios
internacionales, tanto sanitarios como en el uso de su alimentación, con una
cierta globalización y con unas condiciones agronómicas del medio en el que
tiene competencias la Unión Europea. La tendencia en los últimos años es una
progresiva profesionalización de los ganaderos, aunque en detrimento de su
número y de una constante diferenciación en su organización productiva.
Los
conocimientos que poseemos sobre la gestión económica de la ganadería son en
parte debidos a nuestro economista Miguel Caja de Leruela, al que podemos
incorporar como un hombre del siglo de oro de la ganadería española.
Vicente Llopis Pastor
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